domingo, 22 de julio de 2012

"El pasado, igual que el teatro, es siempre el mismo y a la vez, cambia"

Suplemento de cultura

22.07.2012 | Entrevista a Mariano Pensotti

Es una de las revelaciones internacionales del teatro argentino. Con "El pasado es un animal grotesco", que se repone la primera semana de agosto en el Centro Cultural San Martín, ha viajado en los últimos dos años por más de 20 festivales. Define su obra como “algo tan difuso como la clase media de Buenos Aires en los últimos diez años”.

Por:
Jorge Dubatti

Mariano Pensotti se ha transformado en uno de los teatristas argentinos de mayor reconocimiento internacional. Nacido en Buenos Aires, en 1973, y formado en cine, artes visuales y teatro, viene presentando sus creaciones escénicas desde el año 2000, como dramaturgo y director: Ojos ajenos (2000), Trieste (2001), Noche en las cataratas (2003), Vapor (2005), La marea (2005-2011), Interiores (2007), El pasado es un animal grotesco (2010), Enciclopedia de vidas no vividas (2010) y A veces creo que te veo (2011). Ha realizado también valiosos trabajos en colaboración con Beatriz Catani: Los 8 de julio (2002) y Los muertos (2004), así como con otros directores: Laura (con Luis Biasotto) y Sucio (con Ana Frenkel).

El pasado es un animal grotesco, que se repondrá la primera semana de agosto en el Centro Cultural San Martín (Sala A-B), ha viajado por diversas ciudades con su escenografía-calesita.

-Después de estrenar "El pasado es un animal grotesco" en Buenos Aires, a principios del 2010 –reflexiona Pensotti–, nos fuimos de gira con la obra a lo largo de dos años. Fue un recorrido extenso y bastante delirante que nos llevó a más de 20 festivales internacionales en lugares tan diversos como Bruselas, Madrid, Nueva York y Río de Janeiro. Una experiencia increíble. Además de El pasado..., estuve de gira con una intervención urbana que se realiza en espacios públicos llamada "A veces creo que te veo", una instalación teatral para cuatro escritores que escriben en vivo todo lo que ven e imaginan en el lugar, con la que también estuve invitado a diferentes ciudades, desde Seúl a París, pasando por Helsinki y México DF.

–¿Concretaste nuevos estrenos fuera del país?

–En el medio estrené dos obras afuera. Una en Graz, Austria, con actores locales, llamada "Enciclopedia de vidas no vividas", a partir de textos propios y de otros autores; y más recientemente, hace dos meses, otra en Berlín dentro de un proyecto llamado Infinite Jest, en el que un grupo de directores adaptamos capítulos de una gran novela de David Foster Wallace para hacer una obra colectiva cuya duración final es de 24 horas.

–El pasado... se repone en el Centro Cultural San Martín, ¿ha cambiado el espectáculo desde su estreno?

–Diría que esencialmente la obra es la misma y a la vez ha cambiado mucho. Por un lado, al ser una obra que, entre otras cosas, se centra en cómo percibimos el paso del tiempo y transcurre en un período temporal tan específico, desde 1999 hasta 2009, la experiencia misma de realizarla durante más de dos años la ha ido transformando. La posibilidad de seguirla haciendo y mantenerla viva durante todo este tiempo hizo que a esta altura tenga una energía y una potencia muy especiales. Y después hay un cambio fundamental en la versión que vamos a presentar: el elenco va a ser el de las giras. En lugar de Julieta Vallina y Juan Minujín, que tenían otros compromisos, van a estar María Inés Sancerni y Santiago Gobernori. Ellos, junto a Pilar Gamboa y Javier Lorenzo, son el grupo de actores que ha venido haciendo la mayoría de las presentaciones en el exterior, y es una oportunidad buenísima que ahora la podamos mostrar así en Buenos Aires. Lógicamente, cada actor le ha ido imprimiendo algo diferente y particular a su personaje, más en esta obra donde el peso de los actores es tan grande.

–¿A la luz de la cantidad de funciones realizadas en la Argentina y en el mundo cómo ves hoy El pasado...? ¿Se resignificó?

–El teatro tiene algo maravilloso: cuantas más funciones se hacen, funciones que parecen siempre la misma pero a la vez son cada una completamente distinta, uno más cree conocer la obra y al mismo tiempo esta se vuelve cada vez más inasible, menos familiar. Como una canción que escuchamos miles de veces y cada vez que la escuchamos queda asociada a un momento diferente de la vida. En eso se parece al pasado y a la forma en que lo recordamos. El pasado, igual que el teatro, es siempre el mismo, y a la vez siempre cambia, lo transformamos al recordarlo o narrarlo. El pasado... es una obra que contiene mucho de mi propia experiencia y de las experiencias de gente que conozco. Sin llegar a ser una obra autobiográfica, ni mucho menos, es de todas formas un trabajo donde lo privado, lo social y lo ficcional se funden de una forma compleja. De alguna manera, veo a la obra desde un lugar diferente, porque me veo a mí mismo de otra forma. Al poder confrontar la obra con público local, pero también extranjero, de otro contexto cultural que hace que uno vea la obra propia a través de ojos realmente ajenos, esto se vuelve todavía más extremo.

–El pasado... puede leerse como un retrato crítico, oscuro de tu generación, ¿estás de acuerdo?

–Honestamente, yo no era consciente de lo central que es en la obra el aspecto generacional. Aunque no fue que me senté y dije: “Voy a escribir el retrato de mi generación”, es verdad que el tema está muy presente en el resultado final, más allá de que el concepto mismo de generación sea algo discutible. Uno de los puntos de partida que tuve para desarrollar la obra fue una colección de fotos veladas que fui recolectando de un laboratorio de revelados a lo largo de varios años. Muchas de las fotos parecían ser de gente de mi edad y me dieron ganas de imaginar sus historias. Por eso hay algo de la asociación de mi generación con fotos veladas, defectuosas, una generación que quizás no ha producido hechos culturales o políticos tan particulares o relevantes como otras precedentes. Dicho esto, y a pesar de que uno de los sentimientos comunes a los cuatro personajes centrales de la obra es el permanente deseo de ser otros, tampoco soy tan crítico o pesimista con respecto a mi generación. Me parece que muchas veces con condiciones muy adversas hemos ido creando, individual y colectivamente, cosas muy valorables. Creo que se puede decir que los cuatro personajes centrales de la obra representan la enorme variedad de algo tan difuso como la clase media de Buenos Aires en los últimos diez años.

–¿Te sentís vinculado a un grupo o conjunto de teatristas argentinos en la renovación de la escena nacional?

–Sí, además de afinidades estéticas y conceptuales, hemos ido trabajando juntos en diferentes proyectos. Gente como el grupo Krapp, Lola Arias, Federico León, Romina Paula, Santiago Gobernori y muchos más… No estoy seguro de que la intención pase por la renovación de una escena o que tan siquiera haya una intención colectiva de algo… Pero claramente hay puntos en común y creo que mucho tiene que ver con un acercamiento al teatro como un lugar de cruce de disciplinas muy diversas en las que a veces la influencia mayor no viene del teatro sino de las artes visuales, el cine, la literatura o la vida misma. También en una marcada importancia de lo conceptual, la idea de la que parte la obra, por sobre un formato específico. Y en un intento de llevar el resultado de eso al extremo.

–Tu teatro participa tanto de estímulos y fuentes teatrales como extrateatrales: cine, literatura, plástica, música. ¿Podrías señalar los más relevantes, tanto en el plano nacional como en el internacional?

–Como todo el mundo en estos tiempos de sobreinformación, creo que tengo una lista de influencias casi infinita y bizarramente ecléctica… Por citar algunos en diferentes áreas, mencionaría a los cineastas Werner Herzog, Jean-Luc Godard y Leonardo Favio; la literatura del siglo XIX, desde Tolstoi a Stendhal pasando por Sarmiento y Mansilla; artistas visuales como Jeff Wall, Fischli & Weiss, Roman Ondak o Jorge Macchi.

–¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto? ¿Podés adelantar algunas características?

–Estoy empezando a armar una obra nueva que se va a estrenar el año que viene. Básicamente se centra en las vidas de cuatro cineastas y las películas que cada uno filma a lo largo de un año. Me interesa la idea de cómo las vidas modifican las ficciones pero a la vez cómo las ficciones transforman también la realidad. En cierto sentido va a continuar ideas de El pasado..., como el deseo de construir megaficciones, pero utilizando recursos mínimos. Acabo de terminar una primer versión del texto que se va a ir modificando una vez que empiece a trabajar con los actores.

–Sé que es una pregunta muy difícil, pero me encantaría que intentes contestarla: ¿qué sentís que aporta tu teatro, y el de tu generación, a las nuevas experiencias del teatro argentino?

–Es cierto que es difícil responderlo, quizás porque otra de las características que creo que se pueden observar en mi generación es que muchos venimos de formaciones muy diversas y eclécticas, poco formales, y a veces no tan vinculadas al teatro en sí mismo, con la cual la importancia que le damos a la historiografía del teatro o a nuestro lugar en relación a los que nos precedieron, no es muy grande. Tal vez lo que aporta es precisamente eso, una suerte de llamado a producir obras desde lugares muy diferentes, que desde lo conceptual y narrativamente no sólo reflexionen sobre el teatro, sino que se abran a hablar de todo, obras donde la vida cotidiana, las ficciones más extremas, lo privado y lo político puedan convivir de alguna manera. «

"Mis obras requieren mucho trabajo"

Las obras de Mariano Pensotti se presentaron en festivales y teatros de Bélgica, Alemania, Francia, Irlanda, Letonia, Brasil, Canadá, Japón, Austria, España, Chile, Inglaterra, Dinamarca y Suiza. Pensotti obtuvo las becas Unesco-Aschberg, Rockefeller Foundation, Fundación Antorchas y Casa de América de Madrid.

En los últimos años se observan grandes transformaciones en el teatro de Buenos Aires, entre ellas el crecimiento del teatro comercial de arte, en el que participan entre otros, grandes exponentes del teatro independiente: Daniel Veronese, Javier Daulte y Claudio Tolcachir. ¿Aceptaría Pensotti participar en algún proyecto del teatro comercial de arte?

–Bueno, son sistemas de producción casi antagónicos y por ende sus resultados también lo son –afirma Pensotti–. Por el momento a mí claramente me interesa más desarrollar mis obras, que requieren bastante tiempo de trabajo y no tienen como objetivo central atraer a grandes cantidades de público. De todas formas participé en proyectos muy diversos hasta ahora, en contextos realmente muy distintos, y lo cierto es que cada uno me aportó algo o me sirvió para modificar preconceptos que tenía sobre la creación, así que tampoco lo descarto.

La selva de los sueños

Así presenta Mariano Pensotti "El pasado es un animal grotesco" en el programa de mano del estreno: “Cuatro personajes a lo largo de diez años, desde 1999 hasta 2009; las vidas de cuatro personas de Buenos Aires desde los 25 a los 35 años, el momento en el que uno deja de ser quien cree que va a ser para convertirse en quien es, con el ocasional marco de fondo de esos diez años. Un intento de narrar una multitud de historias, a la manera de los desmesurados relatos del siglo XIX, donde una ficción desatada es contenida por un contexto histórico y temporal preciso. Una ‘megaficción’, pero contada con recursos escénicos mínimos. En la obra, narrar el pasado es como poner la voz en off, que les dé sentido a los fragmentos dispersos de una película cuyo guión se perdió para siempre. Sustentado en el esfuerzo épico de cuatro actores que narran y representan una multitud de historias, el pasado se asoma como un animal entrevisto en la selva de los sueños, un animal que cambia de forma cada vez que lo recordamos, un animal grotesco.” Los cuatro personajes: “Un hombre quiere ser cineasta independiente pero por ahora sólo actúa en patéticas publicidades de cerveza; una mujer roba los ahorros de su padre carnicero para irse a París a vivir la vida bohemia de las películas de la nouvelle vague y termina en un parque temático que reproduce la vida de Cristo; una chica descubre que su padre tiene una familia paralela en el campo con la que se obsesiona; un estudiante y escritor amateur recibe una caja con una mano cortada dentro que cambia su vida.”

Fuente: http://tiempo.infonews.com/2012/07/22/suplemento-cultura-81624-el-pasado-igual-que-el-teatro-es-siempre-el-mismo-y-a-la-vez-cambia.php

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