jueves, 19 de julio de 2012

ROMINA SIMONE de La Plata al mundo

¿Qué hay en danza?
Año III número 29
La Plata, julio de 2012

Frontal y decidida, aunque delicada; de actitud muy profesional. Disciplinada e inquieta a la vez, curiosa pero sensata, está con los pies muy bien plantados sobre la tierra y en su corta pero intensa trayectoria anduvo por Latinoamérica y Europa con distintas propuestas. En pocas líneas intentamos contarles quién es, cómo piensa y cómo trabaja una estrellita salida de la ciudad de las diagonales

Había una vez…

Romina Simone hoy es bailarina profesional y vive de su arte, eso que para muchos significa sólo una quimera. Dice que desde chica siempre se tuvo mucha confianza, y que cuando le preguntaban qué iba a ser cuando fuera grande respondía “coreógrafa”, así de segura y definida.

Recuerda que lo suyo siempre fue el movimiento, aunque el camino no haya estado tan claro desde el inicio. Empezó desde muy pequeña con los deportes, se dedicó muchos años al patín y paralelamente incursionaba en la danza, hasta que luego se dio cuenta de que quería dedicarse plenamente al baile. A los 16 años comenzó a estudiar en la Escuela de Danzas Clásicas de La Plata. Primero danza clásica, luego contemporánea, el itinerario común, finalizando la carrera. Durante ese lapso integró por seis años la compañía Espiardanza de Mariana Pereira, quien siempre la recordaba con mucho cariño.

Paralelamente siguió estudiando en Buenos Aires y poco a poco fue echando raíces en la gran ciudad, gracias a la particpación en distintos trabajos artísticos.

Cada vez viajaba más seguido (llegó a hacerlo de lunes a sábados), hasta que finalmente se fue a vivir allá. Ex integrante de la compañía de Miguel Robles, con quien estuvo de gira por México. Fundadora y bailarina de la Compañía Andante, con dirección de Víctor Campillay y sede en el Centro Cultural Adán Buenos Aires, siendo también en la actualidad, asistente coreográfica de la nueva producción de la compañía. Además trabajó en varias ocasiones en el Festival Ciudanza, bajo la dirección de Luis Garay, Fabiana Capriotti, Pablo Rotemberg y Compañía Andante. Como si fuera poco, también estuvo en Tecnópolis y la noche de los museos 2011; y ahora fue convocada a participar de Tecnópolis 2012, por un lado con un dúo de danza contemporánea que se presentará hasta el mes de noviembre y por el otro, bajo la dirección de Brenda Angiel realizando danza aérea.

Estudió y trabajó varios meses en Italia con una beca obtenida por su ópera prima “Solitudine”, participando del proyecto “Coreographic Collison” en la “Bienal de Venecia”, Italia 2007, en el ámbito del 5º Festival Internacional de Danza Contemporánea, donde tuvo la oportunidad de conocer otros jóvenes creadores como ella y aprender de la mano de grandes maestros del mundo de la danza, quienes la marcaron muchí-simo como bailarina, coreógrafa y sobre todo como persona.

De todas maneras conserva los vínculos locales y apuesta a fortalecerlos, porque continúa dictando clases y mantiene su grupo de compañeros con quienes monta obras, ensaya y prepara funciones (los días 8 y 15 de septiembre repondrá “Esencia” en El Bombín –calle 59 e/12 y 13- a las 21 hs.), más la familia y los amigos de la infancia.

Trabajo y diversión, inseparables

Es muy trabajadora y pone gran empeño en todo lo que hace, porque le gusta de verdad. Alterna los roles de profesora, bailarina, coreógrafa, estudiante o productora; y hasta a veces tiene que jugar a todos al mismo tiempo, pero no se vuelve loca.

Explica que dentro de una compañía la estructuración de los proyectos va de la mano del director, mientras que en el trabajo independiente los tiempos son distintos. Se fija metas sin desesperarse en alcanzarlas en determinado tiempo, porque sabe que a la larga pueden cumplirse igual.

Intenta ser flexible porque influyen factores como el tiempo que queda libre por fuera de los trabajos en las organizaciones, o las oportunidades, y a veces hay que andar haciendo ajustes.

Por ejemplo, comenta que a raíz de la propuesta de bailar como invitada en Tecnópolis hasta fin de año, más otros proyectos, debió suspender el dictado de las clases regulares porque no podía abarcar todo.

Conoce esos riesgos y sabe que “no puede quedarse quieta” ni un minuto. Siempre está buscando algo y es consciente de que pueden aparecer proyectos en cualquier momento, y eso no le pesa porque ha logrado formar un equipo de trabajo que, según afirma, “tiene ganas de bailar y baila bien”.

Ella produce y está en todos los detalles de vestuario, video, fotografía, difusión, etc., pero siempre acepta la ayuda de los demás. Le resulta fundamental que entre todos haya buena predisposición, buena energía, porque en definitiva hay que divertirse con lo que uno elige hacer. De lo contrario, no tendría sentido. Procura la armonía, trabajar bien en unidad, divertirse, y esa es la clave para mantener el entusiasmo.

La misma filosofía aplica con sus obras; deja que crezcan y evolucionen, que maduren. Sólo trata de no incurrir en parates negativos; se toma sus tiempos para componer y elaborar y no se exige la producción de estrenos constantemente sólo por el hecho de hacerlos.

Y también así encara su continua formación, con curiosidad e inquietud y el eje puesto en disfrutar de o que hace. Trata de ir cambiando de profesores periódicamente, de conocer nuevos lenguajes y enriquecerse. Se mantiene cierto tiempo, como un año por ejemplo, con determinado artista y luego cambia.

La relación con el público

Al preguntarle sobre su relación con el público, Romina expresa que cambió “un montón” desde sus inicios. Antes escuchaba todo lo que se decía o escribía, y le generaba mucho impacto emocional.

Ahora tal vez comprende más la subjetividad que puede haber detrás de las apreciaciones y pone las cosas en su justa medida.

Sus mensajes no son obvios ni literales, sino más bien abstractos, y sabe que su objetivo es generar sensaciones en el espectador, que pueden muy bien ser distintas de las que inspiraron su creación.

Se mantiene en su eje con algunas premisas firmes, como que si el trabajo no le gusta a ella personalmente, para empezar, no lo sube al escenario.

Rescata mucho las visiones de la gente que no es “del ambiente”, porque estima que a veces son más “verdaderas”, más espontáneas.

Por otro lado, en su faceta como público de otros, reconoce que suele ir a ver cosas de otros artistas porque le parece muy nutritivo

Sus obras

A la hora de componer piensa en obras que le gusten a ella, antes que nada. No tiene por objetivo realizar trabajos “masivos” o que se transformen en algo así como un hit aunque, paradójicamente, su primer intento lo fue.

Hasta ahora realizó tres obras bien distintas entre sí pero con una identidad propia, asegura. “Solitudine” fue la primera, estrenada en el Teatro Argentino de La Plata, con la cual ganó la beca para irse a Italia varios meses. Antes y después del viaje participó de varios ciclos de funciones y siempre le fue bien, hubo gente que volvió a verla varias veces y hasta lloró, conmovida con la propuesta.

“Cero”, a la vuelta de la experiencia europea, fue una aplicación de muchos aprendizajes y tuvo su propia historia; y “Esencia”, la última, acaba de ser estrenada en mayo y tiene un gran camino por recorrer hacia adelante. Parte de ideas, emociones o situaciones que le ocurren en la vida y durante el proceso creativo las va “bajando”, dice, les va dando forma y las va puliendo.

Incluso a partir de la intervención de los propios intérpretes, puesto que busca “que los bailarines no sean “rominitas”, sino que conserven la individualidad, aunque en una misma sintonía.

Se define como abierta en esta tarea, receptiva de propuestas y del feedback de quienes integran el equipo.

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