miércoles, 25 de julio de 2012

El cenital está puesto en Rafaela

Lunes 23 de julio de 2012 | Publicado en edición impresa

Teatro / Ciudad cultural

Gran festival escénico en la ciudad santafecina

Por Federico Irazábal | Para LA NACION

Cristina Banegas, en Molly Bloom

RAFAELA.- Una fiesta. Probablemente no haya otro modo de definir al Festival de Teatro de Rafaela, uno que año tras año -va por su octava edición- logra subir un nuevo escalón en la calidad de sus propuestas. A diferencia de lo que sucede en tantos lugares, la comunidad rafaelina parece haberse apropiado del evento organizado por la municipalidad para no dejarlo ir, así cambien las gestiones políticas. Omar Perotti, anterior intendente de esta ciudad de cien mil habitantes, tuvo la sensibilidad suficiente como para entender que había algo que su comunidad reclamaba, y apuntó las energías -y el presupuesto- hacia allí.

Cuando Rafaela fue elegida sede de una Fiesta Nacional del Teatro, asumió el riesgo de ser hasta ahora la primera ciudad no capital de provincia en organizar un evento como ése. Y lo hizo con tanta eficacia y deseo que la comunidad colmó cada sala, cada noche. Ahora, casi una década después, sigue ocurriendo lo mismo con el Festival Nacional, cosa que felizmente entendió Luis Castellano, su actual intendente, quien además se convirtió en un espectador asiduo.

Rafaela es una ciudad que disfruta del teatro de manera excesiva. Lo entiende como una fiesta y de ese modo lo vive. No hay invierno, no hay cansancio, no hay madrugón que haga que esos habitantes abandonen las salas hasta no antes de la medianoche y en plena semana laboral; algo que tal vez sólo ocurra en la enloquecedora ciudad de Buenos Aires. Rafaela recibe año tras año a una gran cantidad de artistas e intelectuales, y lo hace con la generosidad de un anfitrión de otra época. La calle, los taxis, los comercios, todos viven una semana al servicio de ese festival que supieron conseguir. Porque en Rafaela la cultura no parece ser un consumo de orden extraordinario, sino que lo tienen allí, al alcance de sus manos.

A lo largo de estos años, esa comunidad de receptores fue afinando su sensibilidad estética y entiende los diversos rumbos que transita el teatro argentino. Pueden disfrutar con igual intensidad de Cristina Banegas en la piel de Molly Bloom, como del intenso y lacerante monólogo escrito por Santiago Loza, He nacido para verte sonreír. Y es que Rafaela tiene cada año la posibilidad de ver en una semana propuestas de artistas ya consagrados (Rubén Szuchmacher con Escandinavia; Mauricio Kartun, con su Salomé de Chacra, y Osqui Guzmán, con su Bululú), así como obras de carácter experimental e indudable mérito artístico y estético, tales como Amar, de Alejandro Catalán; Negra, de Dennis Smith; Breve relato dominical, de Matías Feldman, u Otra frecuencia, del grupo cordobés BiNeural-MonoKultur, por mencionar sólo algunos de los 25 espectáculos.

Sus calles perfectamente adoquinadas, su patrimonio arquitectónico, su pensado diseño urbanístico y la amabilidad de la comunidad toda se convierten en el marco ideal para el que es, sin lugar a dudas, el festival de teatro nacional más importante del país, una conquista de la lograda dirección artística de Marcelo Allasino, quien luego de años de trabajo ha logrado producir un ámbito de legitimación, en el que las estéticas y las generaciones se cruzan sin conflicto y con mucha conceptualización, y que generan la ansiedad de que llegue julio de 2013 para participar de otra fiesta de esta magnitud y entusiasmo.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1492574-el-cenital-esta-puesto-en-rafaela

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