Es italiano, vive en Bologna pero trabaja en muchas partes del mundo. Ahora, por primera vez en La Plata, será el Director de escena y Vestuarista de la Öpera “Don Carlos”, de Giuseppe Verdi.
Un profesional apasionado por su trabajo
Hay veces que relatar el lugar y la hora de una entrevista aparece como una acotación necesaria que hace al “clima” de la misma. En esta ocasión, al escuchar la descripción que hace Francesco Esposito de su puesta en escena a Aquí La Plata , puedo decir que el sol del mediodía que entraba por el ventanal del buffet del Teatro Argentino iluminaba el discurso de alguien enamorado de lo que hace.
La entrevista se hizo en italiano, idioma que Francesco Esposito habla manera que todos los que estábamos presentes lo comprendimos sin dificultad. Con sus explicaciones, conoceremos algunos de los momentos más vibrantes de esta ópera a través de su régie.
-Francesco, nadie mejor que Ud. para hablarnos de su régie en esta ópera. Por supuesto, también del vestuario diseñado por Ud..
-El proyecto de “Don Carlos” nace del deseo de contar una historia de modo simple, natural. Para mí (es la primera vez que estoy aquí) que el público argentino -que escuchará esta ópera en francés, una lengua diferente- pueda comprender de este modo simple no solamente la historia -esto es fácil de hacer- sino que pueda comprender las emociones, es lo que deseo.
-¿Y cómo se cuenta esa historia?
-¿Qué queremos contar? La historia de “Don Carlos” es historia de amor y de guerra. A la política aquí la tengo lejos. Porque la política se hace en el palacio de la política, en el teatro de se hace cultura. Del mensaje de una obra no se hace política, absolutamente, a mí no me interesa ese tipo de teatro. Yo trabajo sobre las emociones.
Cuando el amor debe luchar contra razones de Estado
-Por lo que Ud. nos anticipa, ¿quiere decir que encontraremos al amor luchando contra las adversidades, como motivo principal en cuanto a las emociones?
-En “Don Carlos” hay un padre y su hijo que no se comprenden, tal como sucede en nuestro tiempo. Y está presente la historia de amor entre un hombre y una mujer, Don Carlos e Isabel de Valois, que han visto al inicio la posibilidad de vivir esta bella y romántica etapa pero que, súbitamente, se ve tronchada al nacer.
Para ayudar al público a comprender esta situación, he pensado junto con el bravísimo escenógrafo Enrique Bordolini -que trabaja buenísimo- la idea de crear un teatro shakesperiano o teatro isabelino donde el público, en este caso el coro, forma parte de la escena. El coro, a veces de manera destacada, comentará sobre lo que presencia pero no tiene ninguna posibilidad, como en la realidad, de cambiar el curso del destino.
La metáfora o mensaje inicial importante, es que toda esta escenografía aparezca como si estuviera cubierta con un gran velo blanco. Quiero destacar que esta escenografía tan grande está hecha con gran esfuerzo por el Teatro Argentino y cómo todos trabajan tan bien.
Pero vuelvo a la metáfora. Es la idea de un invierno romántico, nevado. Los árboles están cortados, solo las raíces en el terreno como símbolo de un amor que se ve cortado, súbitamente, cuando apenas nace. Con esto el público recibe un mensaje o metáfora muy simple y clara.
-Aparece, entonces, la desdicha para los enamorados.
-Cuando Isabel lamentablemente, por razones de estado, dice “sí, acepto desposarme con Felipe”, toda esta tela blanca se desploma y vemos la dureza de un material como si fuera el Escorial, vemos lo negro, lo oscuro, es decir el mundo opresivo y cerrado de Felipe II.
En este sufrimiento, que tiene lugar en el primer acto, está también la búsqueda. Yo trabajo siempre con los métodos de Stanislavski, con la búsqueda de la verdad escénica. En este caso, Don Carlos e Isabel, son dos adolescentes (tienen 15 años) y su gestualidad es simple, juvenil y natural como el primer beso entre ambos. Imprevistamente, este tipo de gestualidad cambia.
La presencia constante de un ojo que mira
-Aunque el factor determinante se conozca ¿Cuando se produce el cambio de Isabel?
-Pasamos ahora a la segunda escena, que tiene lugar en el convento. La rigidez de Isabel se ve cuando acepta ser la esposa de Felipe II pero, por sobre todo, será la madre de Don Carlos. Este es un mensaje, a nivel psicológico, muy dramático porque Don Carlos ama a su madre. Yo hablé mucho sobre este tema con los amigos psicólogos que tengo en Italia.
El convento tiene un aura de misterio. No quise dar la imagen de la violencia de la Inquisición, de lo maléfico o abominable de la misma, sino representar la presencia constante de un ojo que mira. El coro, en esta estructura mira, mira…
Hay un bellísimo duetto entre dos amigos, Rodrigo y Don Carlos. Es un amor puro entre dos muchachos. Algunos críticos vieron una relación homosexual. Esto es estúpido.
Vamos al encuentro de un monje que ruega. Es la voz de Carlos V que ruega. Aquí dejo al público imaginar lo que quiera.
Diferentes escenas en el crescendo dramático
-La única escena “solar” es la escena del jardín. Felipe II era un gran amante de los jardines y de los relojes. Fue el primer hombre que usó anteojos para sus trabajos. Esto lo hago ver en escena, para que el público diga ¿porqué anteojos?
En esta escena todos, sobre una alfombra de hierba, todos juegan a la pelota. El clima de diversión es interrumpido por la aparición de Felipe II, rígido, obsesionado por los celos. Lo quiero sin movimientos inútiles que distraen el canto y las palabras.
Tenemos también la bellísima escena del terzetto, teatro en el teatro, donde todos se transforma en rojo. Con ayuda de máscaras, Isabel y la princesa de Éboli cambian sus roles. Don Carlos cree que ésta última es su amada pero cuando comprueba que no es Isabel, la rechaza. Éboli decide vengarse y se convierte en la amante de Felipe II. Esto (aclara Francesco) no sucedió en la vida real.
En el tercer acto, la escenografía de ese ámbito comienza, toda por completo, a desmontarse y queda un esqueleto, porque la vida ha acabado.
-¿A la manera de otra metáfora?
-Exactamente. Y el coro -tal como sucede en la vida real cuando vemos por televisión cómo bombardean un país mientras comemos spaghetti- el coro, repito, que es bravísimo y con el que estoy muy feliz, son las personas que miran, como si tal cosa, a otras personas que mueren.
El mensaje subliminal que quiero mandar al público es que no se puede ser indiferente ante la muerte. Y espero que el público se indigne. Porque yo hago mirar, sonreír y mirar a la gente. Por eso espero que el público diga que eso es algo sucio, que es una porquería.
Francesco Esposito, en su riquísima descripción de “Don Carlos”, finaliza describiendo escenas de gran sugerencia visual: Felipe II en su soledad, la espalda desnuda de la princesa de Éboli en el lecho, la idea de la traición a Isabel, quien vestida de rojo busca alejarse de la pesadilla que está viviendo y estará la presencia del Inquisidor, quien más tarde pedirá la muerte de Rodrigo. La escenografía se abrirá y aparecerá una gran alfombra roja, como un río de sangre, que Felipe II recorrerá en sentido contrario a las agujas del reloj.
El vínculo difícil y conflictivo entre Felipe II y Don Carlos, su hijo, desatará una tragedia. El detalle que este regisseur destaca, como otro mensaje al público, es cuando Isabel corta sus cabellos, con la intención de afearse, por el momento que está atravesando su alma.
Con una capacidad de trabajo que parece inagotable, Francesco Esposito (a pesar de su trayectoria no quiere que lo llamen Maestro) nos promete escenas de singular espectacularidad. Además sus elogios, cuando se refiere al personal del Teatro encargado del vestuario y la escenografía, son constantes y sinceros. Para el numeroso público que asiste a las óperas del Teatro Argentino, esta versión de “Don Carlos” es posible que sea recordada por mucho tiempo.
Pampi Curuchaga
Fotos: Guillermo Genitti / Teatro Argentino de La Plata
PERFIL
Francesco Esposito
- Su primer acercamiento al teatro tuvo lugar en 1975, con el curso de perfeccionamiento de mimo con Yves Le Breton, de teatro tradicional chino (teatro de sombras) y con la inscripción en el Departamento de Arte, Música y Espectáculo (DAMS) de la Universidad de Bologna.
- Sus primeras experiencias teatrales, como asistente de régie fueron con apellidos conocidos, tales como Pizza, Ronconi, Crivelli, Bolognini, Lavia, Lattuada, Fo, Lavelli.
- Su concepción del teatro lírico se basa en la colaboración imprescindible entre Director de Orquesta, cantantes y escenógrafo y se expresa a través de la atenta observación de los personajes y el análisis de los sentimientos y la búsqueda de las emociones. Sitúa en un primer plano la fidelidad al texto y a los autores, filtrada por una esmerada interpretación crítica que esté en grado de resaltar los componentes fundamentales de la espectacularidad y la comunicación.
- Es docente de teatro y Presidente y fundador de la Academia Harmonica.
Fuente: http://www.aquilaplata.com/destacados/francesco.html
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