sábado, 26 de noviembre de 2011

Tiempo atrás ellas también habían tropezado

OFF, apuntes del teatro platense

Diagonales / 26.11.2011 | Donde la literatura infantil calla, esta obra encuentra un hilo conductor para entender el imaginario que nos saca a flote después de las inevitables caídas. Blanca, Alicia y Bella también habían tropezado, de ahí su indiscutible encanto

Mujercitas

Donde la literatura infantil calla, esta obra encuentra un hilo conductor para entender el imaginario que nos saca a flote después de las inevitables caídas. Blanca, Alicia y Bella también habían tropezado, de ahí su indiscutible encanto

La escena sucede en una habitación trasera del teatro recientemente remodelado, entre piezas de escenografía olvidadas y cabezas de telgopor que alguna vez lucieron pelucas y ahora sólo observan desde los estantes. Frente al espejo vertical las tres actrices se las arreglan para terminar de ponerse la base y delinearse los ojos.

Una de ellas, Coni escucha los movimientos en el pasillo y con una sonrisa se da vuelta para recibir a los invitados. “Recién llegaron, ¿no? Menos mal, hasta recién estuvimos charlando de lo mucho que nos calienta Rodrigo de la Serna”. Aunque las demás se ríen, censuran por vergüenza el comentario entre espontáneo y provocador de su compañera. El arte de la compostura, una de las tantas virtudes señalada históricamente como propia del género femenino.

Cecilia y Eugenia tienen puestos sus vestidos mientras que Coni revolotea todavía por el camarín, celular en mano, mientras consulta cuánto sale la entrada de su propia obra.

Las actrices están confiadas por la función que comenzará en breves treinta minutos, con todo lo positivo y negativo que eso puede resultar. La conversación de las chicas va de Nahuel Mutti a Cassavette pasando por Pina Bausch y métodos caseros de maquillaje. Es la séptima función de Tiempo atrás ellas también habían tropezado y algo de la lógica de la obra, el foco de atención va circulando entre los personajes, se repite aún en camarines.

La directora que escucha las risas entra en escena “me imagino que van a repasar la letra, ¿no? Miren que la de hoy es una función especial es viernes once del once y hay luna llena”. Una sentencia que bien podría dar origen a un cuento infantil.

Puntos suspensivos

A partir de tres féminas paradigmáticas de la literatura infantil, la obra encausa estos personajes que se debaten en busca de respuestas sobre los puntos que no se resuelven en la historia, lo que no queda claro, lo no dicho. La relación entre Blanca y su verdugo, la soledad de Alicia, la amargura de Bella. La directora de la obra cuenta que la escribió en el 2002 y concursó en el Fondo Nacional de las Ares obteniendo una mención de texto en el 2009.

Así fue que tuvo oportunidad de verla en el escenario en Buenos Aires “salió una obra que estaba buena pero no era la mía. Me interesa más escribir y actuar que dirigir, pero me había quedado con ganas de ver la obra que me imaginé, entonces me animé a intentarlo. De entrada contaba con Eugenia Mercante porque había trabajado con ella en Buenos Aires y sin dudas era Alicia. Luego se sumaron Cecilia Coleff y Constanza Mosetti. Al principio tenía mis dudas, un grupo de tres mujeres, más la directora cuatro, más la escenógrafa cinco era mucho. Sin embargo, el grupo tiene una química impresionante, fue un acierto y no creo que haya sido azaroso."

¿Cuál es la diferencia entre Tom Sawyer y Alicia? Que mientras al niño después de sus aventuras tiene el aliciente de haber conocido el mundo, el viaje de Alicia, como el Dorothy, termina por ser catalogado como un producto de su imaginación o un simple sueño. Hasta en los cuentos las mujeres parecen tramitar ciertas cuestiones sólo a través de su imaginación. Esos cuentos sostiene Susana Tale, la directora, “que nos han agobiado con sus modelos exigentes e irreales.

Paradójicamente, cuando tropezamos con el vacío ese imaginario nos salva. Nos salva nuestra propia memoria distorsionada por la imaginación. Cada uno fantasea su propio cuento y eso no está mal, o al menos es bastante irrenunciable”.

Mientras en el escenario terminan de acomodar las luces, un trabajo milimétrico a cargo de la escenógrafa Marta Dillon, las chicas terminan de repasar los últimos detalles del vestuario. Cuando se hacen presente en el escenario cada cual toma un espacio: en el banco Coni tira letra mientras Eugenia se acurruca en la oruga y Cecilia prueba el banco que en la función anterior le trajo algunos problemas. Son miles de detalles diferentes y personales a tener en cuenta pero a medida que son llamadas para probar las luces todas sin excepción se quejan de la proximidad a la primera fila.

Algo que la propia directora reconoce como nuevo “la cercanía milimétrica que tienen los actores con el público en ese espacio que aportó un condimento importante. Una energía más contundente que están capitalizando muy bien aunque se quejen.”

Más allá de la letra, hay un murmullo que nada tiene que ver con la obra, las tres están tramando algo lejos de la mirada de la directora que chequea cierta cuestión de la pantalla. Finalmente cuando Susana se desocupa copan la parada y a caballo de la canción que Rita Hayworth canta en Gilda, las chicas arman un cuadro al mejor estilo Moulin Rouge.

La voz cantante es la de Coni, quien en la obra interpreta esta canción, pero los coros de Euge y Ceci con coreografía propia son una creación colectiva. “Al final tanta técnica, tanta formación, tanta Escuela de teatro para terminar con el conchero y la revista”, dice Cecilia cuando terminan. ¿Nuevas fantasías de la mujer moderna? Aún está por verse. Más cómplice que como un reto, la directora las llama al centro y les pide que se concentren y por lo bajo le dice al equipo: “por más que les de indicaciones como directora, tengo claro que la obra es de los actores. Este es el momento que me da envidia y me encantaría estar de ese lado”.

Esta es la segunda obra de Tale pero en la primera dirigió textos de autores grosos, lo que le permitió también actuar. En cambio en esta, el estar afuera le permite tener una mirada sobre el tránsito de la obra, Susana afirma que “para mí si bien partí de los cuentos, la obra muestra mujeres actuales que retoma discursos contemporáneos y vivenciales, algunos autorreferenciales y otros escuchados. Al principio me parecía que estos arquetipos de los que uno reniega no son propios de la literatura sino que se replican en el cine, por eso aparece Rita en Gilda.

Quería renegar de esos arquetipos pero a la vez valorar la importancia de la fantasía y la conformación de carácter de cada uno, la imaginación como huida pero también como posibilidad de construcción. Después me di cuenta que era una obra con fuerte contenido en comunicación, ellas no se conocen, aparecen en ese lugar, van formando vínculos aunque cada cual habla de lo suyo. No es una obra lineal, de hecho quería que el público viva esas mujeres como una pincelada.

No tengo intenciones de contar una historia sino quiero plasmar un mundo, un ambiente, un discurso y una emoción de estas mujeres en un contexto”. Y de tanto, algo se terminó armando, tanto dentro como fuera de la obra, contenidas por un relato ficcional del que todas terminaron por hacerse cargo.

[FICHA TÉCNICA]

Ahora se dice que detrás de las grandes mujeres, hay un gran hombre. Del mismo modo que de toda obra, un gran equipo:

Actrices: Constanza Mosetti, Eugenia Mercante y Cecilia Coleff.
Escenografía e iluminación: Margarita Dillon.
Visuales: Andrés Dillon.
Diseño Sonoro: Agustín Araneda.
Ilustración: Manuela Coll Cárdenas.
Técnica: Alfredo Nuñez.
Fotos: Natalia Risso.
Realización escenográfica: Analía Bertola, Margarita Dillon y Liliana Cáceres.
Dramaturgia y Dirección: Susana Tale

MUJERES EN FUGA (DE LO ONÍRICO)

“Vamos a dar sala”, dice la directora antes salir por la puerta doble hoja típica de una casa antigua. Las actrices se esconden detrás de la pantalla vertical que las doblega en altura, se escuchan unos gritos y saludos en clave de susurro. Luego un silencio sostenido. La puerta se abre y entra el público que se ubicará en las tres filas de sillas perfectamente acomodadas entre dos columnas. Coni asoma la cabeza para espiar y se da cuenta que la gente ya está entrando lentamente a medida que los ojos se acostumbran a la tenue luz. Con una sonrisa que queda suspendida en el aire, vuelve a su escondite del que saldrá convertida en personaje.

Cuando el público termina de acomodarse, el tráiler blanco y negro presenta los personajes desde la pantalla a la derecha con algunas puntas o claves del conflicto que cada una encierra debajo de una piel lozana. La primera en entrar es Bella (Coni) quien aún con el vestido blanco, cuenta su historia en primera persona con las preguntas que sobrevinieron luego del happy ending. A su turno, desde la oruga gigante, Alicia relatará sus aventuras maravillosas, esas de las que terminó siendo único testigo.

Sucesivamente los tres personajes toman la palabra, literalmente con la conciencia vital de que es el momento de decir aquello que en la letra escrita no figurará y en definitiva de escuchar su propia voz. Al principio ni siquiera se trata de un diálogo o de camaradería entre señoritas, es la necesidad de expresarse brotando de estas mujeres bellas, jóvenes y con todo un futuro por delante. Pero a medida que van dando rienda suelta a los hilos narrativos, el escenario se cubre con una tela gigante en la que ellas no pueden evitar quedar presas.

En el espacio no hay indicios de qué se trata ese lugar, es mediante las palabras de los personajes que va cobrando un sentido mientras que los contados elementos son funcionales a los desplazamientos de los personajes. La pantalla también se mueve entre usos disímiles siendo al mismo tiempo el único hombre de la obra, humo a lo David Linch, un confesionario y nada de lo antes dicho.

Así estas mujeres prisioneras de sus sueños, hablan de cosas tan sencillas como su vida cotidiana en el castillo que se han ganado y perseguido con temor. Cuando eran más jóvenes aún y no sospechaban que ser la heroína de la historia, sin dudas ni reproches, no es una tarea sencilla de sostener todos los días. Ellas se dan cuenta que tiempo atrás habían tropezado y fueron felices para siempre.

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-167987-Tiempo-atras-ellas-tambien-habian-tropezado.html

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