Sábado 31 de agosto de 2013 | Publicado en edición impresa
Protagonista de Corazón de León y Los locos Addams, la actriz indaga en los placeres de la actuación y de ser siempre otra
Por Natalia Trzenko | LA NACION
Julieta Díaz y un año cargado de trabajo Foto: Marcelo Gómez
"Mis personajes son muy diferentes entre sí. Es lo que me divierte: jugar a ser otra persona. No me divierte hacer de mí", dice Julieta Díaz y el comentario sirve para confirmar lo que ya sospechaban quienes la conocen por sus personajes, siempre distintos entre sí, en TV, en teatro y en cine. Por estos días, allí, en la pantalla grande, la actriz es Ivana, abogada de treinta y pico, una mujer divorciada que un buen día -o en realidad una noche después de un día no especialmente bueno- conoce a León, un pequeño gran hombre que lo tiene todo para hacerla feliz, salvo estatura. La película, Corazón de León , dirigida por Marcos Carnevale y con Guillermo Francella como el señor de los sueños altos y el físico de 1,36 metros, está primera en la taquilla, lleva más de 800 mil espectadores en sus dos semanas en cartel y es ya la segunda comedia exitosa en poco más de un año que tiene a Díaz jugando a ser otra. En Dos más dos, fue la esposa del personaje de Adrián Suar, una mujer en busca de algo distinto para su largo matrimonio; había sido la Eva antes de Evita de Juan y Eva, el film de Paula de Luque, y ahora también es, más allá de la pantalla, la bella y gótica Morticia en la comedia musical Los locos Addams .
Aunque ella asegure que no hay nada demasiado calculado en su carrera, no es nueva esta fijación de Díaz por la novedad, por no repetir la fórmula. Ya desde el comienzo de su camino profesional, cuando hacía pequeñas participaciones en programas de Pol-ka -de Verdad-Consecuencia a Carola Casini y de allí a Gasoleros, hasta llegar a los papeles más grandes en Campeones, Ilusiones, 099 Central y Soy gitano- , todos mostraban siempre algo diferente, un cambio, nunca la misma persona y, sin embargo, todas eran ella. La que se entusiasma tanto con lo que cuenta que habla rápido, volando de una anécdota a otra, pero vocalizando claro, clarísimo, dónde otros elevarían la voz o se atropellarían con su propia pasión por decir lo que quieren decir.
"Cuando Marcos me habló de la historia me encantó. La idea de una comedia romántica con un protagonista que mide 1,36 metros me pareció algo raro, obvio, pero me sedujo. Aunque sabía que era difícil, que era una línea muy finita y que se podía caer en el ridículo. Pero lo conozco a Marcos, trabajé mucho con él y estaba segura de que no se iba a ir para ese lado. La gran incógnita era si se podía hacer bien el truco de la altura. Me preocupaba, pero me aseguró que si no quedaba bien, si quedaba trucho, no lo hacía. «Ya lo probé, ya lo achiqué a Guillermo y queda buenísimo», me dijo", recuerda Díaz con humor. Claro que, pasado el escollo técnico, quedaba por resolver cómo interpretar a esa mujer que debe lidiar con los prejuicios propios y ajenos, con un afuera tan revolucionado por la relación como sus propias emociones.
"Me concentré en lo que le pasaba a Ivana y en contarlo con la mayor cantidad de verdad posible. Me concentré en el cómo más que en el qué. A veces los actores nos preguntamos: « Y ¿cómo habla Ivana, cómo camina?» En general está buenísimo ese trabajo, pero en este caso era tan potente su historia de amor que, para mí, lo más importante era qué le pasaba a Ivana con eso. Y que el público entendiera y se identificara con ella", dice la actriz, que ya parecía una experta en esto de ser el punto de referencia, la que pone el alma en medio de la locura y la comedia. Antes, en Dos más dos , era la que se animaba primero, la que encarnaba el tabú del tabú y le ponía sentimientos al sexo entre amigos. Y acá lo hace otra vez: ella representa al público, es la que nos hace preguntarnos qué haría uno en su lugar. Enano sí o enano no. Ella está ahí para enfrentar al espectador con sus prejuicios y sus limitaciones; para cuestionar la apertura mental y las buenas intenciones frente a la realidad de elegir compartir la vida con alguien distinto. Y algo de eso sabe también el otro personaje que la ocupa por estos días: la bellamente tenebrosa Morticia Addams. Otra novedad para Díaz que, jura y perjura, jamás se imaginó como actriz de musical.
"Cuando me llamaron pensé que se habían equivocado. Es que yo estudio canto y estudié flamenco, pero no soy ni baila ora ni cantante. Pero me dijeron: «Esto no es Chicago . No necesitamos una bailarina y una cantante que actúe, necesitamos una actriz que cante y baile». Les pedí que me mandaran las partituras de las canciones de Morticia para que las viera mi profesora de canto, Katie Viqueira, porque si ella me decía que las podía hacer, me animaba a la audición. Si no, no. Y recién cuando me dio el visto bueno me puse a prepararme y mientras lo hacía cada vez me entusiasmaba más. Vi cosas en YouTube de la versión de Broadway y para cuando llegó el día de la prueba, la quería hacer. Pero no pensé que iba a quedar", dice la actriz, que una vez elegida empezó un período de intensos ensayos, "dos meses, diez horas por día, de lunes a sábado". Un entrenamiento intenso que la ayudó a disfrutar de cada función en el Teatro Ópera, un lugar con capacidad para más de dos mil espectadores que adoran ver a los excéntricos Addams encabezados por Díaz y Gabriel Goity en vivo y en directo. Un ejercicio teatral que para su protagonista es tan enriquecedor como agotador. "Es muy fuerte la respuesta del público, son dos mil personas que se ríen, que disfrutan con lo que hacemos. Y yo me divierto mucho. A pesar de que los días de función doble son bravos, cansadores", dice con una sonrisa resignada porque sabe que el cansancio es parte del juego. "Cuando hacés una tira el cansancio es más mental porque tenés treinta escenas por día, te tenés que acordar de la continuidad, de la letra, estás encerrado en un estudio, pero los dos son laburos muy placenteros. Mínimamente tenés que cansarte, si no ya sería demasiado, demasiado a favor. Lo único que falta es que no me cansara." Y el comentario anticipa lo que vendrá: un 2014 en el que probablemente la energía esté puesta en la TV, más precisamente en una tira diaria.
"Cuando me preguntan qué quiero hacer, cine, teatro o televisión, me resulta muy difícil contestar porque en general me entusiasman los proyectos más que el medio dónde se realicen. Si me ofrecen una obra de teatro que está buena, una película que está buena y una tira que está buenísima y, a lo mejor, hago la tira. Ahora hay menos prejuicios con esos cruces entre los tres medios, pero de todos modos yo no me considero una actriz de televisión. Sé que hice mucha TV y que me hice conocida ahí, pero no me considero una actriz de televisión. Yo soy actriz y punto. Actriz de las tres cosas", concluye Díaz contundente, clara y fuerte, parecida, pero no igual -nunca igual-, a las mujeres a las que se divierte interpretando.
SUS PERSONAJES MÁS RECIENTES
Ivana Cornejo:
en Corazón de León, interpreta a esta abogada divorciada que se enamora de un hombre perfecto para ella. Salvo por el hecho de que mide 1,36 metros
Morticia Addams:
una versión aporteñada pero igual de sexy, oscura y graciosa del personaje que nació en la TV, pasó por el cine y ahora se puede ver en el musical de Los Locos Addams
Emilia:
su personaje en Dos más dos ponía en marcha el conflicto cuando le proponía a su marido empezar una aventura swinger con una pareja de amigos cada vez más íntimos
Eva Duarte:
en Juan y Eva encarnó a la mujer antes del mito, a la joven actriz que se enamora de un coronel del ejército, cuyas ambiciones políticas no empañan la relación que empiezan a construir