TEATRO EN EL VIEJO ALMACEN EL OBRERO Lunes 12 | Agosto 2013
La obra de Gombrowicz, Yvonne, princesa de Borgoña, reestrenada durante el mes de agosto en el Viejo Almacén El Obrero, es una joya clásica contemporaneizada con dirección de Alejo Marschoff. La Culturosa se metió en ese mundo de intrigas e intentó desentrañarlas.
Por Clarisa Fernández
El público que estaba esperando en la sala, de repente se dio vuelta porque unas voces salidas de la nada, empezaron a llamar la atención. También sus vestuarios, de grotesca elegancia e indiscutible oscuridad. Estos personajes, subidos en un pequeño escenario móvil, invitaban al público a entrar a la sala, densa, cargada de un intenso halo de misterio. Esa densidad debe haber sido imaginada por el novelista y dramaturgo polaco Witold Gombrowicz, cuando escribió Yvonne, Princesa de Borgoña, allá por 1935. Protagonista de una vida de película, Witold nació rico y desde chico quiso escribir, pero nadie le dio crédito. Tenía que pasar por la guerra, por el exilio en Argentina, trabajar de lo que venga y esperar a viejo para que se reconozca su producción como lo que es: novedosa y escandalosa para la época, crítica de su propio país y de los estamentos acomodados hipócritas. Todo un chico rebelde.
Hoy parecería difícil poder retomar esa crítica feroz desde un lugar original, que no sea el sentido común apostado en los medios de comunicación y las redes sociales. Ya no es novedad la crítica (al menos superficial) y el revelamiento de las miserias de los seres humanos. Pero si hay algo mágico, capaz de transformar esa intención en algo atractivo, seductor y atrapante, es el teatro. En 1972 Roberto Scheuer y Jorge Lavelli adaptaron la obra de Yvonne para su representación en el Teatro San Martín de Capital. Hoy, bajo la dirección del platense Alejo Marschoff, se nos presenta una versión que respeta el estilo absurdo y paradójico de Grombrowicz, aggiornada con toques estéticos que lo refuerzan y destacan.
La pobre Yvonne (Clara Carzolio) es una muchacha enigmática, sin “gracia”, que permanece todo el tiempo callada y con la mirada perdida, subsumida en su propio mundo. Justamente eso es lo que atrae la atención del príncipe Felipe (Victor Espinosa), joven caprichoso e inmaduro que se compromete con ella por el solo hecho de experimentar una y otra vez esa oscura irritación que Yvonne le despierta. El cómplice y amigo de Felipe, Cirilo (Lucas Lopisi), lo acompaña en sus locuras como una sombra enigmática, mientras que sus padres, el rey Ignacio (Diego Mendoza Peña) y la reina Margarita (Julieta Acosta) intentan disuadirlo del compromiso sin éxito. La constante presencia del lacayo real Chamberlain –magistralmente interpretado por Estanislao Pedernera- adornado con plumas, amante del rey y profundamente inteligente, es el epicentro de la intriga que atraviesa toda la tumultuosa y escalofriante vida de la familia real.
La entrada de Yvonne en el palacio, esa figura que pareciera “no decir nada” por sí sola, es una bomba de tiempo para que estallen en cada personaje los secretos y miedos escondidos. Aludiendo a las caretas que todos llevamos puestas, Gombrowicz rascó la superficie y desenterró los huesos podridos que anidan en los cuerpos de la realeza, mostrándola a Yvonne como detonante. Acusada, maltratada, ultrajada y temida por todos, uno a uno caen en una telaraña tejida por ellos mismos, donde la princesa de Borgoña es el centro. Isabel (Surai Bellusci), la Tía (Paola Cárdenas) y el Mendigo (Emiliano Matías González), completan el mapa de personajes que despuntan los nudos secundarios de la red.
Con un humor psicologista y cargado de ironías, el absurdo se devela lentamente. La cadencia del relato se carga cada vez más durante las dos horas que dura el espectáculo. La musicalización, compuesta sólo por un bajista que toca en vivo durante toda la obra, se combina con un juego de luces que profundizan el drama. Los cuerpos y las voces de los actores, exultantes y comprometidos con la historia, trazan un interesante recorrido de juegos espaciales, entradas y salidas en la escena. Si algo tiene la historia son las sorpresas, las que, cual novelón mexicano, se develan a la largo del espectáculo generando situaciones delirantes que van diluyendo lo dramático en un humor negro hilarante. Hacia el final, la incorporación del público en el relato es otra novedad, que acerca la historia al espectador, lo incluye e invita a participar.
La propuesta de Marschoff logra constituir un relato atrapante con una historia que fue escrita hace casi un siglo, con personajes de un entorno que están lejos de la clase media argentina. Lleva los sentimientos universales a un plano de humor absurdo con detalles contemporáneos, excelentemente transmitidos en las actuaciones. Termina la obra y un se va, con el estómago lleno y la cabeza rimbombante, preguntándose qué es eso que tiene Yvonne, que te pone los pelos de punta y te dan ganas de gritar. Quizá es la careta nuestra de cada día, que desde antes de Gombrowicz existe, y cuando aparece, nos despierta los más profundos temores.
Ficha Técnica “Yvonne, princesa de Borgoña”.
Grupo Merdre
Dramaturgia: Witold Gombrowicz. Versión: Roberto Daniel Scheuer, Jorge Cesar Lavelli- Dirección: Alejo Marschoff -Actúan: Clara Carzolio, Victor M. Espinosa, Diego Mendoza Peña, Estanislao Pedernera, Surai Bellusci, Julieta Acosta, Lucas Lopisi, Paola Cárdenas Olivo, Emiliano González- Producción ejecutiva: Manuela Lucía Suárez -Escenografía e iluminación: Romina Galeazzi -Vestuario: Romina Galeazzi, Elizabeth Díaz -Maquillaje y Peinados: Ayelén Peralta, Virginia Jacquet -Diseño gráfico: Merdre -Fotografía y video arte: María Eugenia Blanco (fnf)
Música video: Guillermo Detzel -Chef: Laura Therisod -Musicalización y ruido: Merdre
Viejo Almacén El Obrero (calle 13 y 71, nº 1900)- sábados de agosto, 21 hs.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario