miércoles, 21 de agosto de 2013

Julieta Vallina: "Actuar es como una pulsión vital"

Miércoles 21 de agosto de 2013 | Publicado en edición impresa

Debutó en teatro con Daniel Veronese con personajes que parecían escritos para ella; actualmente, esta intérprete actúa en Triste golondrina macho, obra de Manuel Puig con puesta de Guillermo Arengo y Blas Arrese Igor

Por Alejandro Cruz  | LA NACION

"La situación del Complejo Teatral es de un nivel de desidia y dejadez enorme", apunta Vallina. 
Foto: LA NACION / Fabián Marelli

En la esquina de Garay y Dean Funes está el bar Florencio Sánchez. Justo frente a él había un estatua ubicada en medio de un bonito bulevar que recordaba al dramaturgo uruguayo. Ahora por ahí pasa un Metrobus.

Con el tiempo, esta esquina cambió. También cambiaron muchas cosas en la vida de Julieta Vallina, una excelente actriz con una expresión de lo trágico que un director como Daniel Veronese, por suerte para nosotros, supo detectar ya hace tiempo. En estos días, su enorme expresividad está en juego en Triste golondrina macho , obra de Manuel Puig, dirigida por Blas Arrese Igor y Guillermo Arengo, que se presenta en el teatro Regio.

Julieta nació en La Plata, hace 41 años. En su último año del secundario se anotó para estudiar teatro en la facultad. A los pocos días, un docente le dijo que tenía pasta. Eso la entusiasmó. También se anotó en Bellas Artes. La pintura le fascinaba. "Igual fue un choque porque me di cuenta que no era tan buena como mis compañeros. Le ponía voluntad, pero no alcanzaba", reconoce.

Su padre es crítico de cine. Eso hizo que desde chica viera muchas películas. A veces, luego de ver una, le pasaba de quedarse fijada en un personaje durante semanas. Le sucedían cosas como éstas: veía una película con Jack Nicholson y pensaba que miraba como Jack Nicholson. Más que eso: estaba segura. Igual, la timidez siempre le ganaba terreno. Sus momentos más explosivos eran durante el horario del almuerzo. En esos mediodías ella, en su cuarto, imitaba a familiares o conocidos.

En el andar, fue definiendo sus paso. Hace unos 15 años dejó La Plata para irse a vivir a Tigre. Trabajaba en Parque de la Costa como titiritera y como actriz. A veces, cuando pintaba, también hacía reemplazo de bailarines. "Fue una etapa de mucho aprendizaje. En su momento me daba un poco de vergüenza contarlo, pero ahora lo reivindico con orgullo". En Buenos Aires vive hace unos diez años a pocas cuadras del bar.

Debutó en teatro en un marco único: un festival muy cool belga con un trabajo de El Periférico de Objetos: Monteverdi Método Bélico . Ese fue su primer viaje. Después, de gira, vinieron muchos otros de la mano de montajes dirigidos por Veronese. Y vinieron espectáculos con Mariano Pensotti, con Lola Arias o con José María Muscari. Con él, por ejemplo, hizo un versión de Electra en la que desparramaba sensualidad y humor. "Más allá de mi formación, siento que en el hacer fui aprendiendo el oficio", reconoce. Después dirá: "Actuar es un pulsión muy vital que atraviesa todos estos años".

En eso de tocar distintos tonos actorales, confiesa admirar a Mirta Busnelli (obvio, yo también). Sabe que en poco terminará dirigiendo como si ése fuera el camino o el próximo paso dar. Uno de los últimos pasos fue su participación en Tiempos compulsivos . Ahí conoció a Daniel Barone, el director de ese brillante unitario, a quien terminó admirando.

UN MUNDO, TODOS LOS MUNDOS

De hace unos meses su lectura obligada pasa por el universo Puig. En verdad, siente que cada propuesta le permite indagar mundos que no tenía pensando. Del escritor de Boquitas pintadas, el último texto suyo que subió a escena en un teatro comercial, le fascina el conocimiento que tiene del mundo de lo femenino. Eso sumó. También el elenco, el equipo todo. "Hay una decisión de puesta muy contundente ligada con algo muy plástico. Es casi un friso. Los personajes estamos sobre una pasarela de medio y medio de ancho, todo muy al frente, muy teatroso", cuenta.

"Mi personaje es hermoso", agrega. Claro que esa hermosura tiene sus particularidades ."Es una chica que a los 27 años se suicida porque nunca nadie la amó y se le aparece a la hermana menor, el papel de Romina Gaetani, como un espectro lleno de resentimiento y dolor. Mi personaje es como un exponente del amor romántico por excelencia. Como que hay que prenderse fuego por amor...". Se toma un tiempo y, con la mirada baja, agrega: "Yo soy un poco así..." . Y se ríe con timidez porque así también es ella.

Para componer a ese personaje se empachó viendo películas de exorcismos y posesiones satánicas. "Robé todo lo que pude", apunta, para dar vida a un texto inclasificable y experimental con "elementos de una comedia de muertos", como se descripto a esta pieza.

Originalmente, Triste golondrina macho se iba a estrenar hace mes y medio. Para ese momento, ella estaba protagonizando Vacaciones en la oscuridad , en La Plaza. La idea de estar haciendo dos trabajos radicalmente opuestos le gustaba. "Siempre me interesó la posibilidad de ir y venir entre lenguajes distintos. Me prueba a mí misma", dice al pasar.

Claro que ese trabajo simultáneo basado en registros expresivos diversos no se pudo dar. Vacaciones en la oscuridad , cosas de una extraña lógica de la escena comercial, duró apenas un mes sin haber tenido la posibilidad de madurar. "Entre el elenco decíamos que fue como un típico amor de verano...", se ríe. Del otro lado, por problemas en la escenografía y los crónicos (e incomprensibles) inconvenientes administrativos en el Complejo Teatral de Buenos Aires, el espectáculo recién se estrenó la semana pasada.

"La situación del teatro es de un nivel de desidia y dejadez enorme. Yo ya trabajé siete veces en el Complejo Teatral. Siempre había atrasos en los pagos, pero ahora se ve una situación de vaciamiento. Esta cuestión de estar ensayando cuatro meses sin cobrar es insostenible. Uno no puede, con su plata, financiar al Estado. Es humillante", apunta. De golpe, su mirada se pone firme y se queda mirando para afuera de la ventana del bar buscando a la escultura de Florencio Sánchez en donde, ahora, pasa un colectivo al que llaman Metrobus.

MANUEL PUIG, EN EL TEATRO REGIO

Triste golondrina macho cuenta con las actuaciones de Romina Gaetani, Guillermo Arengo, Blas Arrese Igor, Mónica Raiola y Julieta Vallina. El vestuario es de Pablo Ramírez, las luces son de Alejandro Le Roux, la música de Diego Frenkel y la escenografía pertenece a Romeo Fasce y Luciana Quartaroulo. Va de jueves a domingos, en el Teatro Regio, con entradas desde 45 pesos.

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