Domingo | 26.05.2013 Publicado en Edición Impresa: Revista Domingo
En el año del bicentenario del compositor alemán, el mundo entero celebra la fecha y organiza muestras, conciertos y charlas sobre uno de los artistas más controvertidos y apasionantes de la música clásica. Para sumarse a la celebración universal el Teatro Argentino de La Plata ya prepara para octubre la ópera “El holandés errante”, en lo que será la tercera vez en toda la historia del teatro que se presente una obra completa del compositor teutón
Richard Wagner |
El bicentenario del nacimiento de Richard Wagner (22 de mayo de 1813) ha reabierto la relación amor-odio del mundo -en particular de Alemania- hacia uno de los compositores más geniales y controvertidos de la historia, quintaesencia de la “germanidad” y a la vez universal.
Leipzig, la ciudad donde nació, y Bayreuth, donde mandó construir un teatro a medida para sus óperas, comparten por estos días el protagonismo de las celebraciones, entre conciertos, seminarios, exposiciones y todo tipo de actos de devoción al compositor.
La ciudad sajona se reivindica en este “Año Wagner” como la capital de la música por excelencia de Alemania, ya que ahí nació Wagner y ahí vivieron, en distintos momentos, Johann Sebastian Bach, Felix Mendelssohn-Bartholdy y Robert y Clara Schumann.
El “Anillo” se representó este año en su integridad, por primera vez en décadas, en la modesta ópera de Leipzig y en esa ciudad quedará inaugurado un monumento al compositor la semana pasada, en medio de una conferencia internacional entorno al “Mito Wagner”.
En Bayreuth también se ofrecerán concierto dedicados al músico alemán, e incluso el Teatro Argentino de La Plata quiere aprovechar el bicentenario de Wagner para presentar en octubre una de sus óperas más aclamadas: “El holandés errante”.
“Es la segunda vez en toda la historia del Teatro Argentino que se presenta una ópera completa de Wagner”, precisaron fuentes de ese centro cultural, quienes explicaron que, por tratarse de un autor cuyas composiciones musicales y teatrales requieren de una puesta mayor al común de las óperas, los trabajos del músico alemán suelen ser tenidos en cuenta sólo en el marco de conciertos pero sin exponer la totalidad de la obra.
“A Wagner se le adora o se le detesta. Y esto sirve tanto para su música como para él, como persona”, resume Sven Oliver Müller, autor del libro “Richard Wagner und die Deutschen. Eine Geschichte von Hass und Hingabe” -”Richard Wagner y los alemanes. Una historia de odio y entrega”-.
Y lo que dice este especialista no parece exagerado: las óperas de Wagner pueden ser estridentes, excesivas o hasta insoportables, para quienes no se cuentan entre sus admiradores, o transportar a quien las escucha al éxtasis, si está en el hemisferio opuesto, musicalmente hablando.
“Como hombre fue un ser monstruoso”, agrega el historiador, en alusión a sus infidelidades, carácter manipulador y reconocido antisemitismo, que el autor del libro califica de “oportunista”.
El máximo exponente de ese recalcitrante antisemitismo fue el ensayo publicado en 1850, bajo el título de “Das Judenthum in der Musik” -”El judaísmo en la música”-, del que no solo no se retractó sino que incluso escribió una segunda versión, más dura, en 1869.
Sus tesis fueron celebradas por Adolf Hitler, que convirtió su música en dogma operístico del Tercer Reich y proscribió a Mendelssohn, de origen judío y tachado de “débil” por Wagner.
“Lo relevante de Wagner no es lo que hizo en vida, sino cómo influyó y sigue influyendo en Alemania y los alemanes, que cada par de décadas cambian su perspectiva sobre él y su música, readaptan su interpretación del genio”, apunta Müller.
Para el llamado Rey Loco, Luis II de Baviera, el mecenas que financió su teatro y palió sus sucesivas bancarrotas hasta casi hundirse con él, representó el espíritu del elitismo, por mucho que Wagner había repudiado, en tiempos de bonanza, la monarquía.
Su antisemitismo, en vida, lo encumbró a los altares del nazismo, estigma que permanece tanto sobre su música como sobre Bayreuth, por mucho que para cuando Hitler llegó al poder Wagner llevaba medio siglo muerto.
El mensaje anticapitalista del “Anillo” le dio rango de revolucionario y hasta comunista, para otros, por mucho que el propio Wagner, tocado por el individualismo anarquista, tachó el marxismo de exponente de una forma de egoísmo moderno.
En la Alemania de hoy, el fervor por Wagner es un fenómeno apartidista, que comparten la canciller Angela Merkel o la líder de los verdes Claudia Roth, exministros socialdemócratas y destacados poscomunistas.
La pasión por el “Anillo del Nibelungo” es planetaria y el resto de las obras se repetirán este año en distintas partes del mundo. Esta semana comenzó en Europa pero seguirá en el resto del globo en lo que queda del año. El turno de La Plata será en octubre, cuando el Teatro Argentino descorra el telón y, con una ópera aclamada por la crítica, se sume también a los festejos.
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“Transformó el mundo de la ópera”
Por CARLOS VIEU (*)
Wagner en Lucerna (1868) |
Como músico profesional y como público habitual de las salas de opera y concierto, estoy acostumbrado a la modalidad que, cada vez que se conmemora un aniversario relacionado con la existencia de los grandes creadores del arte musical, es esperable y habitual que una serie de eventos se produzcan en homenaje a la figura. Así, naturalmente la programación de sus composiciones y obras obtienen un incremento notable en toda programación artística de Teatros y Orquesta, y los homenajes y citas alusivas a los diferentes compositores se hace muy frecuente. Esta temporada 2013, reúne una serie de nombres muy importantes para recibir estos homenajes y valoración, consecuencia de la herencia que legaron a la humanidad y de su peso histórico-musical. Verdi y Wagner son algunos de ellos. En esta semana nos ocupa el segundo nombre mencionado: Richard Wagner, quien dejara su marca de fuego con enormes aportes a la evolución del lenguaje musical y teatral, con su ideología y concepción de una autentica opera alemana de resonancia mundial. Hace 200 años nacía este genio de la música.
Seguramente los datos biográficos y la literatura Wagneriana serán citados por demás por estos días de festejo, por lo cual se me ocurre a modo de complemento, citar la relación del compositor con la ciudad de La Plata, ya que salvo emprendimientos mas humildes como la incorporación de fragmentos o sus preludios y coros en varios conciertos de la historia del Teatro argentino, es de reciente época la ejecución de títulos enteros de producción propia.
Quien escribe, tuvo la dicha de debutar en esta querida sala en Diciembre de 1997 con una gala Verdi- Wagner, justamente dos de los músicos homenajeados en 2013, y desde ese momento ya se hablaba de que con la inauguración de la nueva sala (que por esos años del Cine/Teatro Rocha se esperaba fervientemente) podría producirse en algún momento la incorporación a las Temporadas Líricas un titulo Wagneriano. En realidad, en el año 1952, Lohengrin había sido el primer intento, pero se había cantado en Italiano. Recién 59 años después de ese Lohengrin, la gestión anterior de nuestro Teatro programo y puso en escaña una de la mas sublimes paginas de la literatura Wagneriana: Tristán e Isolda, con puesta de Lombardero y batuta de Perez- Pouilleux. El gran desafío artístico genero una gran expectativa y así, la Sala se colmo de gente que disfruto de el primer evento en la historia en que Wagner se cantaba por fin en su idioma original. Luego vendría la primera de la operas de la famosa Tatralogia, que como todos sabemos, ha quedado en suspenso por motivos financieros, pero que de todos modos, y reiterado el exijo en El Oro del Rin, ha dejado huella para que a futuro (esperemos no lejano) se retome la idea de completar el ciclo, generando así una nueva y enriquecedora relación del genio alemán con el publico platense. En esta temporada de transición, en que un nuevo equipo tratara de retomar el nivel y la expectativa de espectáculos del Argentino hacia 2014, y mientras se continua con el ciclo de conciertos (que a sala repleta ya va por su sexto concierto, incluidos aquellos en ayuda a los damnificados por la ultima inundación), el renovado y efusivo manifiesto del publico con su entusiasmo y aplauso sostenido, nos dan pie para tener la firme esperanza de que el Argentino, con el apoyo de los máximos responsables políticos de la cultura bonaerense se recupere y vuelva a esos días de brillo. De todos modos no podían faltar Verdi y nuestro homenajeado de esta semana, el gran Richard Wagner, de quien se podrá oír por primera vez en La Plata su Holandés Errante, que subirá a escena en Octubre con la batuta de quien suscribe y puesta del Francés Louis Desire. Contamos para ello con un gran elenco y mientras nos preparamos entusiasmados con el proyecto, rendimos justo homenaje a este genio de la música que transformo el mundo de la opera y se animo a dar un paso adelante de sus predecesores en estilo, calidad y visión de futuro. Después de Wagner el genero lírico ha sufrido una notable evolución por influencia de su estilo y ha marcado un sello propio dentro de la literatura operística mundial. Festejemos entonces que en tiempos actuales no se olvide a estos enormes compositores que nos enriquecen la vida cada vez que suena su música.
(*) Director titular de la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata
Su obra
Las óperas de Wagner pueden ser estridentes, excesivas o hasta insoportables, para quienes no se cuentan entre sus admiradores, o transportar a quien las escucha al éxtasis, si está en el hemisferio opuesto, musicalmente hablando.
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