sábado, 11 de mayo de 2013

Pedro Aznar, aquí y Ahora


El insigne músico mantuvo una extensa entrevista con Hoy, previo a su llegada a La Plata, donde se presentará esta noche con su espectáculo unipersonal. “Ojalá que mi música revolucione como la de Los Beatles”, se esperanzó

Pedro Aznar es uno de esos artistas que no necesita presentación, porque la música lo presenta. Basta con recordar –o volver a escuchar- su bajo sonando en la década del ’80, como pieza clave de Serú Girán, junto a Charly García, David Lebón y Oscar Moro. Basta, también, con decir que a mediados de la misma dé- cada inició su carrera solista y desde entonces no paró de crear; desestimó la comodidad del pasado exitoso y se dedicó a un prolífico trabajo musical que hoy lo traerá a La Plata para presentar su show unipersonal. 

Distendido y con un buen humor que trasciende la virtualidad, Aznar hace una pausa en su gira previa a la llegada a la ciudad y responde a Hoy una larga entrevista vía correo electrónico. Adelanta que, en La Plata, va a hacer un repaso de sus “últimos discos, el estreno de canciones inéditas, un segmento de folklore y uno de música de Los Beatles”, la banda que escuchó a los seis años y lo “catapultó definitivamente a la órbita musical, y al deseo de ser parte de esa energía imparable que generaba un grupo de rock. Más tarde vi que muchas cosas pueden ser "rock": Stravinsky es rock, Piazzolla es rock, la baguala es rock -en cuanto a potencia, rebeldía, pasión-”.

Esa búsqueda del niño, que se había acunado con la mejor música, lejos de mermar se acentuaría: a los 15 años fue bajista de la banda de jazzrock de los ‘70, Madre Atómica,-“pese a haber estudiado guitarra clásica desde los 9, el bajo me parecía fascinante”-, y más tarde, con sólo 18, integraría Serú Girán, ese grupo que rompió todos los esquemas en una época en la que decir y pensar eran un atajo hacia la muerte: “Éramos tipos jóvenes, llenos de vida, creatividad e inquietudes, y el clima, por opresivo que fuera, no nos iba a parar. Comunicamos lo que queríamos sin que la censura entendiera el mensaje y funcionó, si no, hubiéramos terminado exiliados, o algo peor”.

Pero permanecieron y trascendieron su época, porque “no fuimos ‘el sabor de la semana’, pusimos en juego valores y conceptos grandes, perdurables, universales. Eso nunca caduca”. Cada uno siguió su camino y Aznar perfeccionó al compositor y multiinstrumentista que es hoy, aprendiendo “de los discos, las partituras, la calle o los conciertos, de aquellos con los que compartí escenarios, ensayos y grabaciones. Sobre todo, de mis maestros, porque un profesor te transmite una técnica; te ayuda a encontrar el artista único que hay en vos. Te ayuda a convertirte en vos mismo”. Esa formación también hizo de él un “formador”.

Aunque, ante esa evidencia, opone humildad: “¡Ojalá lo que yo hago revolucione la cabeza de los pibes como me pasó a mí cuando escuché aquel cañonazo en forma de vinilo –Revólver, de Los Beatles-! Sería una linda forma de agradecer la inspiración que recibí y de pasar la antorcha de la vocación”. 

Los años demuestran que la llama está viva, que las distintas generaciones se encuentran en sus conciertos, agradecidas de “un trabajo respetuoso, donde la prioridad es ofrecer una música que inspire, conmueva y te deje volar”. Eso irán a buscar esta noche, desde las 21, al Teatro Coliseo Podestá (10 Nº 733, entre 46 y 47)

Ahora

Grabado en los estudios londinenses Abbey Road, donde Los Beatles terminaron casi todos sus discos, el último material de Aznar, Ahora, consta de 12 canciones y refleja “un momento espontáneo, en el que hago y digo lo que me parece y confío cada vez más en la intuición, que, en definitiva, sabe mucho más y se equivoca menos que la razón. O, por lo menos, se equivoca más linda y valientemente que ella”. Este Ahora quedará retratado en un CD y DVD que contendrá las grabaciones de sus presentaciones unipersonales y se publicará a fin de año con el título Mil noches y un instante.

Puentes Amarillos

El año pasado, a dos meses de la muerte de Luis Alberto Spinetta, y ante unas 50 mil personas congregadas en la Plaza Italia de Buenos Aires, el músico grabó el emotivo Puentes Amarillos: Aznar celebra la música de Spinetta. Según recuerda, “fue un desafío gigantesco, un abrazo final para el que me ayudaron cien mil brazos. La obra de Luis no se puede abordar livianamente, hay que vérselas con una hondura muy grande y hacerlo desde un gran respeto y la actitud de ponerse al servicio de la obra. Como si se estuviese tocando Bach. Así de involucrado”.

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