La Plata, domingo 26 de mayo de 2013
Catupecu Machu visitó nuestra redacción y repasó sus dos décadas con la música. El próximo sábado, la banda presentará su espectáculo El mezcal y la cobra,en La Plata. Sus recuerdos sobre la ciudad, en una entrevista en la que hablaron de todo
El próximo sábado 1 de junio Catupecu Machuvolverá a La Plata para repasar parte de su repertorio. Pero antes, su cantante y guitarrista, Fernando Ruiz Díaz, y su tecladista, Macabre –integrantes de la banda, junto al baterista Agustín Rocino y al guitarrista y bajista Sebastián Cáceresvisitaron nuestra redacción y repasaron su carrera.
Locuaz y amable, el diálogo con el líder del grupo se desliza como un disco de Catupecu, cualquier vocablo emitido puede tener una connotación que dice más de lo que dice. Macabre acomoda su largo cuerpo en uno de los sillones; mira por debajo de su ya clásico sombrero a la moda, asiente y dialoga con más pausa, en una complementación que cierra el círculo Catupecu: la química grupal trasciende el escenario.
Ambos produjeron su último álbum, El mezcal y la cobra (2011), y, sobre ese proceso, Ruiz Díaz explica que “con la producción podemos vernos desde afuera; escapar del ego que tiene la canción en sí misma y aprender, como mi hija, que todos los días aprende algo nuevo.
Ese descubrir es lo que le da sentido a todo lo que hacemos, nuestro motor es la investigación, el viaje”. Camaleónicos constantes, han hecho de la innovación un ritual en el que cada disco es un renacimiento. En el 2007 ratificaron esa búsqueda, cuando -a un año del accidente automovilístico que inmovilizó a Gabriel Ruiz Díaz, fundador del grupo junto a Fernando- editaron Laberinto y opusieron música al dolor: “Somos experimentadores del asunto este que es vivir y en el estudio traducimos eso. Vivimos una película nueva siempre y, quizá, el punto más complicado para habernos convertido en nuestros émulos fue el accidente de Gabi, pero salimos con un disco que nadie se esperaba -con guitarra criolla, un piano que no tenía distorsión-”, recuerda Fernando, y reflexiona: “A partir de porque una vez mi hermano me encontró triste, con los ojos en el piso y me dijo: ‘mirá para adelante, porque adelante pasan cosas’”.
El mezcal, la cobra e influencias
El tiempo siguió y El mezcal y la cobra les impuso un nuevo desafío: reinventarse tras la salida de su histórico manager, Fausto, y del baterista Javier Herrlein. Para Ruiz Díaz, esa renovación fue como separarse de una novia y volver a enamorarse: “El disco, como todos, es catártico. A través de la música podés reflejar sentimientos universales y, a la vez, lo que te pasa, pero no de un modo literal, porque Catupecu no es así. Yo no soy contador de historias, para eso están Lou Reed, Tom Waits o [Luis Alberto] Spinetta; yo traduzco cosas como si fueran cuadros surrealistas”, pintados con pincel propio, porque “tenemos una manera de vivir muy vívida y de ahí vienen nuestras influencias.
Amo los libros pero, como yo escribo, prefiero tenerlos como fetiche, para no influenciarme. Miramos mucho cine y no sé cómo, pero encuentro cierta influencia de [el director] Terry Gilliam. Por supuesto, también está la música, con los discos de tango, ópera o de Atahualpa Yupanqui de mi papá. El punk me impactó, Depeche Modey los Sex Pistolsme gustaron siempre, pero no hay una influencia particular”, enumera el líder del grupo.
Arte y público
Lejos del elogio del comercio que corroe, la banda se posiciona según una ética y estética atenta a sus oídos, sin demagogia: “Rescatamos el arte que generamos con creces. Eso no significa llevar mucha gente, porque podría pasar eso y que seamos unos impostores”, explica
Ruiz Díaz, mientras que Macabre completa que “la creación es un momento muy íntimo, una cuestión de placer y búsqueda en la que escuchás lo que querés escuchar vos. Por no ser condescendientes con el público es que los discos de Catupecu son lo más honestos que hay, sin pensar en “cómo deberían sonar””.
Ellos son el cuadro; el observador llega después. Pero, también, “la gente te da mucho; no se trata de decir ‘sin ustedes no seríamos nada’, aunque es por ellos que a veces, por ejemplo, damos shows gratis, independientemente del político que los organice”, se explaya Ruiz Díaz y sentencia: “Porque no creo en la política. Nuestra política es de humanidad, creemos en las personas y el único cambio –como ha dicho Gabi- va a venir desde lo humano. No hubo ismo o doctrina que sirviera, y en todo el mundo están mal, matan a gente en todos lados y esto es un quilombo. Por eso, sólo creemos en las personas”.
Volver a La Plata
El sábado 1 de junio, desde las 21, repasarán parte de su repertorio en la sala Opera del Teatro Bar (58, e/ 10 y 11) de La Plata, en palabras de Ruiz Díaz, “cuna de Virus, Los Redondos, Siempre Lucrecia, Estelares,Guasones, todas bandas con las que tenemos muy buena onda. La Plata es hermosa y la conocemos desde muy chicos, cuando veníamos a la República de los Niños; siempre estamos volviendo porque nos tratan con mucho cariño”.
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