Mariano Suárez
La dramaturgia verdiana de "Don Carlos", última ópera de la temporada lírica del Teatro Argentino de La Plata, consumó el cierre de un criterioso programa anual que entregó otros momentos elevados como "Eugene Onegin", de Piotr Tchaicovsky, y "Tristán e Isolda", de Richard Wagner.
Con "Don Carlos", el Teatro Argentino ofreció en la noche del jueves la versión completa (235 minutos) y en idioma original (francés) de la ópera de Verdi -estrenada en 1867-, bajo la dirección del argentino Alejo Pérez y la puesta escenográfica del italiano Francesco Espósito.
El coliseo platense había conseguido este año sobresalir con su apertura de año a través de "Eugene Onegin" y la soprano polaca Magdalena Nowacka (Tatiana) y, luego, mediante la exacerbación musical de Wagner en "Tristán e Isolda", la primera ópera del compositor alemán montada en La Plata en idioma original.
"Don Carlos" volverá a tener función este viernes y el jueves próximo a partir de las 19; y el domingo 27 desde las 18.30.
La ópera de Verdi ofrecida en la noche del jueves pertenece al período de madurez artística del compositor italiano, donde sus tendencias estéticas aparecen moderadas en relación con los estruendos de "Il Trovatore" o "Rigoletto".
El núcleo dramático de la historia es el amor entre Don Carlos (el tenor Enrique Folger) y Elizabeth de Valois (Florencia Fabris), obturado por la conveniencia política que termina por anudar el matrimonio de la heredera francesa con Felipe II, dueño del trono español.
Subyace como trasfondo el impulso de liberación de Flandes y la exaltación de la lucha contra la opresión, una dimensión que le costó a Verdi una recepción dispar de la obra.
El compositor italiano, excelso y a la vez popular, enlazó los actos de la ópera a través de motivos melódicos reconocibles para el público que ayudan a teñir la obra de un sentido orgánico.
En ese contexto estructural, "Don Carlos" ofrece una singular exigencia de montaje por su pluralidad de protagonistas -si se admite el oxímoron-, una demanda que supone once voces solistas, además del coro y la orquesta que, en este caso, asumieron los cuerpos estables del teatro.
Hubo, en ese punto, un comportamiento homogéneo en los roles principales, sin interpretaciones sobresalientes ni desparejas.
Ese colectivo inusualmente numeroso permitió a Verdi conjugar escenas solistas y de conjunto con notable creatividad y espacio para el lucimiento del elenco.
La temporada 2012 del Teatro Argentino ofrecerá un programa ambicioso y, en algún sentido, hasta revelador de un criterio opuesto al que mostrará el año próximo el Teatro Colón.
El programa incluirá dos óperas íntegras de la tetralogía wagneriana: "El oro del Rihn" y "La Valquiria", que el coliseo porteño mostrará en versión acotada.
Fuente: http://www.telam.com.ar/nota/7701/
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