Crítica. Si es amor de verdad, me dirás cuánto entonces Una puesta magnífica.
04.11.2011 | Por Juan José Santillán
Cuál es el diálogo posible con un texto dramático enmarcado como “clásico”? ¿Cómo horadar hoy, por ejemplo, la poética de Shakespeare, la desmesura de sus palabras, y la brutal experiencia temporal a la que expone la sensibilidad de todo acto creador? Si es amor de verdad, me dirás cuánto entonces esboza sobre estas cuestiones una luminosidad tenue, y por ello, contundente. Es un extraordinario trabajo de la platense Beatriz Catani sobre la demoledora Antonio y Cleopatra , de Shakespeare, con dramaturgia de Quico García, y cinco actores (María Amelia Pena, Julieta Ranno, Germán Rétola, Paula Salomón y Juan Manuel Unzaga) que valen la pena sustraer de la congestionada memoria teatral porteña y ubicar en nido propio.
Se puede aventurar que proponerse adaptar la tragedia Antonio y Cleopatra es lo más parecido a tener frente a frente al cubano Teófilo Stevenson, el mejor peso pesado que dio el boxeo, con ganas de romperte el alma: cinco actos, cuarenta y dos escenas, alrededor de cincuenta personajes. Se trata de poner en escena, nada menos, que el ocaso de la Roma de Julio César y el debut del emperador Octavio. Y fundamentalmente, plasmar la pugna entre dos visiones del mundo: Oriente, con los reventados placeres compartidos por Antonio y Cleopatra; y Occidente, encarnada por la Roma Augusta. Es decir, a pesar de fagocitar el ímpetu carnal de los protagonistas, el autor brinda un relieve supremo a la geopolítica y a la historia.
Sin embargo, ante esta monumental obra, Catani revitaliza lo mínimo y lo lleva al límite. Puro acontecimiento. Menos de cincuenta espectadores a pocos metros de los intérpretes, quienes están inmersos en una caja de melamina. Allí los cuerpos de los intérpretes emulan la situación de las magníficas cajas realizadas por el escultor Joseph Cornell, donde las figuras son virtualmente canibalizadas por el espacio.
El diseño escenográfico, ideado por Margarita Dillon, funciona como soporte lúdico: da lugar a proyecciones y a la posibilidad de accionar en diversos niveles. En ese territorio limitado, los actores devienen verdaderos dealers que portan la exuberancia de un texto en sus fisuras. Friccionan el inglés y el castellano; sus voces hacen chirriar las diversas versiones con las que cuenta cualquier actor rioplatense que quiera trabajar sobre Shakespeare. Al igual que el italiano Carmelo Bene en su gran adaptación de Ricardo III , Catani trabaja el pasaje entre dos lenguas en una serie de procedimientos que no sustraen el plano emotivo en escena. Y esa pregunta de Cleopatra para Antonio, que da título al espectáculo, no queda flotando entre los amantes, sino en los avatares de la historia «
Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/teatro/lado-Shakespeare_0_584941523.html
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