miércoles, 26 de junio de 2002

Una noche con el padre del lenguaje musical moderno


FESTIVAL STRAVINSKY EN EL TEATRO ARGENTINO

En una función organizada por Juventus Lyrica el último domingo en la sala Alberto Ginastera, se ejecutaron tres obras de este célebre compositor ruso. Un espectáculo reconfortante que debe marcar un camino a seguir. Excelente.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/26/pdf/19.pdf

martes, 25 de junio de 2002

"Solsticio de Trigales": la lógica de los sueños

martes 25 de junio de 2002

Por IRENE BIANCHI

"Solsticio de Trigales" de Cabe Mallo. Intérpretes: Ileana Acosta, Laura Albornoz y Leonardo Losardo. Música original: Gustavo Caccavo, Sergio Loudet. Coreografía: Fernanda Tapatá. Diseño de maquillaje: José Herrera. Fotografía: Fernando Massobrio. Arte y asistencia de dirección: Gabriel Hamamé, Fabio Oliveto. Dramaturgia y Dirección: Cabe Mallo. Espacio Teatral del Juglar, 59 entre 12 y 13. Domingos 20.30.

Enigmática pieza la de Cabe Mallo, de la que sólo podemos aventurar algunas arriesgadas interpretaciones.
Dos mujeres y un hombre matan el tiempo jugando a las cartas. "Dolores" (la dueña de casa); una joven profesora de inglés, y el apático "Román", tal vez un huésped ocasional. Hay un cuarto personaje, "Aurorita Echagüe", cuya urna cineraria preside la mesa, contundente presencia invisible alrededor de la cual gira la acción.

Aurorita, hija de Dolores, promisoria artista plástica, muere prematuramente, episodio que trastorna a su madre, hasta hacerle perder la razón. Como mecanismo de supervivencia, "Dolly" se inventa una ficción: su hijita se ha ido lejos a perfeccionarse. Sus pinturas son muy bien recibidas en las exposiciones y "vernisages"; está de novia con el joven curador de una galería de arte (también llamado Román), desde donde le envía asiduas cartas a su orgullosa madre (cartas que -demás está decirlo- Dolores escribe de su propio puño y letra).

Hasta ahí, la historia entra dentro de un marco racional y previsible. Pero, de ahí en más, los acontecimientos empiezan a desarrollarse en un plano de características oníricas, en una dimensión desconocida.

La profesora de inglés, muy cultivada y articulada ella, expone ante una audiencia imaginaria la aniquiladora reacción en cadena que provocaría la explosión de una bomba atómica. Román, por su parte, se queda dormido durante un viaje en tren, y al despertar descubre que está absolutamente solo: todos se han ido, hasta el mismísimo conductor. Román baja y atraviesa un campo sin toparse con nadie. Los vecinos de Dolly también han desaparecido. Casas y calles vacías; ciudad desierta. ¿Dónde se han ido todos? ¿Serán ellos acaso los únicos habitantes de la Tierra? ¿Los únicos sobrevivientes de vaya a saber qué catástrofe?

Por si hay que reinventar y refundar la civilización, Dolly se dedica a tejer los símbolos patrios, empezando por la bandera. La profesora se embarca en la escritura de una novela en inglés ("Wheatfields Solstice"), mientras que Román -tras embarazar a la profesora- se larga a los caminos a explorar el mundo, para luego reaparecer en una suerte de reencarnación de la difunta Aurorita.

Soledad, dolor, pérdidas infinitas, amores torturados, locura, muerte, cuestionamiento del lenguaje como eficaz medio de comunicación, ceguera (en sentido literal y figurado), percepción nihilista de la realidad, el inexorable paso del tiempo, la relativización de los sentidos, todo esto está presente en la obra de Cabe Mallo, que parece suscribir a los lineamientos y temática del teatro del absurdo (Ionesco, Pinter, Beckett). Seres solitarios, desamparados, que no se conectan entre sí, que no logran hallar su lugar en el mundo.

Los personajes compuestos por Ileana Acosta, Laura Albornoz y Leonardo Losardo son por momentos patéticos y dignos de lástima, y a la vez desopilantes. Tragicómicos, sería el término que mejor los describe. La escena del baile romántico en el que la profesora deja de lado su compostura y flema inglesa y Román sale de su apatía, es una perlita. Por su parte, la locura creciente de Dolly, genera espanto y risa. Su vieja decrépita del final es todo un hallazgo, como lo es la "niñita" que dibuja monigotes a lo Picasso.
"Solsticio de Trigales": la extraña lógica de los sueños.

Fuente: Diario El Día, Espectáculos

domingo, 23 de junio de 2002

Stravinsky

Hoy a las 17 en la Sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino (51 e/9 y 10) se realizará el Festival Stravinsky. Se trata de un espectáculo de danza, teatro y ópera preparado por la asociación de ópera Juventus Lyrica, en homenaje a los 120 años del nacimiento del autor. Con la colaboración de Andrea Bonelli, Miguel Angel Elías, Susanna Moncayo, Graciela Oddone y Alejandro Urdapilleta. Ent.: $16 y $8 con descuento para jubilados y estudiantes.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/23/pdf/24.pdf

Cómo mantener en funcionamiento el Teatro Argentino

Táctica contra la crisis

La imponente sala de La Plata, un espacio recuperado (y sostenido) con esfuerzo Foto: Fernando Massobrio

Domingo 23 de junio de 2002 | Publicado en edición impresa

"Dada la situación del país tenemos que repensar no ya el problema presupuestario, sino el sentido de tener un teatro como éste en la provincia de Buenos Aires. Este es un momento de reto para nuestra imaginación y para replantearnos cosas sobre nuestra existencia como país. De algún modo, tenemos problemas económicos porque tenemos problemas culturales y no al revés. Tenemos que sacarnos de la cabeza que la cultura es decoración. Tenemos que mirar hacia nosotros. Hay que confiar en nuestros artistas."

Con estas palabras, Daniel Suárez Marzal marcó las pautas que seguiría como director del Teatro Argentino de La Plata. Fue en enero de este año, cuando aceptó la designación al frente del flamante complejo cultural platense.

"Que este centro de las artes y el espectáculo que es el Argentino lo sea de verdad, sin retaceos. Para la ópera, pero también para el ballet y para los espectáculos musicales, clásicos y populares. A mí en particular me molestan estas palabras que diferencian, porque estoy convencido de que le han hecho mucho mal a nuestra cultura. Tenemos que esforzarnos para encontrar de qué manera vamos a hacer muy cercano este teatro a la gente, por ejemplo."

Y en tan sólo seis meses, Suárez Marzal demostró ser un funcionario que, como pocos, cumple con lo prometido. Aunque el presupuesto, como se había anticipado, es exiguo, la imaginación parece ser la aliada del director, que además tiene que compensar la ausencia de títulos en la temporada anterior.

"La mayor urgencia -explicó a LA NACION- es crear afluencia de público." ¿Cómo se logra en estos tiempos? La respuesta se encuentra en la propia programación que, aunque la ópera y el ballet siguen siendo los platos fuertes, también contempla diferentes ciclos de música popular, exposiciones, obras de teatro y un emprendimiento social dirigido a los jóvenes, a los mayores y también a los reclusos.

* * *

A las producciones propias, como "Luisa Miller", de Verdi; "El inglés de los güesos", de Boero-Lynch; "La traviata", de Verdi, nueva versión de la que se realizó en el Luna Park; "Alceste", de Glück; "La Cenerentola", de Rossini, y "El murciélago", de Strauss, se sumarán en calidad de óperas invitadas "Festival Stravinsky" (Juventus Lyrica), "Castor y Pollux", de Rameau (Colegio Nacional de Buenos Aires); "El trovador", de Verdi (versión semiescenificada de Mar del Plata).

El mismo criterio aplica para el ballet del Argentino, a cargo de Oscar Araiz, enriqueciéndolo con invitados como Tangokinesis, dirigido por Ana María Stekelman, Julio Bocca y "Tango por dos". Criterio que también repite para los conciertos y los espectáculos teatrales.

"Hay trampitas que uno puede hacer y consiste en convocar a un regista que pueda aportar un toque renovador", explica Suárez Marzal. En cierta forma esta "trampita" justificaría la invitación que recibió Norma Aleandro para hacer la puesta de una de las óperas.

Con esta programación alcanza para calentar la sala, como se dice habitualmente, para atraer público entusiasta. Pero a Suárez Marzal le interesa también captar nuevos espectadores. Para lograrlo, incorporó la música popular y los grandes nombres del género: Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Teresa Parodi, Sexteto Mayor, Los Nocheros. Además, en el valor de las entradas ofrece un descuento del 50 por ciento para estudiantes y jubilados.

* * *

Pero hay otras iniciativas culturales-sociales que hablan de una visión expansiva del arte. Con la creación de la Camerata Académica, integrada por jóvenes de 22 años de edad promedio, además de ofrecer experiencia a los músicos, sirve para dar conciertos en las unidades penales de La Plata, Junín, Azul y San Nicolás. Además, el Cuarteto de Cuerdas, con 30 años de trayectoria, se presentó en el Instituto Terapéutico N° 33, que alberga a 260 mujeres con 40 niños.

"El plan futuro -anticipó Suárez Marzal- es crear una minicompañía de ópera y otra de ballet para poder presentarnos en el interior. De esta manera, y con toda esta actividad, se justificaría la existencia de este centro artístico platense."

La pregunta que queda flotando es: ¿cómo se enfrentará este compromiso económicamente hablando? "Los números nunca cierran -finaliza el director-. Sé que estamos haciendo una patriada y estamos hablando con todos para invitarlos a participar. Hay una cosa que tengo muy en claro. El teatro cerrado es más caro que cuando está abierto. Y con esta idea nos estamos manejando."

Y aquí comienza el llamado a la reflexión. Con esta mentalidad, Suárez Marzal devuelve al arte el compromiso social que siempre ha tenido y que ha sido ignorado. En este caso, el Estado cumple con la función de velar por el espíritu de su pueblo, sobre todo en los momentos de crisis. La justificación la encuentra en la respuesta del público que asiste y disfruta de todos y cada uno de sus espectáculos.

Por Susana Freire
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=407676

Cipe Lincovsky no tuvo fortuna

El viernes, la actriz se cayó en el escenario de la sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino y se fracturó las dos muñecas

La del viernes no fue la noche soñada para la actriz Cipe Lincovsky. Resulta que en el primer intervalo del oratorio Travesía -espectáculo que se ofreció esa noche, ayer y repetirá hoy en la sala Astor Piazzolla del Teatro Argentino- se resbaló y cayó pesadamente a un costado del escenario, en el momento que se dirigía hacia los camarines.

De inmediato recibió la asistencia médica del lugar, aunque fue en el Instituto Médico Platense en donde se constató, luego de unas radiografías, que había sufrido la fractura de sus dos muñecas. Luego de recibir la atención necesaria, y con dos yesos en las zonas afectadas, Cipe Lincovsky fue dada de alta y bien entrada la madrugada partió rumbo a su domicilio de la Capital Federal, en donde se está reponiendo satisfactoriamente.

La función de Travesía del viernes no fue suspendida, aunque sí sufrió un lógico impasse. El lugar de Cipe fue ocupado por José Chercasky y la obra pudo terminarse sin complicaciones, más allá de la entendible preocupación de todo el elenco.

La función de anoche volvió a contar con la participación de Chercasky en la oratoria, mientras que las autoridades del teatro confiaban en poder contar con la participación de Virginia Lago en la función de hoy a las 17.30.

En Travesía, además de Cipe Lincovsky, participan Alberto D’Alessandro en guitarra, Roxana Deviggiano en voz, Horario Herrera en percusión, Julián Vat en saxo y la Camerata Académica del Teatro Argentino. La dirección musical está a cargo de José María Ulla.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/23/pdf/22.pdf

miércoles, 19 de junio de 2002

Apasionado del tablón y las tablas

Clarín.com » Edición Miércoles 19.06.2002 » Espectáculos

EN MEMORIA DE ERNESTO BIANCO

Esta tarde a las 18, el Teatro Nacional Cervantes ofrece un homenaje al actor, en el 80ø aniversario de su nacimiento. Con entrada libre, habrá testimonios y un video con fragmentos de su vida y su obra.

OLGA COSENTINO
 Ernesto Bianco, en Cyrano de Bergérac

Mañana cumpliría 80 años Oscar Ernesto Pelicori, el hombre que en los 54 años de su breve vida y con el nombre artístico de Ernesto Bianco llegó a ser uno de los actores más versátiles y talentosos de la escena argentina. En su memoria, el Teatro Nacional Cervantes organizó para esta tarde a las 18 un homenaje, con entrada gratuita, que ofrecerá evocaciones y testimonios de quienes compartieron con él la pasión teatral (Julio Baccaro, Osvaldo Bonet, Luis Brandoni, Beatriz Bonnet, María Concepción César, Guillermo de la Torre, Jorge Rivera López, Oscar Martínez, Osvaldo Miranda) y la lectura de un poema de Lucho Schuarman a cargo de la hija mayor de Bianco, la actriz Ingrid Pelicori (ver Mi padre )

Había nacido en 1922 con los ojos azules heredados de sus abuelos venidos del norte de Italia. Creció en las veredas y potreros del barrio Almagro, donde cultivó su primera pasión, el fútbol. La otra —el teatro— iba a despuntar entre picado y picado, cuando acompañaba a uno de los pibes de la barra que le llevaba la comida al padre, un utilero del teatro Marconi. Hincha de San Lorenzo e integrante de la tercera de All Boys, en la adolescencia se le impuso a Oscarcito (así lo llamaban los amigos) una difícil elección: entre los tablones y las tablas, decidió anotarse en el Conservatorio de Arte Escénico.

Egresó en 1946 con una formación académica rigurosa —había tenido por maestro a Antonio Cunill Cabanellas— y un histrionismo natural, lleno de vitalidad e intuición. Condiciones que había puesto a punto para encarar con idéntica solvencia los registros de la comedia y el drama, para componer magistralmente personajes heroicos o picarescos, para moverse en el escenario o frente a las cámaras del cine y la televisión como si estuviera en casa.

Divertido, apasionado, generoso, fiel a los compromisos afectivos, los amigos y la familia fueron territorios protegidos y protectores. Estaba casado con la actriz Iris Alonso, con quien tuvo dos hijas, Patricia Ingrid e Irina. Hoy, ellas también son actrices: Ingrid Pelicori e Irina Alonso.

El debut teatral de Bianco fue en 1947, junto a Delia Garcés, con La rosa azul, de Eduardo Borrás, que llevó a escena la compañía de Luisa Vehil. De ahí en más, la pinta y el carisma actoral hicieron que se lo convocara para trabajar en piezas de calidad y prestigio como La loca de Chaillot y Ondina, de Giradoux, Los bandidos, de Schiller, La salvaje, de Anouilh, o el musical El hombre de la Mancha.

Tras una gira por España, se incorporó a la Comedia Nacional Argentina, que Orestes Caviglia dirigía en el Teatro Cervantes. Aquella pertenencia a un elenco estable, entre 1957 y 1960, le permitió transitar la que el mismo Bianco consideró su período profesionalmente más valioso. Etapa que terminó cuando, al renunciar Caviglia a su cargo como consecuencia de presiones políticas, Bianco y el resto del elenco decidieron seguirlo.

Fue entonces que conformó una calificada compañía llamada Gente de Teatro Asociada, donde trabajó con figuras de la talla de Milagros de la Vega o donde volvió a ser dirigido por el mismo Caviglia, cuando protagonizó junto a Inda Ledesma una aplaudida versión de Querido mentiroso, del estadounidense Jerome Kilty.

El dominio con que manejaba su instrumento dramático le permitió alternar el prestigio de textos clásicos y contemporáneos con piezas ligeras y personajes populares en teatro, cine y TV. Intervino en programas hoy legendarios de la primera televisión local como Operación Ja Ja, El botón o Mi cuñado, compartió cartel con Alberto Olmedo, Osvaldo Miranda o Ricardo Espalter e incursionó en el cine con títulos comon La película, dirigida por José María Paolantonio o Un toque diferente, de Hugo Sofovich. Aunque tuvo que soportar la incomprensión de cierta elite que le cuestionó supuestas concesiones a formas pasatistas o comerciales del espectáculo, lo cierto es que aun en esa cuerda Ernesto Bianco revalidó sus cualidades de intérprete dotado.

Fue en 1977, después de casi un lustro sin pisar un escenario, que volvió con un trabajo inolvidable: Cyrano de Bergerac, de Edmond Rostand, en el San Martín. Lo encaró como si intuyera que iba a ser el último. El personaje le demandaba tres horas y media de una enorme entrega física y emocional. La crítica calificó de "milagrosa" su labor. El domingo 2 de octubre, mientras dormía, un infarto terminó con la vida de Ernesto Bianco. Seguro, se había acostado con los aplausos de la noche del sábado latiéndole en el pecho.

Fuente: http://edant.clarin.com/diario/2002/06/19/c-00401.htm

Ernesto Bianco: Una vida consagrada al teatro

Miércoles 19 de junio de 2002 | Publicado en edición impresa

Ernesto Bianco: mañana se cumplen ochenta años de su nacimiento


Hoy, a las 18, habrá un homenaje en el Salón Dorado del Teatro Cervantes


Detallista, intuitivo, dúctil, talentoso. Estos son los calificativos que definieron al actor Ernesto Bianco, que mañana cumpliría 80 años.

“Soy minucioso –dijo en una oportunidad–, elaboro racionalmente los personajes y nunca termino de componerlos. Pienso todo el tiempo en mi papel porque el trabajo no termina el día del estreno, sino que más bien comienza allí.”

Con esta premisa transitó la cuerda cómica y dramática. Y no tuvo miedo de encarar ningún género. Cuando incursionó en un programa cómico de televisión “El botón” vivió la experiencia de verse criticado por haberse involucrado en un producto de menor calidad.

“El trabajo en TV –afirmaba–, además de solucionar el aspecto económico (los actores también tienen hijos que educar, por ejemplo), permite elegir la obra interesante y estar vigente, presente en la memoria de los productores y directores. Soy serio y hago seriamente los números cómicos y los acepté porque pienso que tengo ductilidad suficiente, que puedo hacerlos bien, y, además, que son auténticos.”

Pero, además, la carrera de Bianco tuvo destellos de talento, en esos arrebatos intuitivos que le permitían revelar la profunda esencia de los personajes más diversos, experiencias que se registraban sobre todo en su labor teatral. Prueba de esto es el premio Argentores que le fue adjudicado en 1960 por su actuación en “Hombre y superhombre”, de Shaw.

Inteligente y sensible, salió airoso de los compromisos más difíciles. Su entrega al gran teatro no le impidió el lucimiento en otros géneros como la comedia y el vodevil, pruebas indiscutibles de su ductilidad, a la que enriquecía con su simpatía personal.

Ernesto Bianco (Oscar Ernesto Pelicori), porteño nacido el 20 de junio de 1922, había estudiado en el entonces Conservatorio Nacional de Arte Dramático, que dirigía el gran maestro de actores Antonio Cunill Cabanellas. Fue por sugerencia de éste que el actor adoptó el apellido materno Bianco para realizar su debut, en 1946, en “La rosa azul”, de Eduardo Borrás, que ofrecía la compañía de Luisa Vehil en el teatro Empire.

A partir de ahí inició una largo periplo que lo llevó a protagonizar diferentes obras de la dramaturgia universal. En un repertorio ecléctico, Bianco encontró una fuente de nutrición para su oficio.

“Sería absurdo decir que me he trazado un camino, pues éste se ha presentado por sí solo –expresó en una entrevista–. Creo que un actor debe prestarse a todo tipo de papeles, sin predilección por ninguno, aunque por supuesto me gustan los clásicos, como Molière, Shakespeare, Anouilh, por ejemplo. Pero no porque reflejen a un tipo de personaje sino todo lo contrario, porque reflejan la diversidad.”

Con estos principios interpretó al caballero Hans en “Ondina”, de Giraudoux; a John Tanner en “Hombre y superhombre”, de Bernard Shaw,una de las interpretaciones más aplaudidas de su carrera; al propio Shaw en “Mi querido mentiroso”, de Jerome Kilty; a Carlos de Moor en “Los bandidos”, de Schiller; al atormentado protagonista de “Después de la caída”, de Arthur Miller, o al hidalgo “Cyrano de Bergerac”, de Rostand, que fue su último trabajo.

Títulos como “Can-Can”, de Cole Porter; “La dama de Maxim’s”, de George Feydeau; “El hombre de la Mancha”, de Dale Wasserman, le permitieron demostrar su histrionismo para la comedia brillante y llegar a un publico mayor.

No se privó del gusto de dirigir “El hombre, la bestia y la virtud”, de Pirandello, en la que también actuaba. “Prefiero actuar –dijo en una entrevista–. Me dan ganas de dirigir cuando veo que el director (incluso “grandes” directores) no entiende la cosa. Yo estoy pendiente de todo. El teatro es eso, ritmo, escenografía, luces, todo.”

Entre el cine y la pantalla chica

Pero, sin lugar a duda, fue la televisión (“El botón”, “Mi cuñado”, “Mamá tenía alas”) la que le dio popularidad. “No son espectáculos pretenciosos y de mala calidad –afirmaba con unas palabras que aún hoy tienen vigencia–, como muchas telenovelas, o espectáculos populacheros perniciosos o denigrantes para el público, sino que tienden buenamente a hacer reír, cosa nada fácil, por otra parte. Desearía poder hacer en televisión programas de alta calidad, como “Cosa juzgada” (dirigida por David Stivel), pero imponer uno de esos programas frente al desgraciado fantasma del rating tampoco es fácil.”

En cambio, el cine no le ofreció su gran oportunidad a pesar de contar con una filmografía de más de 20 títulos. Debutó en “La cuna vacía”, de Carlos Rinaldi (biografía del doctor Ricardo Gutiérrez), y continuó con, entre los más destacados,“Bajo un mismo rostro”, de Daniel Tinayre; “El conde de Montecristo”, de León Klimovsky; “La dama del mar”, de Mario Soffici; “La película”, de José María Paolantonio, y en un párrafo aparte, “Psique y sexo”, de la que Bianco fue guionista y director.

Integrante, junto a Orestes Caviglia e Inda Ledesma, del grupo Gente de Teatro Asociados, Bianco alternaba su actividad interpretativa con otras tareas. Una de ellas fue su compromiso gremial, que lo llevó a ocupar la secretaría general de la Asociación Argentina de Actores. La otra, la pintura, una vocación no postergada, llegando a realizar la exposición “El actor”.

Pero, indiscutiblemente, su gran amor era el teatro, del cual Ernesto Bianco opinaba que era una liberación curativa. “Tan curativo es que, a veces, he entrado al teatro enfermo, con fiebre, y he salido perfectamente sano y feliz. Será porque soy muy niño y todo esto es un juego.”

Cuando estaba representando “Cyrano de Bergerac”, Bianco subió al escenario con síntomas de un trastorno cardíaco. En esta oportunidad el teatro no pudo aliviar su lesión y el 2 de octubre de 1977 (se cumplirán este año 25 años de su desaparición) su corazón decidió bajar el telón.

Susana Freire


Videos, fotos y testimonios

Con motivo de cumplirse los 80 años del nacimiento del recordado actor Ernesto Bianco, hoy, a las 18, se realizará un homenaje en el Salón Dorado del Teatro Nacional Cervantes, sala que lo cobijó cuando integraba la Comedia Nacional.

Durante el acto hablará el director del Cervantes, Julio Baccaro; el actor Jorge Rivera López recordará el poema que Carlos Carella le dedicó a Bianco y Luis Brandoni interpretará un fragmento de “Mi querido mentiroso”, de Jerome Kilty, uno de los grandes éxitos del inolvidable actor.

También habrá testimonios de Osvaldo Bonet, Beatriz Bonnet, María Concepción César, Guillermo de la Torre, Oscar Martínez y Osvaldo Miranda. La actriz Ingrid Pelicori, hija de Bianco, interpretará un poema de Lucho Schuarman dedicado al actor. Además se exhibirán un video realizado por Federico Stivel, material fotográfico de la carrera del actor, algunas de sus pinturas y el vestuario de las obras que representó en el Cervantes.

La entrada es libre y gratuita.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/406412-una-vida-consagrada-al-teatro

lunes, 17 de junio de 2002

Tangokinesis

El próximo viernes, en la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino (51 e/ 9 y 10), se presentará la compañía “Tangokinesis”, dirigida por la coreógrafa Ana María Stekelman. El programa incluirá, en su primera parte, “Suite de tango”, conformada por diferentes obras de la compañía.

En la segunda parte se interpretará “Valses”, módulo central de la obra “Tango, Vals y Tango”; y
en el cierre, “4 Piazzollas”. Entradas a $ 8 y $ 10.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/17/pdf/20.pdf

TEATRO PLATENSE / CRITICA

Entre el sueño y la realidad
El desván de los Espejos

Cora Ceppi es una actriz de larga trayectoria en los escenarios platenses. Fue integrante del legendario Maluco, y protagonizó Venecia. Ahora, con esta propuesta, incursiona en el espectáculo unipersonal. La calidez de la sala de El Teatrino es el ámbito ideal para El desván de los espejos. La escenografía excelente crea, con contados elementos, un espacio fronterizo entre el sueño y la realidad, en el que afloran diferentes recuerdos. Los marcos son el pretexto para que aparezca el paisaje del alma con sus tristezas y desencantos, pero también con sus alegrías e ilusiones. Música, iluminación y vestuario enfatizan el clima lúdico entre lo que se es y lo que se quiere parecer. Claro que la propuesta resulta exitosa gracias al destacado desempeño de la actriz, quien maneja el cuerpo y la gestualidad con gran solvencia. Notable trabajo.

Ana M. Tótoro

Ficha técnica:
Obra: El desván de los espejos
Autor: Sergio Rodríguez
Camiña.
Intérprete: Cora Ceppi.
Escenografía y vestuario:
Cristina Pineda.
Música: Tato Finocci.
Dirección: Nora Oneto.
Lugar: Sala El Teatrino
(11 e/61 y 62)
Funciones: Sábados 21 hs.
(repite durante todo el mes).


Seis mujeres en el siglo I
Según Zicka

Seis jóvenes actrices se encargan de dar vida a un relato en el que seis mujeres se transforman en las autoras de la historia de Jesús. El objetivo de la propuesta es registrar la situación femenina en el siglo I. Las mujeres vivían sometidas a la voluntad del hombre y sólo podían desempeñar tareas domésticas. Pero una de ellas aprende a leer y a escribir y transmite su conocimiento a las otras. Este juego, realizado a escondidas, se convierte en un hecho que escapa de sus manos y adquiere proporciones insospechadas.

El desempeño actoral es parejo y se apoya fundamentalmente en el tratamiento del espacio escénico. Dos planos espaciales permiten un desplazamiento casi alucinatorio, entre tapices colgados que sugieren caminos laberínticos. Música y vestuario ambientan y refuerzan el clima de época. Interesante.

A.M.T

Ficha técnica:
Obra: Según Zicka
Autor: Magela Zanotta.
Intérpretes: Graciela Muñiz, Eugenia Guerty, Natalia Imbrosciano, Magela Zanotta, Iara Lublinsky y Victoria de la Rúa.
Escenografía y vestuario: Alejandro Guiggi.
Iluminación: Roberto Traferri.
Música: Juan Carlos Cuacci y
Javier López del Carril.
Dirección: Magela Zanotta.
Lugar: Sala Armando Discépolo.
Funciones: Domingos 20 hs.


Tragedia griega en nuestra Argentina
Ifigenia

Eurípides es uno de los grandes dramaturgos griegos del siglo V a. C. Era un verdadero poeta que consideró la tragedia desde el punto de vista humano, porque en los hombres estaba puesto su interés. El argumento mítico, abordado desde La Ilíada y también desde obras de Esquilo y Sófocles, presenta al rey Agamenón a punto de emprender el viaje hacia Troya, para rescatar a Helena (la esposa de su hermano Menelao), a quien había raptado el príncipe troyano Paris. Pero en la región del Aulide, los vientos cesan y las naves quedan varadas.

El adivino Calcas explica que la diosa Artemisa exige el sacrificio de Ifigenia, la hija de Agamenón, a cambio de vientos favorables. El rey decide entonces llamar a la joven con la falsa promesa de casarla con Aquiles y la entrega, finalmente, al ritual de la muerte.

En esta propuesta de Edgar de Santo la caracterización de los personajes, el vestuario y los elementos simbólicos proponen asociaciones con la historia argentina reciente. Nuestro país ha padecido asesinatos masivos de jóvenes como los de la generación de detenidos desaparecidos y la de los soldados inmolados en Malvinas. Aunque nos separen 2.500 años de la Ifigenia de Eurípides, la relación entre los asesinatos y la irresponsabilidad histórica frente a los jóvenes es la misma.

A.M.T

Ficha técnica:
Obra: Ifigenia
Autor: Eurípides.
Intérpretes: Yanina Camarasa, Liliana Perdomo, Walter Cingolani, Diego Cremonesi, Federico Aimetta, Ezequiel Glaz y Hernán Tomeo
Puesta en escena y dirección: Edgar de Santo.
Lugar: El Galpón de la Comedia.
Funciones: Miércoles y jueves 20 hs.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/17/pdf/18.pdf

miércoles, 12 de junio de 2002

Esta vez la música no fue lo más destacado de la noche

CRITICA / EL INGLES DE LOS GÜESOS

Con algunos problemas en el sonido, se realizó, el pasado fin de semana en la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino, el estreno mundial de El inglés de los güesos, el drama musical basado en la novela de Benito Lynch

Por Carlos Sacanell
Especial para Hoy

El sábado pasado se puso en escena en el Teatro Argentino, por primera vez en estas tierras, una obra que representó el comienzo de un nuevo género sin precedentes: el drama con música.

El inglés de los güesos fue una obra con mala suerte desde su concepción, ya que recién ahora -teniendo en cuenta que Boero culminó su partitura en 1938- pudo estrenarse en su versión orquestal. Antes, en 1977, la Orquesta Juvenil de Radio Nacional, y luego en 2001 la Orquesta Juvenil Libertador San Martín, ejecutaron fragmentos orquestales de la obra. El 9 de julio del año pasado, la versión con piano se presentó en el Teatro Roma de Avellaneda.

Pero nunca pudo estrenarse la obra como Boero quiso e intentó hacerlo varias veces. La posible razón de esta larga espera es que se trata de una obra de puesta difícil, ya que a pesar de que la acción se centra en lo teatral, la parte musical encierra algunas complicaciones, como por ejemplo que dos de los personajes deban ser cantantes. Esta dificultad se hace mayor si dichos personajes deben cantar con una orquesta sinfónica acompañante, que resulta mucho más complejo que cantar con un piano solamente.

La puesta del Argentino fue sobria, en algunos detalles similar a la que se hizo el año pasado en el teatro Roma, principalmente en una especie de escenario pequeño de dudosa utilidad que fue colocado en medio del propio escenario en forma de plano inclinado hacia el público, alrededor del cual los personajes se movieron.

La obra narra la historia de la llegada de Mr. Gray, un antropólogo que llega a una estancia para buscar fósiles, y el amor que éste despierta en Balbina, la hija del puestero de la estancia. Notable fue la presencia de un actor como Arnaldo André en un teatro que suele ser utilizado para presentaciones sinfónicas u operísticas, demostrando un excelente manejo de la escena y claramente resaltando a nivel actoral en un medio tal vez extraño para su trayectoria.

También es digna de destacar la labor lograda por la soprano Graciela Oddone, quien no solamente dominó perfectamente las partes cantadas, sino también las partes actuadas, demostrando así su enorme ductilidad como artista.

Pero el verdadero protagonista de la presentación fue el sonido, y no de la mejor manera, ya que en lugar de ayudar a la escucha de las canciones, empobreció la puesta a causa de sus fallas o imprevisiones. Más de una vez en el dúo entre soprano y tenor se escucharon clicks y ajustes de volumen intentando corregir diferencias entre ambas voces de manera poco sutil. Además, la parte coral de la pieza se escuchó muy por detrás del zapateo de dos gauchos, que resultó el centro de atención de los micrófonos. Todo esto es difícil de entender cuando tanto el coro como los cantantes son profesionales de la lírica, es decir, que rara vez sus voces necesitan de la ayuda de la amplificación, sobre todo tratándose de un sala de un teatro lírico por excelencia.

La orquesta estable tuvo escasas pero correctas situaciones de protagonismo en el preludio y en los comentarios de escenas, algo así como música incidental de la obra, sin demasiada dificultad para un grupo de músicos que ya ha demostrado sus dotes dentro del repertorio de la ópera.

Es clara la intención de presentar este tipo de piezas, pero cuando la temporada lírica cuenta con tan escasos títulos, no se comprende demasiado la inclusión de El Inglés... en lugar de cualquiera de las numerosas obras que el repertorio operístico ofrece, sin desmerecer la correctísima labor de los cuerpos estables en la presentación de esta obra.

Ficha técnica:
El Inglés de los güesos, drama basado en la novela de Benito Lynch. Versión teatral de Arturo Cerretani y Marcos Bronenberg. Música de Felipe Boero.
Reparto: Arnaldo André / Fernando Cormick (Mr. James Gray), Graciela Oddone (Balbina), Carlos Sampedro / Carlos Iaquinta (Santos Telmo), Graciela Andrini (Doña Casiana), Raúl Herrero (Don Juan), Juan Ignacio Blanco (Bartolo), Maximiliano Drizza (Deolindo) y Gladys Romero (Doña María).
Integrantes del Ballet: Aníbal Gimenez y Carlos Morales (Ballet Libertad)
Director de la orquestas: J. María Ulla.
Director del coro: Eduviges Picone
Lugar: Sala Alberto Ginastera
Día: domingo 2/6

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/12/pdf/19.pdf

domingo, 9 de junio de 2002

Ahora, La Fura dels Baus incursiona en el erotismo

POLEMICO Y CONTROVERTIDO ESPECTACULO DE LA COMPAÑÍA CATALANA

La puesta se llama XXX y es una versión libre de la obra La filosofía en el tocador, del Marqués de Sade. Debido a sus fuertes escenas, mucha gente abandona las salas

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/09/pdf/22.pdf

sábado, 8 de junio de 2002

Boero-Lynch, a La Plata

"El inglés de los güesos" sube a escena en el Teatro Argentino

Sábado 8 de junio de 2002 | Publicado en edición impresa LA NACION

Que Felipe Boero se haya inspirado en una obra de Benito Lynch, tan argentina por los tipos humanos, los paisajes, el lenguaje campestre y una expresión de semejante dureza psicológica, no es extraño. Era natural que se encontraran, desde el momento en que uno y otro fueron fiel reflejo de la Generación del Ochenta. El encuentro de escritor y compositor dio sus frutos en 1938 con la música incidental para "El inglés de los güesos", dramatización de la novela original de Lynch, convocada ahora por el Teatro Argentino de La Plata como segundo espectáculo de su temporada 2002.

Si la gran tarea del hombre del Ochenta consistió en resolver el problema del indio y de la capitalización de la ciudad de Buenos Aires, también le era urgente asumir un conocimiento real del país, de sus rasgos culturales, antes de que éstos se desdibujaran por la avalancha inmigratoria. Así puede entenderse que para los profesionales que se iniciaron en la década de 1880 el estudio de la música de nuestra tierra y su proyección artística haya sido asunto de primera importancia. Es en esta tradición donde se ubica Felipe Boero, cuya ópera "El matrero" queda como modelo de estética nacionalista.

"El inglés de los güesos" (1924), el segundo gran éxito novelístico de Lynch tras "Los caranchos de La Florida", se adscribe dentro de esa misma intención por medio de una historia que extrae su fuerza trágica del contraste de culturas representadas por Balbina (la Negra) y por James Gray (el inglés de los güesos), llegado desde Cambridge para sus investigaciones antropológicas. El tercer personaje, Santos Telmo, peón de campo enamorado de Balbina, anuda los lazos de esta dura historia de amor y muerte. Hay en el aporte de Benito Lynch una absoluta armonía con el movimiento literario ochentista que se expandía de la poesía gauchesca hacia la novela y el teatro.

La música de Felipe Boero requiere orquesta y dos cantantes líricos, una soprano para el papel de la Negra y un tenor para Santos Telmo. Los restantes personajes, incluido el inglés, son actores. Como es habitual en la música incidental, vale decir escrita para una representación teatral, el trabajo de Boero comprende un preludio, interludios, pasajes corales (el Prado y la Firmeza) y música para solistas vocales. En este caso hay tres partes: el solo de Santos Telmo, el dúo de éste y Balbina y el aria de ella. Pero además Boero recurre con abundancia a fragmentos sinfónicos que acompañan las partes habladas, procedimiento denominado "melodrama", donde la música no está presente con criterio funcional, sino con sentido de ambientación sonora.

Graciela Oddone y Carlos Sampedro, los dos cantantes líricos convocados para la puesta del Argentino, coinciden en que se trata de una experiencia enriquecedora, pues, habituados a su tarea diaria, el teatro de ópera (ambos cantaron en la reciente puesta en el Colón de "Ascenso y caída de la ciudad de Mahagony"), ahora deben medirse con las exigencias del teatro hablado, que para ellos entraña todo un desafío.

"Hacer por primera vez una obra de teatro en prosa -dice Oddone- me resulta apasionante, porque me exige no sólo buscar matices nuevos para la voz, sino aproximarme de una manera especial a mi personaje, el de la Negra, tan tierno, pero también tan tosco, con un futuro que es incapaz de comprender y que termina destruyéndola."

Es claro que cuesta imaginar a Graciela Oddone, rubia y de ojos claros, como la Negra de la pieza de Lynch. Pero como en el teatro todo es posible, ya está dispuesta a que le tiñan el pelo, le oscurezcan la piel y le coloquen lentes de contacto para darle ojos negros.

Carlos Sampedro no disimula su entusiasmo frente a la composición actoral del peón Santos Telmo. "Dentro del mundo en que está inmerso -interpreta Sampedro- sabe que es el candidato normal para Balbina. Es trabajador y quiere hacerla su mujer por el camino recto. La ama y la respeta y no alcanza a asimilar a ese elemento extraño, perturbador, que es el inglés, que a su vez permanece distante, no se involucra." En su opinión, y en cuanto cantante, le ha sido preciso descubrir el punto exacto de interpretación que requiere Boero, pues los solos que tienen con Oddone no son exactamente arias de ópera. "El asunto, dice, es resolver su estilo, porque tampoco se trata de cantar una zamba o cualquier otra especie folklórica." Los dos coinciden en que trabajar con Arnaldo André, invitado para el papel del inglés de los güesos , es muy agradable, y que todo el grupo (cantantes, actores, bailarines, instrumentistas) está con buen clima. También la fácil relación con el director de orquesta José María Ulloa y el régisseur Horacio Picozzi les hace disfrutar de esta experiencia.

Con carácter de estreno en su versión completa con orquesta sinfónica, "El inglés de los güesos", de Lynch-Boero, que cuenta con la adaptación teatral de Arturo Cerretani y Marcos Bronenberg, subirá a escena en la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino de La Plata, calle 51 entre 9 y 10, hoy, a las 20.30, y mañana, a las 17. Contará con la participación de la Orquesta del Teatro, dirigida por José María Ulla, la dirección escénica de Horacio Pigozzi y la del Coro Estable, dirigida por Eduviges Picone. La escenografía está a cargo de Enrique Cáceres, la iluminación, de Gabriel Lorenti, y la coreografía es de Cecilia Elías. En cuanto al reparto, actuarán el actor Arnaldo André, los cantantes Graciela Oddone y Carlos Sampedro y los actores Graciela Andrini, Raúl Herreno, Juan Ignacio Bianco, Maximiliano Drizza y Gladis Romero. Intervendrán asimismo integrantes del Ballet Estable del Teatro Argentino, además de los bailarines invitados Aníbal Jiménez y Carlos Morales.

El Teatro Argentino informa que los ómnibus desde la Capital Federal partirán desde el frente de la Casa de la Provincia de Buenos Aires, Callao 235, hoy a las 18 y mañana a las 14.30.

Por Pola Suárez Urtubey
Para LA NACION

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=403368

jueves, 6 de junio de 2002

“No es fácil vivir lejos de los afectos”

ENTREVISTA CON ARNALDO ANDRE, PROTAGONISTA DE EL INGLÉS DE LOS GÜESOS

El actor, que estuvo tres años trabajando en México y Venezuela, regresó al país porque extrañaba mucho

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/06/pdf/18.pdf

miércoles, 5 de junio de 2002

Ifigenia

Hoy a las 20, en el Galpón de la Comedia (49 entre 3 y 4), el elenco platense Enterogrup, con puesta en escena y dirección de Edgard De Santo, brindará el estreno de una de las obras más importantes del repertorio universal: Ifigenia en Aulide, de Eurípides. La pieza volverá a darse mañana a la misma hora. Entrada:Gral.: $5; Est. y Jub. $3 y con Carnet de la Comedia: $2,50.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/05/pdf/20.pdf

lunes, 3 de junio de 2002

Un "Mago de Oz" demasiado veloz

Por IRENE BIANCHI

"El Mago de Oz", de Franck Baum, por Ayelén Godoy, Nazareno Iñíguez, Leandro Romero, Javier Ruiz de Galarreta, Lucas Inama y Florencia Baraboglia. Asistencia de dirección: María Luz Althabe. Música original: Eduardo Rezzano. Adaptación, coreografía y dirección: Gastón Marioni. Pasaje Dardo Rocha.

El escritor neoyorkino Frank Lyman Baum (1856-1919) fue un hombre polifacético: comerciante, granjero, editor de un periódico y director teatral. Así como García Márquez inventó una ciudad imaginaria -"Macondo"-, Baum ideó el "Reino de Oz", un país poblado de personajes mágicos que se embarcan en toda suerte de aventuras, mundo sobre el cual Baum escribió la friolera de 14 libros, el más famoso de los cuales indudablemente "El Mago de Oz", titulado originalmente "From Kansas to Fairyland" (1900). En 1939, veinte años después de la muerte de su autor, la Metro Goldwin Mayer hizo un film memorable que le valió un Oscar a la no menos memorable Judy Garland.

La historia es harto conocida: Dorothy vive con su tío Enrique, su tía Emma y su perrito Totó en una granja en las grandes praderas de Kansas, donde todo es seco, árido, gris y ventoso. De pronto, un tornado levanta la casa por los aires y la hace aterrizar en el País de los Munchines, ocasionando el accidental deceso de la perversa Bruja del Este, hazaña que convierte a la inocente Dorothy en heroína involuntaria.

Lo cierto es que la niña sólo quiere volver a Kansas, pero antes deberá sortear un sinnúmero de obstáculos, además de darle una mano a un trío de singulares personajes que conoce en su camino a la Ciudad Esmeralda: un Espantapájaros que anda necesitando un cerebro; un Hombre de Hojalata un tanto oxidado que aspira a recibir un corazón, y un León cobarde en busca de valor. El Gran Mago de Oz es el único que puede concederles estos dones, y lograr que Dorothy regrese a su hogar sana y salva.

Gastón Marioni adaptó el texto de Baum en una versión libre que respeta los lineamientos generales del relato, pero omite la figura del Gran Mago de Oz (a quien se reduce a una voz en off), lo cual es una lástima, ya que los chicos no se enteran que el tan mentado Mago resulta ser un hombrecito insignificante, bastante farsante él, que no le da a los personajes nada que ellos no tuvieran ya dentro de sí mismos. Además, el ritmo que Marioni imprime a su puesta es demasiado vertiginoso lo cual -sumado a cierta distorsión y excesivo volumen del sonido- dificulta el seguimiento de la historia.

Donde la propuesta sí acierta es en las frescas y graciosas caracterizaciones, en las que la suma del vestuario, el maquillaje y la interpretación dan como resultado una galería de personajes muy coloridos y pintorescos, que atrapan la atención de los chicos. El elenco destila idoneidad y simpatía, y sin duda se luciría mucho más aún si los actores no tuvieran que actuar en cámara rápida, contrarreloj.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/20020603/espectaculos4.asp

domingo, 2 de junio de 2002

Una provocativa obra que recorre leyendas

TEATRO CRITICA / OJOS DE CIERVOS RUMANOS

Este trabajo de la actriz y dramaturga platense Beatriz Catani (Cuerpos Abanderados) se presentó con éxito en La Hermandad del Princesa, antes de partir rumbo a Alemania

Por Ana. M. Tótoro
Especial para Hoy/ La Plata, domingo 2 de junio de 2002

Beatriz Catani es una actriz, directora y dramaturga platense que ha logrado trascendencia nacional e internacional con sus provocativas creaciones.

Fiel a la estética presentada en Cuerpos Abanderados, ofrece un espectáculo en el que las imágenes producen variadas sensaciones y, aunque el texto lingüístico resulta importante y complejo, el sentido de la obra se reconstruye a través de los signos teatrales.

Ojos de Ciervo Rumanos recrea, con libertad, una serie de leyendas relacionadas con la tierra como madre y origen de fecundidades. Se menciona, entre otros, al mito de la joven Perséfone,
que reparte su tiempo entre la Tierra y el Hades (reino de los muertos), y que origina con su presencia las estaciones de fertilidad (primavera, verano). Pero la obra se entreteje, fundamentalmente, con la historia mítica del dios Dioniso: Sémele, amante de Zeus, se encuentra en el sexto mes de embarazo y le pide a éste que se le muestre en todo su esplendor.

Sin embargo, no puede resistir la visión de los relámpagos y cae fulminada. Zeus saca el feto del vientre materno y lo cose en su muslo hasta que complete su gestación.

Plantas agrupadas en el espacio escénico, un árbol ubicado en el centro y macetas son los elementos que establecen la cerrada relación entre los hombres y la naturaleza.

La protagonista es enterrada en una maceta, alimentada y regada con jugo, cuidada en su proceso de nutrición y maduración, obligada a ofrecer su savia, y, finalmente, considerada como
alguien que se ha quedado seco. La relación entre la joven Dacia y su padre (que es, en cierta forma, su madre) se entrelaza con la historia del joven Benya, que cumple roles de hermano y amante y que comparte con ella los mismos interrogantes existenciales y similares vivencias. Un sillón y un viejo combinado son los otros elementos escénicos con los cuales se involucran los actores. La iluminación adecuada y la música precisa acompañan sin distraer, enfatizando la idea de que lo medular de la obra está dado por el trabajoactoral.

Los tres actores asumen el riesgo de la propuesta: La joven Paula Iturriza debe prestarse a una exposición no sólo de su cuerpo, sino que también implica soportar jugo y tierra en los ojos.

Pero supera todas las dificultades y se revela como una actriz de excepción. Las acertadas marcaciones de dirección contribuyen a superar el desafío.

En síntesis: un espectáculo de difícil abordaje racional, en el cual el espectador debe prestarse al “juego” propuesto, y que resulta un exponente más de la estética de Beatriz Catani.

Ficha Técnica:
Obra: Ojos de Ciervo Rumanos.
Autor: Beatriz Catani.
Intérpretes: Ricardo González,
Paula Iturriza y Blas Arreseigor.
Escenografía: Beatriz Catani y Andrea
Schvartzman.
Música: Carmen Balliero.
Dirección: Beatriz Catani.
Lugar: Teatro Hermandad del Princesa.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/06/02/pdf/22.pdf

sábado, 1 de junio de 2002

Trinidad Guevara: Actriz calumniada y perseguida

Sábado 01 de junio de 2002 | Publicado en edición impresa

Teatro

Por Ernesto Schoo  | LA NACION


Días atrás, mientras buscaba datos para escribir la columna de la semana pasada sobre algunos aspectos de la actividad teatral porteña entre 1810 y 1812, tropecé con referencias y anécdotas de un período posterior que -visto el interés despertado en los lectores por esa evocación- parece interesante consignar aquí. Se trata de una actriz que debe de haber sido notable, pero de quien han quedado escasas huellas, salvo la mención de su nombre y poco más.

Se llamaba Trinidad Ladrón de Guevara y se presume que nació en Buenos Aires (no en Montevideo, como se creía) en 1798. Ya en 1821 estaba dando que hablar, no sólo por su talento, sino también por el pleito que la enfrentaba con su colega Francisca Ujier, la cual, empeñada en desplazarla, no vacilaba en recurrir a la calumnia. Tenía la Guevara otro enemigo peligroso: el popular y arbitrario padre Castañeda. En aquellos tiempos los actores en general, y las actrices en particular, ocupaban una franja marginal de la sociedad, en un juego ambivalente e hipócrita donde alternaban los aplausos con la maledicencia. La Ujier le hizo llegar a Castañeda, en forma anónima, un libelo contra Trinidad, que el virtuoso sacerdote (émulo del Don Basilio de "El barbero de Sevilla") se apresuró a publicar en su periódico. La acusada respondió con un volante, titulado "Exposición de la actriz de este Coliseo, doña Trinidad Ladrón de Guevara, a consecuencia del libelo infamatorio publicado en el número 59 del Despertador Teofilantrópico".

En su "Buenos Aires desde setenta años atrás", José Antonio Wilde da su opinión: "Ahora diremos nosotros, que la hemos visto en el proscenio, lo que de ella sabemos. Trinidad Guevara (primera dama) representaba el rol protagonista en la tragedia y el drama. Era una mujer interesante, sin ser decididamente bella; de esbelta figura, finos modales y dulcísima voz; pisaba con gallardía las tablas y tenía lo que se llama posesión de teatro; había llegado a ser, y con razón, la favorita del público". A tanto llegaron las críticas y las intrigas que la pobre mujer decidió retirarse de la escena, y permaneció alejada de ella bastante tiempo. Antirrosista, se exilió en Chile. Volvió, sin embargo, y añade Wilde: "Pero por instancias desistió de su propósito y en su reaparición fue saludada con calurosos aplausos, dando a entender, sin duda, que el público nada tenía que ver con su vida privada".

***

Arturo Capdevila escribió una biografía de la actriz, "La Trinidad Guevara y su tiempo", donde narra que, en el invierno de 1826, mientras declinaba el régimen de Rivadavia, Trinidad regresaba de Chile, donde se la admiraba y respetaba. Sufría de una gastritis crónica (atribuida al consumo inmoderado de chocolate) de la que era atendida por el doctor Díaz Vélez. En la casa donde se instaló tras su regreso proliferaban las ratas. Díaz Vélez "le facilitó, gentilísimo, una caja de arsénico" para combatir la plaga. La Guevara confundió una noche esta caja con otra, en la que guardaba el medicamento en polvo recetado por su médico. Y se envenenó, aunque su robusta naturaleza y la escasa cantidad ("menos de una cucharada de café") le permitieron salvar el trance. Pero no esquivar las filosas lenguas porteñas, que le atribuyeron propósitos suicidas por motivos pasionales.

Fermín Arenas Luque, en "Cómo era Buenos Aires" (Plus Ultra, 1979), concluye: "Trinidad Guevara murió el 24 de julio de 1873, sin más refugio que el calor de sus íntimos, que allí estaban rodeando su lecho, queriendo interesarla, diario en mano, con las noticias del día. En el registro de defunciones se escribió: «Inhumaciones de ayer: Trinidad Guevara, 75 años, apoplejía serosa»". 

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

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