La imponente sala de La Plata, un espacio recuperado (y sostenido) con esfuerzo Foto: Fernando Massobrio
Domingo 23 de junio de 2002 | Publicado en edición impresa
"Dada la situación del país tenemos que repensar no ya el problema presupuestario, sino el sentido de tener un teatro como éste en la provincia de Buenos Aires. Este es un momento de reto para nuestra imaginación y para replantearnos cosas sobre nuestra existencia como país. De algún modo, tenemos problemas económicos porque tenemos problemas culturales y no al revés. Tenemos que sacarnos de la cabeza que la cultura es decoración. Tenemos que mirar hacia nosotros. Hay que confiar en nuestros artistas."
Con estas palabras, Daniel Suárez Marzal marcó las pautas que seguiría como director del Teatro Argentino de La Plata. Fue en enero de este año, cuando aceptó la designación al frente del flamante complejo cultural platense.
"Que este centro de las artes y el espectáculo que es el Argentino lo sea de verdad, sin retaceos. Para la ópera, pero también para el ballet y para los espectáculos musicales, clásicos y populares. A mí en particular me molestan estas palabras que diferencian, porque estoy convencido de que le han hecho mucho mal a nuestra cultura. Tenemos que esforzarnos para encontrar de qué manera vamos a hacer muy cercano este teatro a la gente, por ejemplo."
Y en tan sólo seis meses, Suárez Marzal demostró ser un funcionario que, como pocos, cumple con lo prometido. Aunque el presupuesto, como se había anticipado, es exiguo, la imaginación parece ser la aliada del director, que además tiene que compensar la ausencia de títulos en la temporada anterior.
"La mayor urgencia -explicó a LA NACION- es crear afluencia de público." ¿Cómo se logra en estos tiempos? La respuesta se encuentra en la propia programación que, aunque la ópera y el ballet siguen siendo los platos fuertes, también contempla diferentes ciclos de música popular, exposiciones, obras de teatro y un emprendimiento social dirigido a los jóvenes, a los mayores y también a los reclusos.
A las producciones propias, como "Luisa Miller", de Verdi; "El inglés de los güesos", de Boero-Lynch; "La traviata", de Verdi, nueva versión de la que se realizó en el Luna Park; "Alceste", de Glück; "La Cenerentola", de Rossini, y "El murciélago", de Strauss, se sumarán en calidad de óperas invitadas "Festival Stravinsky" (Juventus Lyrica), "Castor y Pollux", de Rameau (Colegio Nacional de Buenos Aires); "El trovador", de Verdi (versión semiescenificada de Mar del Plata).
El mismo criterio aplica para el ballet del Argentino, a cargo de Oscar Araiz, enriqueciéndolo con invitados como Tangokinesis, dirigido por Ana María Stekelman, Julio Bocca y "Tango por dos". Criterio que también repite para los conciertos y los espectáculos teatrales.
"Hay trampitas que uno puede hacer y consiste en convocar a un regista que pueda aportar un toque renovador", explica Suárez Marzal. En cierta forma esta "trampita" justificaría la invitación que recibió Norma Aleandro para hacer la puesta de una de las óperas.
Con esta programación alcanza para calentar la sala, como se dice habitualmente, para atraer público entusiasta. Pero a Suárez Marzal le interesa también captar nuevos espectadores. Para lograrlo, incorporó la música popular y los grandes nombres del género: Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Teresa Parodi, Sexteto Mayor, Los Nocheros. Además, en el valor de las entradas ofrece un descuento del 50 por ciento para estudiantes y jubilados.
Pero hay otras iniciativas culturales-sociales que hablan de una visión expansiva del arte. Con la creación de la Camerata Académica, integrada por jóvenes de 22 años de edad promedio, además de ofrecer experiencia a los músicos, sirve para dar conciertos en las unidades penales de La Plata, Junín, Azul y San Nicolás. Además, el Cuarteto de Cuerdas, con 30 años de trayectoria, se presentó en el Instituto Terapéutico N° 33, que alberga a 260 mujeres con 40 niños.
"El plan futuro -anticipó Suárez Marzal- es crear una minicompañía de ópera y otra de ballet para poder presentarnos en el interior. De esta manera, y con toda esta actividad, se justificaría la existencia de este centro artístico platense."
La pregunta que queda flotando es: ¿cómo se enfrentará este compromiso económicamente hablando? "Los números nunca cierran -finaliza el director-. Sé que estamos haciendo una patriada y estamos hablando con todos para invitarlos a participar. Hay una cosa que tengo muy en claro. El teatro cerrado es más caro que cuando está abierto. Y con esta idea nos estamos manejando."
Y aquí comienza el llamado a la reflexión. Con esta mentalidad, Suárez Marzal devuelve al arte el compromiso social que siempre ha tenido y que ha sido ignorado. En este caso, el Estado cumple con la función de velar por el espíritu de su pueblo, sobre todo en los momentos de crisis. La justificación la encuentra en la respuesta del público que asiste y disfruta de todos y cada uno de sus espectáculos.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=407676
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