Elenco: Verónica Spasoff, Leandro Romero, Carolina Katz, Javier Cardini, Ana González, Eduardo Santamaría, Patricia Condron, Ezequiel Teresich, Lucas Unanúa, Silvina Marcoval, Florencia Baraboglia, Julio Fernández Spill y Julio Fernández Piteck. Realización de vestuario: Julio Fernández Spill. Operación técnica: Claudio Romero. Asistencia: Natalia Martínez. Puesta en escena y dirección general: Gastón Marioni. Sala 420, calle 6 e/40 y 41.
Según una encuesta reciente de la BBC, William Shakespeare fue votado como "el hombre británico del milenio". El Bardo, del que se sabe mucho menos de lo que se escribe, habría vivido entre 1554 y 1616, se casó con Anne Hathaway a los 18, tuvo 3 hijos, escribió 38 piezas y más de 100 sonetos. Sus escritos se imprimieron 7 años después de su muerte, ocurrida en Stratfordon-Avon, su ciudad natal.
Rara mezcla de actor, empresario y autor, Shakespeare construyó personajes capaces de tener personalidad propia y gran vida interior, pegando así un salto cualitativo frente al esquematismo de otros grandes creadores de su tiempo, como Cristopher Marlowe o Ben Jonson.
Gracias al film "Shakespeare apasionado", dirigido por John Madden, protagonizado por Joseph Fiennes y Gwineth Paltrow, sobre el ingenioso guión de Tom Stoppard, el mundo ha vuelto a hablar del milagro artístico más grande y perdurable de todos los tiempos. También la versión posmoderna con aires rockeros de "Romeo y Julieta" de Baz Luhrmann, que encarnaron Leonardo Di Caprio y Claire Danes, reflotó la más triste historia de amor jamás contada, entre motos de alta cilindrada, camperas de cuero, cerveza y "heavy metal punks".
Toda relectura de la obra monumental de Shakespeare resulta válida para desacralizarla. Al respecto, el director John Madden sostiene: "Hoy se ha olvidado que era un autor popular, una especie de guionista de Hollywood de aquellos tiempos, que escribía para un gran público. El problema es que en este siglo los intelectuales se apropiaron de él y lo hicieron inaccesible".
El joven director Gastón Marioni se le animó a "Romeo y Julieta", concibiendo una original puesta que se aparta deliberadamente de lo convencional, e intenta involucrar al espectador en la acción dramática. Los actores rompen la cuarta pared y toman contacto directo con el público desde un comienzo. El espacio escénico abarca la totalidad de la sala, y en él los actores recrean los distintos ámbitos con escasos elementos. Esta tónica ascética y despojada constituye un acierto de la puesta, ya que prescinde de cualquier factor que distraiga la atención del conflicto central.
La marcación a nivel colectivo es potente y eficaz: los coros, los enfrentamientos callejeros, las corridas, el baile de máscaras, conforman imágenes de notable intensidad. Donde la obra decae es en los trabajos individuales. En la mayoría de los casos, la dicción es pobre y no se aprecia la riqueza del lenguaje ni la valorización de los textos, que son recitados sin matices interpretativos. El gran despliegue físico-coreográfico no alcanza.
Los trabajos que sí resultan muy logrados son el "Ama" y el "Sr. Capuleto" de Carolina Katz (una versátil actriz para seguir de cerca), el "Mercucio" y el "Príncipe" de Ana González (notable fuerza y vigor expresivos), y el "Tebaldo" de Eduardo Santamaria. Estas actuaciones destilan verdad.
La introducción a cargo de Julio Fernández Piteck en el rol del actor Richard Burdbadge es original, pero pierde eficacia por la innecesaria (e inexplicable) reiteración de los textos. La escena de amor de Romeo y Julieta es plásticamente bella, pero los remilgos de la actriz (o del personaje) para ocultar su desnudez le restan naturalidad. Debería ser más jugada para resultar creíble. A esta altura de los acontecimientos, ¿quién podría escandalizarse?
En suma, una propuesta con luces y sombras, mejorable en tanto y en cuanto se priorice el trabajo estrictamente actoral a nivel individual, sin descuidar el "buen decir" de tan bellos y entrañables textos.
Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/19991127/espectaculos0.html
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