CICLOS DE DANZA
Una experiencia efímera con continuidad. La “Performance Danza Butoh” desestructuró el patio del Edificio Presidencia de la UNLP y a quienes estaban habitándolo. Una experiencia interdisciplinaria más que interesante que se podrá ver en video en noviembre.
Por Leticia Lozano
Un buen día de sábado uno puede pasar por el Rectorado y encontrarse las puertas abiertas, de arte. En2tiempos, es un programa de la Prosecretaría de Arte y Cultura de la UNLP (coordinado por Alejandra Ceriani) que desde el 2011 tiene presentaciones mensuales de producciones locales vinculadas a las artes de movimiento y sus cruces interdisciplinarios.
El pasado sábado 6 de octubre, uno podía pasar por la puerta del Rectorado y encontrarse en el patio luces y sombras, gente sentada a los costados y una mujer danzando de una manera muy poco conocida. Vestida con telas translúcidas y sensores de sonido y movimiento en algunas partes de su vestuario, Jorgelina Mongan generaba en su cuerpo movimientos absolutamente inesperados. Es que también la “música” era poco esperable, ya que los sonidos que comandaba Juan Orozco (sentadito en el piso con equipos tradicionales) eran originarios de radios en vivo, que como si fuera un disckjockey, el músico iba dando forma y construyendo en sincronía con la bailarina.
Con fuerte presencia de lo gestual en el rostro de Jorgelina, esta improvisación pautada lograba momentos de dramatismo futurista o comedia sin sentido. No hubo espacio que la bailarina no aprovechara: desplazamientos a distintas velocidades, lanzamientos al suelo, mirada al público y otras veces ensimismamiento total. El cuerpo, con impecable plasticidad, iba adquiriendo formas nuevas, de otros mundos. Temblores y ondas expansivas, quietud y ojos saltones, entumecimientos y soltura plena, todo era posible en el cuerpo de la bailarina.
En escena también una camarógrafa. En esa ocasión fue Lucila Mendoza quien iba tomando imágenes, decidiendo qué planos realizar, acercándose a centímetros de la bailarina o distanciándose hasta desaparecer. Es que esta propuesta interdisciplinaria en construcción tiene su continuidad en un videodanza, que junto con otros se presentarán en noviembre en el marco del mismo ciclo.
La exploración del sonido (bajo, para que el oído ejercite y se sorprenda), la indumentaria, el cuerpo y lo visual hacen de esta performance algo novedoso, interesante y degustable. Como se corre de lo convencional, invita a sentir y pensar de otras formas. El hecho de que la cámara en vivo registre da cuenta de una continuidad y propone una observación cuatri-dimensional: la dimensión de la danza, que descoloca; la del sonido musical que no es musical y lo es: el desecho radial, -las vibraciones que circulan por el aire siendo captadas y resignificadas-; el componente “en vivo” que propone la cámara en mano y también como representante de las tecnologías (siempre presentes interpelando) y el público que completa la obra.
Cuando terminó la “Performance Danza Butoh” veinte minutos después de que comenzara, los artistas dieron lugar a la voz y al diálogo con el público. Esa instancia siguió enriqueciendo la obra, agregando significaciones y sentidos, proponiendo devoluciones en otro plano.
BAILANDO EN LA OSCURIDAD
¿Qué es la Danza Butoh y cuál es tu reinterpretación? Preguntó La Culturosa desconociendo la inmensa complejidad de la respuesta.
El Ankoku Buto o Butoh nació en Japón pos bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, en cuerpos y mentes de Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata. Fue la búsqueda de un nuevo cuerpo, el de posguerra en un contexto de cuerpos mutilados, explotados, quemados.
Su temática es super amplia y explora todas las fronteras y límites. Se mete en lo profundo del inconsciente donde todo puede salir, sin juicios. Por eso los cambios anímicos drásticos, que parecen absurdos o extremos, por eso ha sido llamada la danza de la oscuridad, “la parte oscura de la luna a través del cuerpo”.
Emparentada con el teatro Noh, esta danza es vanguardista y rupturista. El entrenamiento de los artistas incluye meditaciones y artes marciales, se trata de reflejar estados internos saliéndose del criterio de belleza, por eso las formas son infinitas y es tan complejo enseñarla.
La primera obra “Colores prohibidos” de 1959 fue escandalosa: planteaba el tema de la homosexualidad y terminaba con la muerte por asfixia de un pollo vivo.
El Butoh fue ignorado en Japón, y en los ochenta distintos grupos artísticos empezaron a llevarlo a otros países. En Chile y Argentina se han impartido seminarios y se han generado compañías independientes que construyen su obra de acuerdo a la propia cultura.
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