Domingo 28 de octubre de 2012 | Publicado en edición impresa
Entrevista con el director de escena del estreno de Pepita Jiménez, ópera de Albéniz, que presenta el Teatro Argentino de La Plata
Por Jorge Aráoz Badí | Para LA NACION
Foto: Santiago Hafford
Durante uno de los últimos ensayos de Pepita Jiménez, al entrar en la enorme sala vacía del Teatro Argentino, lo que más impresiona es la pared trasera del escenario, frente a la platea, tapizada de armarios y puertas cerradas. No se entiende muy bien por qué una construcción tan categóricamente simple, produce conmoción y sobrecogimiento. ¿Será por no saber qué hay tras esas puertas?
La respuesta de esta metáfora está en Calixto Bieito, el director escénico español de casi 50 años, convocado por el teatro platense para el estreno americano de la ópera de Isaac Albéniz. Su carrera internacional se inició en 1995 con Il Mondo di la Luna de Haydn y continuó con el Pierrot Lunaire de Schönberg y una ya histórica Carmen de 1998 que volverá a verse en Londres en noviembre.
Toda la obra de Calixto Bieito está operada metafóricamente porque, aunque no se vean tan explícitas como en este caso, siempre hay en sus trabajos puertas que se abren a ideas y propuestas que antes no habían sido abiertas por otros régisseurs. Esto sucede ininterrumpidamente desde hace años, con sus puestas en que alternan ópera y teatro en prosa, Shakespeare, Mozart, Verdi, Strauss, Weill, Calderón, Ibsen, Massenet, Berg, Puccini, Janácek, Wagner, Gluck, Falla, Schiller, Wedekind, Ligeti, Beethoven, Kagel, Tennessee Williams, Von Weber, Goldoni, Lorca, Molière, Bernard Shaw, Stravinsky, en una actividad desarrollada de manera casi frenética en Europa y Estados Unidos hasta completar hoy no menos de un centenar de producciones.
¿Queda tiempo para vivir?
He vivido siempre en un teatro, sin dejar de extrañar intensamente a mi mujer y mis dos hijos a quienes veo seguido porque constantemente me invento escapatorias. Todo el tiempo que me queda, es para vivir con ellos.
Como puede verse en las fotos, Calixto Bieito tiene una cara redonda, plácida, afable, que inspira serenidad y hace suponer gran paz interior. Tras esa imagen hay un explorador intelectual que se propone descubrir antes que simplemente mostrar. Muchos de sus críticos lo señalan como un provocador estético. LA NACION estuvo en el Teatro Real cuando él presentó su Wozzeck en Madrid. Al salir a saludar, después de una versión nada convencional, debió soportar gritos e insultos, parte de ellos dirigidos a la música.
"El director siempre es un mensajero responsable de todo. Pero yo no me propongo ser un provocador estético. No soy filósofo ni sociólogo ni pretendo serlo. Soy un hombre de teatro y de música. Ustedes lo saben porque el año pasado puse La vida es sueño, en el San Martín. Mi puesta es por la luz porque amo la poesía. Siempre termino por abrir puertas y ventanas para que entre el aire y purifique todo. A mí me gusta dormir con la ventana abierta.
¿Cómo ve Pepita Jiménez ?
Como la vio Juan Valera, el autor de la novela. Como un combate entre el erotismo y la religión, entre la libertad y la represión.
Bueno eso puede ser poesía, pero es oscuridad.
Es que España opta más por la oscuridad y el silencio. De algunas cosas "es mejor no hablar". Eso consigue acumular mucho rencor, mucha frustración, heridas que no cicatrizan. España es un país no reconciliado. Al ser un país con una enorme tradición barroca se acostumbró a la oscuridad que oculta las cosas.
Como las puertas cerradas de los armarios en la escenografía.
Así es. Los armarios se mueven, pero sus puertas se abren y van apareciendo cosas, fragmentos de los personajes, fragmentos de la historia de España.
¿Con qué tipo de imágenes aparecen?
Con la que tienen. Aparecen muertos, fusilados, huesos, flores y hasta imágenes deliciosas, toda esa amalgama caótica, a veces cruel y a veces hermosa que es España.
Vale decir que, para usted, Pepita Jiménez es una metáfora sobre España.
Tal cual. Así soy absolutamente fiel al autor.
¿Cómo se da la relación entre erotismo y religión?
Están estrechamente relacionados desde siempre. Desde Santa Teresa y San Juan de la Cruz, cuya obra se ha vuelto a reeditar. Y en esa obra ya está también la represión.
Hablemos un poco de su biografía española. ¿Cómo vivieron sus padres los tiempos de la represión dura?
Mal, como todos. Mi padre era gallego. Mi madre de Sevilla y como yo viví en Barcelona desde los 16 años, soy enteramente catalán, con el idioma y todo, como mis hijos y mi mujer. Aprendí la lengua, a hablar, a escribir y a pensar en ella. Y la primera vez que le dije a una mujer que la quería, se lo dije en catalán.
¿Dónde tiene mayor repercusión su trabajo?
En España muy poco. Es que no estoy allí mucho tiempo. Llevo casi veinte años viajando por el mundo. Cuando regreso a España me encierro en mi casa para disfrutar de mi familia, estudiar y planificar.
¿En la ópera y en el teatro en prosa, trabaja con los mismos criterios y enfoques? ¿Cómo ve las diferencias?
No veo las diferencias. Salvo que yo tengo mucha afinidad con materiales musicales. Mi costumbre es aprenderme la música de memoria, como hacen los directores de orquesta. Y nunca me separo de la partitura. Mis puestas siempre son musicales.
¿En esta ópera y con este tema, la música de Albéniz no suena convencional?
Todo lo contrario. Claramente, están los elementos eróticos y religiosos. Y al final, la música lo ilumina todo, con el triunfo del erotismo, con una positiva apuesta por la luz.
¿Y el libreto?
Regular. La novela es mucho mejor que el libreto. Es de un mecenas inglés con pretensiones artísticas. Grandes óperas de Verdi y Mozart tienen libretos espantosos. En este caso, como referencia, hay una novela magnífica de Unamuno y la película La tía Tula, que mis cantantes estuvieron obligados a ver como una manera de compensar las debilidades del libreto. Y el resultado es una buena ópera española. Ópera ciento por ciento.
Si él lo dice, es verdad, porque Calixto Bieito no contemporiza ni es neutral. Sus puestas siempre le hacen algo a la gente, algo que no se olvida. Por ese motivo, debe ser que se disputan su trabajo las más importantes salas del mundo y no le dejan un sólo día libre en su agenda.
DATA
Hoy sube a escena, en el Argentino de La Plata, la ópera de Albéniz
Pepita Jiménez , ópera en 2 actos de Isaac Albéniz, libreto de Money-Coutts, sobre la novela de Juan Valera. Autor y director de la puesta en escena: Calixto Bieito. Director musical: Manuel Coves. Escenografía: Rebeca Ringst. Vestuario: Ingo Krügler. Iluminación: Carlos Márquez. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Directora del Coro de Niños: Mónica Dagorret. Cantantes: Nicola Beller Carbone, Enrique Ferrer, Adriana Mastrángelo, Víctor Torres, Víctor Castells, José Antonio García, Sebastián Angulegui, Francisco Bugallo y Juan Pablo Labourdette.
Producción: Teatro Argentino de La Plata y Teatros del Canal, de Madrid. Funciones: hoy y el 4 de noviembre, a las 18.30; 2 de noviembre, a las 20.30. Teatro Argentino, 51 entre 9 y 10, La Plata.
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