Carlos Duarte (Cavaradossi) y Sebastiano De Filippi (Sacristán)
en el primer acto de Tosca, Teatro Argentino, La Plata, 2008
en el primer acto de Tosca, Teatro Argentino, La Plata, 2008
Con buenos resultados en lo visual y musical pero discretos en lo vocal e interpretativo se abrió el año Puccini en La Plata. Por Ernesto Castagnino
Pasión en el foso pero no en el escenario
Teatro Argentino de La Plata
Domingo 20 de abril de 2008, 17.00
TOSCA, ópera de Giacomo Puccini. Dirección musical: Mario Perusso. Puesta en escena, escenografía e iluminación: Roberto Oswald. Vestuario: Aníbal Lapiz. Elenco: Mónica Ferracani (Floria Tosca), Carlos Duarte (Mario Cavaradossi), Luis Gaeta (Barón Scarpia), Mario De Salvo (Cesare Angelotti), Carlos Iaquinta (Spoletta), Sebastiano De Filippi (Sacristán), Mauricio Thibaud (Sciarrone), Claudio Rotella (Carcelero), Sonia Stelman (Pastor). Orquesta y Coro Estables del Teatro Argentino. Coro de Niños del Teatro Argentino. Director de coro: Sergio Giai. Directora del coro de niños: Mónica Dagorret.
La quinta ópera de Giacomo Puccini, que se estrenó en Roma en febrero de 1900, estaba basada en la obra homónima de Victorien Sardou interpretada en teatro por Sarah Bernhardt. Puccini, con Luigi Illica y Giuseppe Giacosa como libretistas, logran en esta obra lo que todo compositor de ópera se propone: amalgamar música, texto y acción dramática. Y el resultado es tan contundente que justifica su permanencia en la programación de teatros y su incondicional aceptación del público. Pocas veces confluyen en una ópera tal vértigo sonoro, visual y dramático, que nos lleva a asistir a la tragedia de Tosca una y otra vez, como si se tratara de la primera.
Uno de los mayores atractivos de esta ópera es la creación de una heroína que se aparta de la tradición: Floria Tosca es una mujer que no se resigna a su destino sino que lo transforma. Si la heroína belcantista enloquece y muere por un amor contrariado (Lucia di Lammermoor), si la heroína romántica se inmola o suicida antes de intentar torcer su destino (Rigoletto, Il trovatore) -como incluso sucede en el mismo Puccini con Cio-Cio San en Madama Butterfly-, en Tosca nos encontramos con la mujer apasionada, sensual y valiente, capaz de matar para salvar a su amante.
La producción del sólido pero previsible equipo de Roberto Oswald y Aníbal Lápiz, a cargo de la dirección escénica, escenografía, vestuario e iluminación, mostró gran despliegue visual pero indiferencia en la dirección escénica de los cantantes a los que no supo o no pudo extraer interpretaciones convincentes. La escenografía, en una línea tradicional y realista, tuvo un efecto visual interesante con un sugestivo juego de luces y sombras. El gran logro de la propuesta fue la escena del Te Deum en la que Oswald desplegó con grandilocuencia –aquí justificada- un espectáculo visual de gran eficacia.
A la izquierda, Mónica Ferracani (Floria Tosca) y, a la derecha de espaldas, Luis Gaeta (Scarpia) en el primer acto de Tosca, Teatro Argentino, La Plata, 2008
La Tosca de Mónica Ferracani, resultó rutinaria en lo interpretativo y deslucida en lo vocal. La voz de esta soprano sufre de un vibrato caprino que impide disfrutar de un timbre que se adivina bello y, aunque le siente mejor la tesitura de Tosca que la de Cio-Cio San (en el Teatro Avenida 2007), la tirantez en la emisión de las notas agudas poco ayudó a llevar la interpretación a buen puerto. Discutibles o no, Ferracani no nos ahorró ninguno de los gritos y parlandi tradicionales, declamaciones sugeridas no por Puccini sino por la interpretación verista que dominó la primera mitad del siglo XX y que, si en pequeñas dosis pueden resultar efectivas en lo interpretativo, su exceso desvirtúa la intención del compositor.
El tenor Carlos Duarte en el rol de Mario Cavaradossi, con entrega y presencia varonil, se lució en los pasajes líricos pero la exigencia de volumen hacía que empujara la voz recurriendo a portamenti y ataques bruscos que empañaban su fraseo. Su abordaje del aria “E lucevan le stelle” hubiera resultado aceptable de no ser por el grito final de dudoso gusto. El Barón Scarpia estuvo a cargo del experimentado barítono Luis Gaeta, que con buen dominio escénico compuso un villano de calidad más en lo interpretativo que en lo vocal. La potencia sonora, vocal y actoral que hace del segundo acto una obra maestra del género requiere de una conexión creíble entre el barítono y la soprano para hacer frente al huracán de pasiones que se desatan entre ellos: atracción, rechazo, lujuria, venganza, sadismo e incluso piedad en el último gesto de Tosca al poner el crucifijo sobre el cuerpo ya muerto de su enemigo. En esta ocasión el huracán que sí se desató en la orquesta no llegó al escenario y, por lo tanto, tampoco al público. Correctos los roles de Angelotti y el sacristán a cargo de los bajos Mario De Salvo y Sebastiano De Filippi respectivamente. Muy adecuada la intervención de Sonia Stelman como el pastor.
Luis Gaeta (Scarpia), Mónica Ferracani (Floria Tosca) y, en el piso, Carlos Duarte (Cavaradossi) en el segundo acto de Tosca, Teatro Argentino, La Plata, 2008
El punto más alto estuvo en la dirección de Mario Perusso, ofreciendo una interesante lectura de esta partitura de la que supo destacar distintos matices e intensidades, aunque el tempo resultó un tanto lento. La orquesta respondió con solvencia y eficacia como el coro dirigido por Sergio Giai.
En resumen, asistimos a una Tosca carente de pasión, de buen planteo visual y una muy buena prestación orquestal pero con interpretaciones, en el mejor de los casos, sólo correctas.
Ernesto Castagnino
ecastagnino@tiempodemusica.com.ar
Abril de 2008
Imágenes gentileza Teatro Argentino de la Plata / Fotografías de Genitti.
Publicado el 27 de abril de 2008
Fuente: http://www.tiempodemusica.com.ar/noticia/noticia.ver.php?idpost=371&idpagina=49
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