La temporada lírica del Teatro Argentino de La Plata comenzó con una nueva y destacada producción deTosca
Nueva producción escénica de la ópera Tosca, de Giacomo Puccini, libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, sobre el drama homónimo de Victorien Sardou. Con el Coro (dirección: Sergio Giai), coro de niños (dirección: Mónica Dagorret) y la Orquesta Estable, con dirección general de Mario Perusso. Dirección escénica, escenografía e iluminación: Roberto Oswald. Diseño del vestuario: Aníbal Lápiz. Cantantes: Eiko Senda, Carlos Duarte, Luis Gaeta, Mario De Salvo, Carlos Iaquinta, Sebastiano De Filippi, Mauricio Thibaud, Carlos Rotella y Sonia Stelman. En el Teatro Argentino de La Plata.
Nuestra opinión: muy bueno
Como la llama de una vela cuya luz se aquilata cuando aquélla se agota, así captó el genio de Puccini el colapso del régimen napoleónico en Italia, a comienzos del siglo diecinueve.
En un marco de suntuoso esplendor, el poder evidencia aquí sus últimos estertores con uno de sus protagonistas más nefastos. Política y sexo se contraponen con virulencia en la trama de Sardou, que Puccini llevó hasta su más álgida expresión, de manera conmovedora, alcanzando contornos de trágica belleza.
En esta nueva producción de Tosca , que inauguró de manera brillante la temporada lírica platense, el genio del compositor que supo amalgamar el romanticismo y el verismo tuvo fieles traductores que llevaron el drama lírico, a través de las voces y la escena, hasta un encomiable nivel expresivo.
Roberto Oswald tradujo con majestuosa grandeza su concepción de las entidades de poderes contrapuestos; tornó ostensible la suntuosidad que rodeaba al déspota al enmarcar su pérfida personalidad, así como elocuente la espaciosidad del recinto de la iglesia de Sant Andrea della Valle destinado a la unción religiosa, o tétrica la torre del Castel Sant Angelo donde debía consumarse el desenlace final.
Cada instancia del drama amalgamó con equilibrado ajuste la escena con el foso orquestal, donde la inspirada partitura de Puccini tuvo una traducción excepcional en la batuta de Mario Perusso, que fue respondida con buen nivel de eficacia profesional.
Las voces que asumieron los papeles centrales en la noche del estreno tuvieron un desempeño destacable en cuanto al rendimiento vocal, como en el caso de Carlos Duarte (Cavaradossi), que elaboró un personaje cuyo indómito temperamento romántico fue escénicamente muy bien asumido, pero además provisto de una encomiable línea de canto, como aconteció con Recondita armonia
La aparición del Sacristán (Sebastiano De Fillippi), rodeado de niños alborozados por la derrota napoleónica, y el ingreso de Eiko Senda (Floria Tosca) al templo fueron aciertos de la dirección escénica, como también la llegada del siniestro Scarpia al recinto, y el esplendor de la ceremonia religiosa que dio culminación al primer acto, con una relevante presencia coral.
Otro aspecto digno de señalar es el lujoso vestuario diseñado para esta nueva producción.
La soprano Eiko Senda, quien se vio obligada a reemplazar a Maria Pia Piscitelli en el papel protagónico, exhibió una vez más sus calificadas condiciones vocales, si bien su emisión no pocas veces creció indebidamente en el sector agudo y otras -como en la exclamación que profiere junto al cadáver de Scarpia- no alcanzó suficiente poder de convicción. Pero su desempeño dramático fue excelente frente al temible Scarpia (Luis Gaeta), personajes cuyos crueles matices fueron reflejados con gran solvencia vocal y escénica por el reconocido barítono.
Carlos Iaquinta (Spoletta) recreó con verosimilitud su siniestro papel y Mario De Salvo (Angelotti) fue en todo momento un convincente republicano. El canto del pastor (Sonia Stelman) fue excelente. El resto del elenco cumplió sus papeles con corrección.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1004389
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