sábado, 19 de noviembre de 2005

Una buena mano para la niñez: el titiritero


EL OFICIO PELEA POR SOBREVIVIR EN NUESTRA CIUDAD

En la era cibernética todavía existe el Hombre de la Bolsa. Por ejemplo Raúl Beppo Andrioli, el titiripoeta que está en el mes aniversario: 20 años dando alegrías, peregrinando por plazas, escuelas y teatros

Veinte años con los guantes. No con los guantes de boxeo, claro está, sino con los títeres de guante. De todos modos, lo de Raúl Andrioli, Beppo, se trata de un combate, no sobre el ring side, sino sobre un escenario.... el escenario de la vida. Hoy se sigue rajando del aburrimiento y propone a los títeres.

Es uno de los pocos que mantiene esa magia en nuestra ciudad y le da vida a este ancestral arte de alegrar. “El títere es un instrumento, una herramienta al servicio de un modo de expresión tan antiguo como es el teatro, pero ese objeto, que es el títere, tiene inevitablemente nuestra carga, la suma de nuestros oficios, nuestras contemplaciones, nuestros sueños, el pulso del corazón y de la sangre, el recuerdo de nuestra sombra, las vivencias de nuestra infancia, en definitiva todo lo que hace a nuestro compromiso”. Cuando un juglar brinda un espectáculo, está entregando no sólo su conocimiento del oficio, sino que ofrenda a su público nada menos que su vida, como testimonio de su tiempo.

El pintor Alberto Cedrón, que pasó su exilio en Paraguay, dio una hermosa y redondita definición sobre el artista: “Es como el hígado de la sociedad. Filtra todas las toxinas, todas las porquerías y las devuelve convertidas en belleza”. Beppo, reforzando la idea, en plena crisis de 2001, durante las vacaciones de invierno ofreció sus funciones en el Salón de los Espejos del Club Estudiantes de La Plata.

En el programa de actividades, presentó un texto que decía así: “Escultor de almas: el mundo cayó en manos de unos locos con carné. Ellos son los farsantes que se instalaron en el poder con sus falsas promesas, vampirizaron a la humanidad, la entristecieron, la hambrearon y la sometieron hasta la humillación. Se pusieron a jugar torpemente con los juguetes de los desheredados y son los desencantadores o los encantadores del revés, porque todo lo que tocan lo convierten en basura. Sin embargo, un auténtico artista ofrece su arte sin esperar nada a cambio”.

En el simple ritual de escuchar un cuento, se vuelve a repetir ese hechizo incesante, esa magia del arte que alimenta a nuestra imaginación y nos hace recordar o nos hace fabricar nuestros mejores sueños. Al fin y al cabo, ¿qué es un contador de cuentos, sino un “Escultor de Almas”? Y recordemos esto: un pueblo sin Escultores de Almas, se enanifica y engrisa hasta desaparecer en la oscuridad.”

Ahí está el punto. El desafío. Al artista le cabe el compromiso de su tiempo. Está en su decisión si lo que da es sólo entretenimiento. Cuando representaba Popeye el marino, con el que se cansó de llenar escuelas y clubes, también daba las obras de Javier Villafañe; escribía poesía; contaba cuentos e incluso hizo radio, dando opinión.

Aunque nada de eso haya aparecido, alguna vez, en los grandes medios. Todo este tiempo no ha podido dejar de sentirse un personaje arrancado de las páginas de García Márquez, un duende que cabalga entre la ingenuidad y el realismo mágico.

A partir de estos primeros 20 años, se siente, desde su oficio, como un guerrero que hace con todo lo que lo rodea, un solo recurso para hacer oír su testimonio libertario.

- ¿Y cómo se logra ese objetivo, Beppo?

- Siguiendo de pleno en la poesía, creando nuevos títeres que sean la delicia de grandes y chicos. Al menos, con respecto a la convivencia humana, haciéndome eco de aquella definición que dio Albert Camus, cuando en una ocasión le preguntaron que había hecho él para mejorar al mundo... Esta fue su respuesta: “Sencillamente, no sumar más miseria a la que ya hay en abundancia sobre la tierra”.


Decálogo del titiritero


-El títere y el niño son la comunión del asombro.
-No hay mejor lenguaje para llegar a un niño que la magia de los títeres.
-Los títeres, un arte tan antiguo, tan presente.
-Los niños y los títeres: esos locos bajitos y esos locos pintados.
-El color, el movimiento, la gracia, son los mejores vehículos de comunicación y aprendizaje. Y esos elementos son propios del títere.
-La imaginación salva, la poesía salva, el títere salva.
-Veo un hombre desolado, desnudo, como un niño que no ha visto títeres.
-El títere puebla la imaginación de los niños.
-Sembrar títeres es sembrar duendes para mejorar el hombre del futuro.
-No maten a los títeres, vengan a verlos.
(*) Según Beppo.


OTRA FACETA


El oficio de periodista fue moldeando su otro oficio de titiritero. “Me formé como titiritero con la observación diaria y, por supuesto, con los libros y las películas. En mi ciudad natal, Azul, cuando otros iban a la pesca de chicas o de aventuras deportivas, yo me encerraba en las bibliotecas o concurría al cine. Tanto que llegué a inventarme un oficio: el de comentarista para que me dejaran entrar gratis a las salas. Veía las películas y retribuía esa gratuidad comentándolas en el diario local El Tiempo”.

Así, grabador en mano, fue entrevistando a personajes tan representativos de la infancia por varias generaciones, como El Chavo o Guy Williams (El Zorro). Entre las muchas quijotadas de Raúl Beppo Andrioli (radio, clubes de fútbol, viajes sin destino fijo, etc...), está la de sumarse a nuestro staff de colaboradores de El Clasiquito. Allí comenzó a escribir cuentos, anécdotas, historias, poemas y recuerdos en una columna propia, La Plaza de Beppo.

Todas sus vivencias irán, poco a poco, apareciendo en el suple, martes y sábados. Con oficio de periodista, llegó hasta los grandes.


Por su largo peregrinaje llegó a compartir con aborígenes y hacheros

Raúl Andrioli. Poeta. Actor. Hombre de radio. No sólo es un buen titiritero este azuleño que arribó a las diagonales. Fue Director fundador del teatro de Títeres itinerante “El Correcaminos”. Cuenta con tres libros de poesía publicados. Cofundador de Poesía Mural (La Plata 1984-1985). Becario del Fondo Nacional de las Artes (El Títere en la Comunicación).

Trabajó con aborígenes wichi (matacos) en el Chaco Salteño, con niños hacheros en escuelas albergues del desértico oeste pampeano, con pacientes psiquiátricos en el hospital Alejandro Korn, de Melchor Romero y también con niños ciegos y disminuidos visuales en una escuela de esa especialidad en Gonnet. Autor de los cuentos infantiles El hombre de la Bolsa y Un Número de Circo, que rondan la envolvente y mágica temática de los titiriteros y los títeres. Caballosomono y Antibélicas son un aporte de su autoría a la escasa y poco difundida dramaturgia titiritera argentina.


“No pueden dejar de brillar”


Por Filadelfio González Romero
Maestro Titiritero

“Beppo vive rodeado por los duendes de los niños y de los títeres, reafirmando su oficio desde una animación de cumpleaños, un taller de títeres, o dando funciones en escuelas, en las plazas o en destacadas salas de teatro. Sostiene que el centro está en todas partes, desmitifica los privilegios de los seudoartistas y se revela como un auténtico dinosaurio que se niega a desaparecer bajo las luces de neón y en pleno despliegue cibernético.

Los títeres y los titiriteros no pueden dejar de brillar, en este oscuro mundo de mediocres. Beppo Andrioli debe estar aquí, allá, en lo alto, en todas partes”.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2005/11/19/pdf/1819-c.pdf

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