Se presentará en el Teatro Argentino
Jueves 3 de noviembre de 2005 | Publicado en edición impresa LA NACION
El Teatro Argentino de La Plata ofrecerá el estreno mundial de la ópera "Tlausicalpán o el descubrimiento de Europa", de Ernesto Mastronardi, a partir de pasado mañana, a las 20.30, con repetición el domingo 13, a las 17; el martes 15, a las 20.30, y el jueves 17, a las 20.30. La del martes 15 será una función de divulgación y contará con precios especiales. Entonces, frente al acontecimiento, LA NACION entrevistó al compositor.
-¿Por qué dice "farsátira" en lugar de satírica o buffa?
-Cuzzani inventó el término "farsátira" para definir un género que utiliza el humor, a menudo bastante negro, como herramienta crítica. En "Tlausicalpán" hay escenas muy cómicas, incluso algunas francamente jocosas, a pesar de que el eje del argumento tiene como trasfondo el tema del poder, la explotación y la injusticia.
-¿Y cómo es la línea argumental?
-La historia narra las vicisitudes de un príncipe azteca que, un año antes de la llegada de Colón, se rebela contra la tiranía de la casta imperial y sacerdotal. El joven príncipe, que ha fracaso ya en varias rebeliones, decide ir directamente al encuentro del dios Sol para cuestionarle por qué tolera tanta injusticia. Parte entonces en una balsa, en dirección al Este, acompañado por dos indígenas, uno anciano y el otro adolescente, con quienes llega hasta las costas de Andalucía, donde naufragan. Un pescador que ha tirado sus redes los recoge junto con atunes y merluzas. Esta circunstancia desembocará en un delirante juicio eclesiástico donde los jueces de la Inquisición tratan de discernir si las criaturas atrapadas en la red son hombres o peces, ya que si fueran estos últimos carecerían de alma y no podrían ser condenados. Como no logran arribar a ninguna certeza, resuelven enviarlos presos por treinta días a una cárcel de Granada, pensando que si eran peces morirían por asfixia al cabo de ese lapso; en caso contrario darían por probado que se trataba de humanos, por lo que correspondía quemarlos en la hoguera por brujos.
-¿Por qué utilizó la tan especial prosa de Cuzzani?
-Con Jorge Pérez Fernández nos tomamos el trabajo de convertir una prosa casi brechtiana, como la de Cuzzani, en una obra en verso, que podría muy bien pertenecer al Siglo de Oro, período que, por otra parte, fue casi contemporáneo al descubrimiento de América. La rima y la métrica me estimulan musicalmente, ya que ambas tienen que ver con el tipo de música que yo hago, opuesta al vanguardismo. Por otra parte, como ocurrió en mi trabajo anterior, "La venganza de don Mendo", el texto me pareció muy interesante cuando asistí al estreno en forma de teatro de prosa en el Nuevo Teatro. Evidentemente, contenía sobrados elementos para su traslado al teatro musical y desde ese momento quedé impresionado y ansioso.
-¿Su música suena antigua cuando dice que es opuesta al vanguardismo?
-No exactamente. Ya en mis comienzos como compositor transité brevemente por lo que entonces se entendía por contemporáneo, pero nunca llegué a sentirme representado por esa modalidad ni como autor ni como pianista y, de hecho, ni siquiera como oyente. Lo mío es, definitivamente, la música tonal. A mí no me interesa hacer bandas de sonido, sigo creyendo en la melodía y en la armonía. Hago música tonal del mismo modo que se sigue haciendo pintura figurativa de caballete. Y, por otra parte, me parece que el pasado ofrece un campo mucho más rico para la imaginación que lo que está pasando en nuestro penoso presente. Por otra parte, no soy sólo yo el que piensa de este modo. Ya se advierte la vuelta a la tonalidad y a la búsqueda de belleza sonora en muchos creadores del mundo, y todos somos contemporáneos y nuestra música también lo es.
-¿Desde cuándo prendió la idea de esta obra?
-Luego del estreno de "La venganza de don Mendo" en el Teatro Colón en 1991, no dejó de rondarme la tentación de abordar una nueva experiencia dentro del mismo campo, hasta que fue en 1995 cuando salió a la superficie la añeja primera impresión respecto de la "farsátira" de Agustín Cuzzani. Leí la obra y encontré plenamente vigentes los elementos esenciales que en su momento me habían atraído: un planteo de raigambre profundamente humanista, el inmutable, implacable destino de sometimiento del hombre para consigo mismo, cualquiera sea su circunstancia de tiempo y lugar, expuesto mediante una atractiva dicotomía en la que los elementos tragicómicos se entrecruzan e interestimulan al servicio de una sabrosa trama de historia-ficción. Es el proverbial castigat ridendo mores [corrige las costumbres con la risa], tan presente en el teatro clásico y en los albores de la ópera, en el Alto Renacimiento. Es decir, encontré un tema ideal para canalizar mis tendencias en lo musical como en su posibilidad de integración con variadas estructuras dramáticas.
-¿Pero cómo logró contar con un libreto?
-Ahí surgió un obstáculo de primera magnitud: precisamente la confección de un libreto operístico con el ritmo y la rima necesarios para plasmar una partitura coherente y al mismo tiempo evocadora del lenguaje del Siglo de Oro era un asunto complejo. Agustín [Cuzzani] lo hubiera hecho, estoy seguro, de buena gana. Porque él en algún prólogo contó la fervorosa afición de su padre por la ópera, su gusto por los coros, las efusiones líricas versificadas y ciertas sugerencias visuales que están particularmente presentes en "Los indios estaban cabreros" y, por cierto, fueron respetadas en el libreto de "Tlausicalpán". Pero él ya no estaba entre nosotros y la solución llegó con Jorge Pérez Fernández, amigo y colaborador para varias de mis canciones provincianas y su instantánea adhesión a la propuesta, calidad poética, capacidad de síntesis y genética vena teatral, posibilitaron, finalmente, esa alternancia de registro que el libreto requería.
La versión de la ópera de Mastronardi será dirigida por Bruno D´Astoli con puesta en escena de Carlos Branca, sobre una escenografía y vestuarios de Sergio Massa, iluminación de Raúl Bongiorno y coreografía de Sabrina Streiff. El elenco de voces estará integrado por consagrados cantantes de la escena nacional. Las entradas se pueden adquirir a precios accesibles en la boletería del teatro y se contará desde la Capital Federal con un ómnibus desde la Casa de la Provincia de Buenos Aires, Callao 235, con salida dos horas y media antes del horario de cada función.
De la Redacción de LA NACION
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=752872
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