martes, 30 de agosto de 2005

Roberto Conte: “Mi vida es el teatro”

Padre de 4 hijos y abuelo de 4 nietos, a los 78 años es el maestro de toda una generación de actores platenses. Dirigió más de 150 obras y actuó en otras 50. Recibió los mayores premios de su profesión.

Que el amor es un milagro es algo que decimos todos. (Al menos una vez en la vida).Pero que ese milagro decida nuestro destino es algo que le pasa a muy pocos. Entre esos elegidos está Roberto Conte, director, actor y autor teatral. Su vida es la vida del teatro platense, y sin embargo, todo comenzó en Santa Fe, donde nació un 11 de junio de 1929.

Tenía 17 años cuando sucedió el milagro. Estaba con sus amigos en la esquina de siempre cuando, de pronto, el deslumbramiento. Pasa una chica que le acelera el pulso y decide seguirla. Intento vano ya que ella ni siquiera se digna mirarlo. Pero Roberto no es de los que se rinden así nomás y la sigue como si fuera su sombra. Por lo tanto, cuando ella se mete en una cola, él también lo hace. Ahí se entera que era una cola para anotarse en un curso de teatro que se daba en una Unidad Básica peronista. Justo él, que era socialista. Pero como el amor tiene cara de hereje, se anotó nomás. Resultado: a la chica no la vio más pero el teatro se convirtió en su amante para siempre.

Y si bien este fue el comienzo del que sería el futuro director de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, no fue su primer contacto con el teatro. Cuando tenía apenas 8 años su madre, María de los Ángeles, lo llevó a ver a la gran actriz española Margarita Xirgu, a clásicos como la Casa de Barnarda Alba de Federico García Lorca y a los actores italianos que pasaron, en ese entonces, por Santa Fe.

Una infancia difícil

Su madre era maestra y su padre, Roberto Felipe, era ferroviario. Cuando habla de ellos su rostro se nubla. No fue una infancia feliz la de Roberto Conte. Su memoria registra discusiones, gritos, desacuerdos. "Tardé muchos años -dice- en comprender a mis padres. En realidad, en comprender que la vida es amor, desamor y un nuevo amor". Y si a él le costó entender el mundo de los adultos, a su padre le costó aún más admitir la profesión de su hijo. Cuando se enteró que había decidido dedicar su vida al teatro le aplicó dos calificativos. En realidad, dos juicios sumarios: "Maricón" y "Comunista": Para la época, dos pecados mortales. Pero como Dios aprieta pero no ahorca, esto cambió el día que lo vio recitar un poema de García Lorca. Ese día aceptó, orgulloso, el destino que había elegido su hijo.

A su vez, Roberto cumplió con el sueño de sus padres. Se recibió de Doctor en Química. Título y diploma que colgó en una pared para no usarlo jamás. Lo notable es que nunca pensó en ser químico. Su primer intento académico fue ser médico. Para lograrlo se anotó en la Facultad de Medicina de Rosario. Pero, a la vez comenzó a militar en los Centros de Estudiantes. Una tarde, cumpliendo con su deber de militante, agarró un pincel, un tacho de pintura, y salió a la calle. En la primera pared que encontró libre escribió "Fuera nazi Genta". (En ese entonces Rector de la Universidad). Resultado: lo metieron preso y lo suspendieron por un año. Así, contra todo lo previsto, desembarcó en Química.

El hombre que no se rinde

Uno de los aspectos más apasionantes de la personalidad del director del teatro del Colegio de Abogados de La Plata, es su capacidad para comprender lo popular y, a la vez, poseer un refinamiento intelectual que le permite manejar con absoluta facilidad mundos tan complejos como el de los grandes maestros del teatro contemporáneo Stanislavsky y Bertold Brecht. Es probable que esta capacidad poco frecuente en los hombres de la cultura, se deba a su juventud en Santa Fe. En su ciudad natal Roberto jugaba al fútbol, milongueaba en los bailes de la Sociedad de Fomento, paraba en las esquina con la barra de amigos y, al mismo tiempo, compartía sus noches con santafecinos que dejaron su huella indeleble en la cultura argentina como Fontanarrosa, Ariel Ramírez, Miguel Brascó o José María Paolantonio. Cuando se mudó a Buenos Aires sus nuevos amigos fueron Juan Carlos Gené, Mirtha Arlt y Canal Feijoó.

Como todo creador que se precie, tiene una pasión íntima. En su caso es el grupo Cirrosis (ver recuadro) . Con dos amigos de toda la vida, Nico Strático y Pablo Monsalvat, conforman un grupo de teatro experimental basado en los principios inmodificables del Teatro Independiente.

Este director que puso en escena más de 150 obras, que actuó en otras 50 y que escribió textos inolvidables como La verídica historia del Teatropo y Argentina cosa de locos, vive con extrema modestia. Casado en la actualidad con la actriz Graciela Sautel, es el orgulloso padre de 4 hijos y el abuelo de 4 nietos. Sus hijos eligieron recorrer, cada uno a su manera, un camino parecido al del padre. Uno es productor en Pol-Ka. Otro trabaja en el Centro Cultural San Martín y Andrea vive en París y Barcelona donde produce eventos culturales.

A los 78 años se apresta a dirigir dos obras y actuar en una tercera. Y lo hace con la misma energía conque dirigió las 120 funciones de Pedro y el Lobo, obra que fue vista por 50.000 espectadores en la provincia de Buenos Aires. Esto es posible porque para Roberto Conte hacer teatro es como respirar. La vida misma.

Luis Pazos

Compañía Teatral Cirrosis
Detrás de sus espectáculos
200 años los contemplan

Constituida con los principios del Teatro Independiente, está integrada por Nico Strático, Pablo Monsalvat y Roberto Conte. El actor Nico Strático es egresado del Conservatorio de Arte Escénico, con más de 120 obras realizadas, ganador de los premios Podestá, Diploma de Honor del Honorable Senado de la Nación y Municipal de Cultura. Pablo Monsalvat se recibió en la Escuela Superior de Bellas Artes y fue distinguido con el premio Estrella de Mar por su actuación en la obra El Amo del Mundo con la Comedia Provincial. Roberto Conte es su director.

Cada uno de los tres sobrepasan los 70 años, lo que les permite jactarse, con maravilloso sentido del humor, de poder formar una compañía teatral de más de 200 años. Con 3000 funciones realizadas, ganaron el Concurso Internacional Tres Países con la obra El hombrecito, de Carlos País y Américo Torchielli.

Una de las curiosidades extra que despierta la Compañía Teatral Cirrosis es el porqué de su nombre. Podría deberse a la identificación de sus integrantes con el endurecimiento del tejido conjuntivo del hígado, órgano que acumula placeres (azúcares) y defensas (vitaminas). O quizá porque la raíz de cirrosis es cirro y cirros son los tallitos que desarrolla la vid para asirse. O simplemente porque, como empedernidos cirróticos, creen que el teatro no modifica la vida pero ayuda a sobrellevarla.

Fuente: Lazos, agosto de 2005

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