Del Otro Lado del Árbol fue inaugurada el 2 de abril de 2011 en Parque Saavedra, tres meses después de la muerte de esa niña, que inspiró un proyecto que se replica en distintas ciudades. Memoria, la magia de los cuentos y el desafío de seguir, pese a todo
Alejandra Castillo
El 15 de marzo de 2010, la vida de Paula Kriscautsky dio un vuelco definitivo. Supo que su hija Pilar Andicoechea, de 5 años, tenía un tumor de tronco encefálico, un diagnóstico que, al menos hasta entonces, no daba chances de sobrevida.
“Nos tuvimos que preparar para algo inhumano, como es acompañar a morir a un hijo”, recuerda Paula 15 años después, con la sensación intacta que tuvo entonces: “Si pude sobrevivir a eso podía armar un mundo nuevo, pequeño, pero uno que inventamos después de lo que nos pasó”. Ese universo de colores, palabras y comunión de la buena es la biblioteca popular Del Otro Lado del Árbol, que el 2 de abril cumplirá 14 años. El mismo día en que Pili hubiera celebrado sus primeros 20.
Paula recibe a EL DIA en esa casita de colores que emerge, mágica y a pesar de todo, en el corazón del Parque Saavedra, con su mural, pinturas, sillitas de colores, peluches y más de 30 mil libros, entre árboles y el canto puntual de los pájaros.
“El paso del tiempo es una permanente contradicción”, suelta, “porque Pilar tendrá eternos 5 años, pero, al mismo tiempo, la biblioteca y su crecimiento me ha permitido verla crecer en otros chicos y chicas”.
Es consciente de que “la vida de Pili va quedando cada vez más lejos, pero su trascendencia es en presente”.
Su hija está en fotos, en el libro que amaba, garabateó y le dio nombre al espacio y también en los chicos que preguntan por ella. “Quieren saber si soy la mamá y si se murió”. Paula les responde lo que cree: “Mientras alguien te recuerde o hable de vos, estás. Pilar voló hacia el sol y la luna, pero quedó conmigo acá, bien agarradita” por la memoria.
A la hora del balance, Kriscautsky resalta el crecimiento colectivo de la biblioteca, porque, pese a estar atado a su tragedia personal, “fue posible gracias a que mucha gente se enamoró del proyecto y deja su vida acá todos los días”, dice.
Además del espacio en el que funciona, Del Otro Lado del Árbol sostuvo también un lenguaje en estos 14 años, “que tiene que ver con la gratuidad, los libros democratizados y la cultura al alcance de la mano en este parque que es increíble, aunque estemos peleando para que el municipio lo recupere del abandono que padece desde hace muchísimos años (ver aparte)”.
La idea de la biblioteca se replicó en distintos puntos de la Provincia y ya son siete, con la original, las que conforman la llamada Red Pilar. Funcionan en Olavarría, Bolívar, Carhué, Brandsen, Lanús y Ezpeleta, algunas con el mismo nombre y una estética casi idéntica, pero todas compartiendo “premisas básicas”, explica Paula, como la defensa de los “derechos de niños y niñas, la gratuidad y el espacio público”.
Paula acompañó de cerca la apertura de todos estos espacios, con reuniones a distancia o presenciales y un contacto permanente con sus impulsores.
No hay datos precisos de cuántas personas disfrutaron de la biblioteca platense en estos 14 años, pero algunos números dan cuenta de su crecimiento: abrió sus puertas el 2 de abril de 2011 con 200 libros y hoy atesora más de 30 mil; anualmente la visitan unos 10 mil niños de escuelas de toda la Región; 4.000 familias son socias y unas 400 participan de las actividades de los sábados culturales.
“HASTA EL ÚLTIMO LATIDO”
Hasta aquel día de marzo de 2010, Paula era una maestra jardinera con tres hijos y separada que se ganaba la vida “como podía”, dice, “yendo y viniendo con mi bicicleta y las preocupaciones mundanas que tenemos todos de llegar a fin de mes. La muerte o la enfermedad no eran una posibilidad, las madres no podemos imaginar eso”.
Por eso recuerda como “un cimbronazo desgarrador” el enterarse de que Pilar “tenía algo que no se podía curar”. El proceso duró los 10 meses exactos y terribles que sentenciaron los médicos.
Mientras la familia lidiaba con ello, cuenta Paula que “tuvimos que armarle un mundo a Pili, como en La Vida es Bella”, para que pudiera transcurrir su enfermedad “con mucha inocencia”.
Otra película que los atravesó en aquel momento fue Up, con las aventuras de un vendedor de globos retirado y un niño que viajaban a las Cataratas del Paraíso en una casa suspendida con globos rellenos de helio. Pilar deseaba ver un pájaro azul como Kevin. Y Pilar, que leía todo el tiempo sobre la enfermedad y se concentraba en la posibilidad de un milagro, decidió que lo mejor era que su hija viviera hasta el final lo más intensamente posible.
“Mis amigos me ayudaron a reunir dinero y fui a las Cataratas del Iguazú con mis tres hijos, en el medio de las ‘quimios’. Siempre agradezco haberlo hecho, porque fue un viaje hermoso. Disfrutamos un montón; Pilar estuvo en medio de la película, buscando al pájaro de plumas azules”. Ya de vuelta, replicaron a diario esa celebración de la vida.
“Nos levantábamos muy temprano”, relata Paula, que por entonces dejó de trabajar para dedicarle todo su tiempo a su hija: “Ella decidía qué íbamos a comer, preparábamos la comida, e hicimos todo lo que tenía ganas de hacer. Festejamos todos los cumpleaños, comimos todas las cosas ricas que había y aunque los últimos meses fueron terribles, pude cumplir con la única promesa que pude hacerle. Que nunca iba a estar sola, pasara lo que pasase”.
Pilar vivió en su casa hasta que los médicos recomendaron la internación, pero “nunca en terapia intensiva. Permaneció en una pieza, conmigo, su papá, sus hermanos e hicimos una despedida muy bella. Armamos una valija imaginaria y nos fuimos todos de viaje. Estuvo conmigo hasta el último latido”.
LA MEDICINA DE LAS PALABRAS
“Del Otro Lado del árbol” es un cuento de la escritora europea Mandana Sadat, sobre una niña que descubre una cabaña en medio de un bosque y, a través de una ventana, a una anciana con rasgos que la intimidan. Se esconde detrás de un árbol y la mujer termina por demostrarle que no todo es lo que parece, gracias a las mágicas palabras “había una vez…”
“Era uno de los libros favoritos de Pilar”, apunta Paula mientras muestra ese ejemplar garabateado con colores y el trazo de su hija, repitiendo en cada página su propio nombre y la palabra mamá, que acababa de aprender a escribir. Está guardado en un mueble vidriado, muy cerquita del rincón dedicado al papá de Paula, el fotógrafo recientemente fallecido Xavier Kriscautzky.
A unos pasos de la escena, un hombre escucha a su hija que lee un cuento, sentados a la mesa ratona que alguien donó y otras manos pintaron de muchos colores. Afuera, pugnan verano y otoño en un precioso mediodía de marzo.
La vida se renueva así en un espacio que por los ‘90 fue el módulo de una escuela agraria y quedó, gris y abandonado, hasta que Paula lo descubrió en febrero de 2011, un mes después de que murió Pilar. “Era un depósito de cosas. Cuando lo vi, lo imaginé. Me asomé como la nena a la cabaña del cuento y se me ocurrió qué hermoso sería llenarlo de colores”. Siguieron a esa revelación una consulta a la Municipalidad, conseguir la llave y ponerse a trabajar para que la idea tomara vida.
En estos 14 años la biblioteca fue el escenario de infinidad de historias, muchas de ellas conectadas con el Hospital de Niños en el que murió Pilar; tan cerca y tan lejos.
Una de ellas es la de aquella parejita de jóvenes que en los primeros tiempos de la biblioteca iban a diario para retirar libros de poesía. Intrigada, Paula conversó un día con ellos y así supo que tenían internado en neonatología a su hijito Samohú, un bebé que había nacido con 600 gramos.
“Los médicos no les habían dado mucha esperanza, pero ellos estaban convencidos de que lo iban a hacer crecer con palabras. Todos los días venían, abrazaban al palo borracho que está al lado de la biblioteca y se llevaban un libro. Lo hicieron durante tres meses, hasta que Samohú creció gramo a gramo. Hoy tiene 13 años, vive en Punta Indio y es un niño grande y fuerte”, cuenta Paula, quien se mantiene en contacto con esa familia que creyó en la fuerza de los libros.
Samohú significa palo borracho.
EL CUMPLE
Para celebrar los primeros 14 años de la biblioteca “contando y escribiendo historias”, el miércoles 2 de abril habrá un gran taller para que chicos y grandes se sumen a dibujar, pintar y escribir. También una lluvia de burbujas y un pogo a modo de cierre, con el grupo Los Raviolis. La actividad comenzará a las 15.
Fuente: EL DIA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario