Caminar en línea recta y encontrar la geometría resistiendo, las palabras que no pueden demolerse, paredes de ideas concretas, dibujos que salen de adentro nuestro
5 de Abril de 2015
Por JOSE SUPERA
Escritor
PRIMERA FORMA
Las formas deformes que se construyen en mi cabeza. Desde hace días siento que voy a estallar. O implosionar. Como un gran edifcio. Cayendo. Desmoronándome. Hacia adentro mío. Nubes de polvo de existencia. Estoy haciendo fucking catarsis en una nota. Debería embellecer con la palabra. Debería crear en vez de destruir.
(Una pared acaba de ser demolida).
Las cosas no vuelven a ser.
Camino por 53 en línea recta. Ciudad plagada de ángulos, escuadras, geometría. Caminando hasta llegar a la casa de formas dementes. Le Corbusier. En qué pensabas, querido amigo. Es sábado. Las diez de la noche. Me siento abajo de la palmera que hay enfrente de la casa más limada de esta ciudad. Ahora acostado. Me prendo un cigarro. Fumo observando las líneas, las formas. La gente en la puerta espera para entrar a la obra. Imagino esas vidas interiores. Fuimos imaginados, diseñados, construidos. La gente ahora empieza a entrar.
(Y en la otra punta de la ciudad: una nueva pared desaparece a mazazos).
Yo también entro a la casa.
Y salgo a otro mundo.
SEGUNDO TRAZO
Y ahora mis ojos son testigos. Todo pasa adentro de la casa Curutchet. Tres mujeres. Una sostiene libro. Otra lee en francés. Otra traduce. A Honoré de Balzac. Un hombre abajo de ellas. Hojeando un libro. “Un mosaico rebela toda una sociedad”, lee. “No queda nada fiel, ninguna traducción es fiel. Está todo roto, quebrado”. Ahora el hombre me mira desde arriba. Tiene una valija y un piloto y una boina. Hablan y traducen a la vez. Dos discursos. “Este hormigón que hoy nos protege de la intemperie pampeana es parte de un sueño”. Una mujer de tapado de piel. Hablando en un micrófono antiguo. Detrás de un vidrio. “Traduzco a Balzac, a Le Corbusier. Me traduzco a mí”.
[Pienso mirando la obra: construimos porque nacemos todo el tiempo].
“Esta geometría no sería la misma si la gran guerra no lo hubiera arrasado todo
Motivado por la destrucción, Le Corbusier, se movió para crear.
Tiempo de la guerra. 1914. La guerra del tiempo.
Las arquitecturas indefensas.
Dicen que el peligro estimula”.
(Ahora le ponen un saco y moño y lo traducen).
“Soy un autodidacta.
Sin ser músico lo soy.
Soy un médium.
Traduzco la naturaleza.
La primera acción: ocupar el espacio.
El milagro del espacio indecible”.
(Lo terminan de cambiar).
(Le Corbusier está presentable).
Intento construir una nota única, irrepetible. No soy Le Corbusier. Quizá nos una el ego, la proyección del mañana, pero no mucho más. Intento establecer líneas de texto que suban y bajen. Dotar de luz está página. De ambientes espaciosos. Quizá de alguna forma pueda imitar a través del texto las salas enormes de esta casa. Somos habitantes de algo. Siempre. Incluso, en este momento, estamos habitando este espacio colectivo, esta casa de papel y tinta.
TERCER LINEA
La obra dentro de la casa Curutchet se llama El espacio indecible. Tiene dos partes. La primera se llama Traducciones. La segunda El poema del ángulo recto. Nelson Mallach es el director de la primera parte. Lo veo justo abajo de la rambla. Casi llegando a la calle. Me presento. Nos damos la mano. Siento que está parado en un límite, en un borde. Yo también. Todos. Quién no. Pero no le digo nada de eso porque tengo miedo que me mire raro. Hablamos de su obra. Durante un rato. Me cuenta que esta no habría sido posible sin el apoyo del CAPBA (Colegio de Arquitectos provincia Bs. As.). Pero quiero ir más allá del hormigón y las vigas y las rampas y las ventanas y los formalismos. Meterme adentro de las estructuras de su cabeza. Porque Mallach realiza una pieza de proporciones Lyncheanas, como imágenes de una pesadilla. Mallach está loco. Y es un genio. Y me dice que “toda traducción, ya sea de época, de un hombre, de un material, de una guerra o de una casa, resulta ser algo inacabable. Al traducir nos encontramos con que lo indagado ya traduce otras cosas que a su vez se encadenan con infinitas traducciones en las que estamos inmersos sin reconocerlo. Todo esto hace que en la obra busquemos un punto de partida para este devenir. Un punto de partida que no es tal, pero que en la obra cumple esa función. Me refiero al texto que se lee en el comienzo, que corresponde a La búsqueda de lo absoluto, de Balzac. Me interesa ese empecinamiento en sus novelas por dar cuenta, en las primeras páginas, de una calle o de una casa que resisten a la mutación inexorable del espacio, que es lo mismo que decir, la transformación de la sociedad. Su mundo está en proceso de transformación como lo está el nuestro. Entonces desde Balzac hasta la experiencia de los actores, y pasando por Le Corbusier, siempre es posible descubrir en qué lugares se encuentra cifrada esa matriz de transformación y qué tipo de traducciones operan sobre ella, pero ya no en el plano de la literalidad de los idiomas. Todo esto que te cuento forma el esqueleto ideológico de la parte que dirijo. Ahora, pasado el tiempo, una guerra puede estar ocurriendo en tu cuadra, en tu esquina. Guerras más sutiles. La picota está haciendo de nuestra ciudad un territorio sin pasado. Y estamos en la casa más importante de la ciudad, resistiendo. El teatro asociado al lenguaje arquitectónico resulta ser pura resistencia”.
CUARTA FIGURA
Después vuelvo caminando en línea recta por 53 hasta calle 8. De ahí me muevo hasta 58. Entro en la muestra Gravital, de Gabriela Boer y Chino Morgante. Me quedo hipnotizado con la obra del artista plástico Morgante. Lo abstracto, las formas, los colores. Intento descifrar sin éxito, pero hay algo que se mete en mi inconsciente cuando voy viendo cada una de sus piezas. Algo que queda y trabaja. Las formas, la luz, mi deformidad, mi oscuridad, todo engranando adentro mío, sin poder codificarlo, pero sintiéndolo trabajar. A Morgante lo veo parado en el ángulo donde confluyen las paredes, comúnmente llamado esquina. La luz le da de lleno y su cuerpo parece ser una obra más. Como si él mismo hubiera salido de su propia cabeza. Una obra de sí mismo. “En esta última serie que estoy trabajando a la que llamo ‘Citas y Ensayos’, hay un llamamiento a una arquitectura pasada que está muy presente en varias de mis obras, y dentro de esta tónica, un recorte ornamental que lleva la imagen a una iconicidad determinada”. Pero qué encierran las formas para Morgante. “En mis trabajos las formas contienen ideas, aparentan un ideal pasado que es traído al presente y resignificado a partir de los recursos plásticos. Busco representar un ideal, un porvenir que nunca acontecerá; una realidad ficcionada a la que solo le queda la ilusión”. Y la palabra ilusión hace que me quede pensando un rato, mirando mis pies, la forma de la sombra de mi cuerpo. Cuando levanto la mirada Morgante ya no está. Tampoco sé si hablé realmente con él.
Salgo otra vez a la calle. Busco los cigarros en mis bolsillos. Encuentro una tarjeta doblada. Me la habían dado en la obra de teatro en la casa Curutchet. Me prendo un cigarro. Voy fumando en la noche, caminando en línea recta, leyendo unas líneas de Le Corbusier, que viene desde el pasado para decirme que “…he intentado la conquista de América por una razón implacable; he comprendido en la tierra de estos hermanos separados de nosotros por el silencio de un océano, los crepúsculos, las dudas, las vacilaciones y las razones que motivan el estado actual de sus manifestaciones y tengo confianza en el futuro. Bajo semejante luz, la arquitectura renacerá…”.
Apago el cigarro en una esquina oscura. Me río solo. Doblo y desaparezco de este plano.
El espacio indecible se presenta en la casa Curutchet durante todos los sábados de abril a las 20 y 22 horas. La muestra Gravital se exhibe hasta el 11 de abril en calle 8 n° 1287 (58 y 59).
Fuente: EL DIA / SEPTIMO DIA
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