Una de las particularidades del teatro, a diferencia del cine, es que utiliza menos recursos en la puesta en escena de la historia imaginaria que relata. El corazón delator, obra del grupo sanjuanino “tatuajefalso” y recientemente estrenada en La Plata en el teatro El Núcleo, es un excelente ejemplo de eso. En este caso la historia está tomada de la literatura de Poe. El cuento es bastante conocido y la fidelidad con el texto original parece alta. Un único actor encarna al narrador que, al borde de la locura, se obsesiona con el ojo de buitre de un viejo que vive con él.
El desafío de una obra en la que un único personaje narra en primera persona ciertos hechos del pasado está en cómo dotar a esos hechos de densidad espacial y física. ¿Cómo hacer que esos hechos cobren vida sobre el escenario? ¿Cómo lograr que el relato no sea simplemente el recitado de memoria de un cuento escrito?
La obra sanjuanina lo logra y sobradamente. Fiel al espíritu de Poe, no se centra sólo en los hechos relatados por el personaje sino también en la personalidad del narrador: sus tics neuróticos, sus arranques de agresividad, su extrema paranoia, etc.
Hay sólo dos elementos de la puesta en escena que acompañan la destreza del actor: el juego con las luces en el escenario y el acompañamiento de la música. En cuanto al primero, diría que se trata de un uso casi quirúrgico de la iluminación, en un estilo que parece del cine expresionista alemán de principios del siglo XX. Una única luz tenue contrarresta la oscuridad en medio de un escenario prácticamente vacío. Los tonos, colores y direcciones hacia las que apuntan los focos, van cambiando según los hechos relatados y los estados de ánimo del narrador, logrando generar esa densidad espacial que diferencia al teatro de la mera literatura.
También con la música hay un uso expresionista o cinematográfico del recurso: una melodía sombría va acompañando la intensidad dramática de la obra tal como lo hacían las bandas sonoras en el antiguo cine. Dicho recurso no se ve en el teatro contemporáneo, y ya ni siquiera en el cine, representando una verdadera proeza técnica en estos tiempos.
La obra cuenta con la actuación del Emiliano Villoro y la dirección de José Annecchini. Ganó un importante premio del Centro Cultural Rojas como espectáculo destacado del mapa teatral nacional. Sólo resta esperar que vuelva a nuestros escenarios locales para alegría y disfrute de los espectadores.
Fuente: http://eljarabito.wordpress.com/
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