Sábado 15 de marzo de 2014 | Publicado en edición impresa
Teatro
Por Laura Ventura | Para LA NACION
"No quiero ser actor, quiero ser humorista y hacer reír a la gente", le decía Carlos Moreno a su amigo Lito Cruz. Tenían 16 años y viajaban en tren desde La Plata hasta Buenos Aires para estudiar teatro. En ese recorrido, en el que también se cruzaban Federico Luppi, Héctor Bidonde y Martín Adjemián, "Morenito" solía pararse en los vagones a contar chistes a los pasajeros. Carlos Antonio Moreno, hijo dilecto de La Plata, murió el domingo, a los 75 años.
Padre de dos hijos, en 1967, en el seno del grupo Stivel conoció a quien sería luego su mujer, Adriana Aizemberg. Versátil y talentoso, no tenía ningún prurito hacia los productos populares, y su rostro y labor fueron conocidos por varias generaciones. Dirigió vodeviles con actrices voluptuosas y también a Molière; compartió en la TV infinitas escenas con niños (Cebollitas) y también le hizo frente a Julio Chávez (El puntero). Representó a la Argentina en el exterior. El año pasado, el elenco de Cebollitas se reunió en un ciclo de radio y los otrora niños actores destacaron la paciencia que "Morenito" les había tenido, recordándoles la letra y dándoles consejos. Dirigió a Ricardo Darín en Extraña pareja y Taxi, y también confió en actores menos conocidos para sus puestas.
Esta semana, en la TV abierta todo actor invitado recordaba a Moreno. En El barrio del ángel gris, de Alejandro Dolina, cantó y actuó. "Piensan los Hombres Sensibles que siendo mejores merecerán ser amados", dice ese texto sobre un personaje que mucho tenía de este artista: sensible, dio su vida al teatro y esa entrega es proporcional al cariño y respeto con el que hoy se lo recuerda..
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