Domingo | 28.04.2013 Publicado en Edición Impresa: Espectáculos
El actor debutó como dramaturgo en la obra que también protagoniza, “Una vida mejor”
En una etapa de su vida en la que se dedica a disfrutar de los pequeños placeres, el actor Claudio García Satur, el inolvidable Rolando Rivas que sedujo con sus modos a la platea femenina de la década del 70, debutó como dramaturgo con la obra “Una vida mejor”, una pieza que también protagoniza y con la que busca revivir el teatro popular argentino.
En diálogo con EL DIA, este actor que empezó su carrera haciendo teatro vocacional interpretando autores como Bernard Shaw, Bertold Brecht y William Shakespeare y que conoció las mieles de la fama gracias a “Rolando Rivas, taxista”, habló sobre la obra con la que se presentó el viernes en la Ciudad, acompañado en escena por Claudia Lapacó y bajo la dirección de Santiago Doria.
¿De qué se trata “Una vida mejor”?
“Esta comedia es un diálogo entre un señor medio gruñón que vive solo y una empleada que le encaja al hijo para que lo ayude en su vida, cosa que él no desea porque no quiere a esa mujer ahí, merodeando en su vida. Pero se establece una suerte de chisporroteo permanente con esta mujer que hace que todo surja dentro de un clima de comedia, donde la gente se divierte mucho y también tiene sus zonas emotivas porque él, escondidamente, es muy tierno y ella es una amante de los seres y de la vida”.
¿Cuál es el planteo que la obra le hace al espectador?
“Además de ser una comedia, esta obra tiene elementos para reflexionar. La pieza tiene, en la palabra de él especialmente, una serie de denuncias de cómo vivimos en esta vida hoy, en este mundo, donde todo nos está siendo dirigido por una televisión que nos dice qué tenemos que tomar, qué tenemos que comer, cómo tenemos que vivir. De todas aquellas cosas que nos invaden cotidianamente en la calle, en la casa, a través de la tele y que hace que no vivamos una vida mejor sino por el contrario, que no tengamos mucha alternativa de vivirla mejor, dependiendo y peleando por nuestra libertad de elegir, de vivir y de abrir nuestro corazón para el otro. En definitiva, una reflexión no desde una postura crítica ni metafórica sino desde lo cotidiano”.
VOLVER A LOS ORIGINES
A la hora de sentarse a escribir, ¿qué fue lo que se propuso?
“Creo que el propósito de esta obra era volver, si se puede, a lo que se llama el teatro popular argentino, que es el teatro donde se contaban las sensaciones de la gente, lo que le pasaba cotidianamente. En aquella época, el teatro argentino lo exponía permanentemente, en otros tiempos en los que también había una sala de teatro en cada barrio de Buenos Aires, cosa que lamentablemente ha desaparecido. Esto también propende a rescatar, si es posible, desde una mirada muy noble, pero al mismo tiempo solitaria, el teatro argentino”.
¿Por qué esperó tanto tiempo para debutar como dramaturgo?
“Las cosas surgen solas. Una cosa que surge no es una cosa que se la desea, que se la posterga y que se la adelanta, simplemente es algo que surge. Además yo he escrito siempre por entretenimiento, tengo un libro de cuentos (“Heterocuentos”) que escribí hace 25 años y casi fue un libro para repartir entre amigos y colegas. Un día me senté y a los diez días volví a tomar el texto y lo profundicé y lo seguí. Lo que hago es sentarme y ver si algo aparece a través de mi mente, mi espíritu o algo ‘mediúmnico’ y que se contamine con mis dedos y con las teclas, y de pronto aparece algo que tiene sentido y surge”.
¿Extraña hacer televisión?
“A veces sí, porque la televisión ha sido un territorio que yo conocí mucho y disfruté mucho y en el que tuve éxitos y fracasos pero no puedo hacerlo porque lo que me proponen generalmente, aunque ya hace rato que no me proponen nada porque están hartos de que les diga que no (risas), son tiras, y yo no estoy ni con ganas ni con edad para estar diez u once horas grabando en un estudio, no tengo ganas de eso; además no sería un buen negocio para las empresas porque no rindo, porque tengo mis ‘pipirulos’. Pero si quizás apareciera algo para grabar en un día o un día y medio, una participación especial, un unitario, una sit com, no sé, podría ser”.
Se podría decir entonces que, hoy por hoy, el teatro es su lugar...
“En el teatro hago un esfuerzo de dos meses, ensayos, preocupación de búsqueda, de construcción, pero después nadie me saca el placer de esa hora y media arriba del escenario y la repercusión del público, que es inmediata. Es lo que tiene el teatro, está vivo y uno está vivo, por eso hoy lo elijo”.
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