martes, 16 de junio de 2009

Las Moscas: Por nuestra culpa, nuestra bendita culpa


La obra escrita por Jean Paul Sartre que se presenta en el Viejo Almacén El Obrero recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón. Aborda temas indelebles como la justicia y la venganza

Lo que hacen las tragedias es trabajar con la ley divina, la ley de los dioses como verdad absoluta, y lo que hace Sartre es justamente ponerla en duda. El filósofo, escritor y dramaturgo francés, exponente del existencialismo y del marxismo humanista, cuestiona la justicia divina, la de los hombres, la venganza y el sentimiento de culpa, que están presentados en la tragedia y los traslada a los personajes.

Al estilo de Hamlet, en Las Moscas el sentimiento de culpa aparece, ya sea por la venganza o por el deber de la justicia. La reflexión de Orestes es que tiene que hacer justicia por un lugar que no le pertenece, es el mandato que debe cumplir, el cual le legó su padre. Debe repartir justicia, y a su vez se cuestiona el por qué de imponer orden en un lugar donde no le tocó vivir.

Es un alma joven que se siente obligado a hacer algo que lo sobrepasa. La obra tiene como argumento el trayecto de Orestes, hijo de Agamenón, que participó en la Guerra de Troya, a su tierra natal. A su regreso, su padre es asesinado por su madre, Clitemnestra, que se unió a un primo, Egisto, y son los nuevos gobernantes de la ciudad de Argos. El protagonista tenía como destino ser asesinado y los soldados se apiadan de él y por eso vive. Es dejado en un bosque y criado en otra ciudad. En su juventud vuelve a Argos, ciudad que no le pertenece, solamente lo vio nacer, y la abandonó cuando era apenas un niño. Ahí se encuentra con su hermana Electra, personaje de la tragedia griega más popular que Orestes. Ella es una sirvienta esclavizada bajo la dictadura autoritaria de su tío y su madre. Esta le hace ver la necesidad de que él ejecute a sus padres. Le dice que lo ha visto numerosas veces en sueños y planea con gusto su venganza, para redimirse de todas las penas que le han hecho pasar.

En la figura del pueblo es donde se ve claramente la opresión y el autoritarismo que gobiernan en la ciudad a la que arriba el personaje de Orestes. La gente de Argos todos los años recibe en un ritual a sus muertos, pero esos muertos castigan u oprimen al pueblo por la culpa de todos sus asesinatos. La principal culpable es Clitemnestra, madre de Orestes, artífice de la muerte de su padre.

Las Erinias viven de la culpa y del remordimiento de las personas: ellas son las moscas. Por eso, el pueblo (que vive en culpa constante) está lleno de moscas que, a su vez, cada vez se vuelven más gordas, debido al alimento que les da la culpa y el remordimiento de sus habitantes. En este contexto, se ve la metamorfosis de los personajes principales, Orestes y Electra, atravesados por la venganza, la culpa y la justicia.

Con el transcurso de los minutos, la obra se torna por momentos larga para el espectador. En un segundo momento es entendible, ya que los actores parecen respetar a la perfección el texto complejo y extenso, propio de las tragedias.

Casi llegando al final, el público se despoja de la sensación de pérdida de atención, y es atrapado por la intensidad del final de la historia y la transformación de los protagonistas. Uno de sus intérpretes, Germán Crivos, explica por qué realizar Las moscas hoy: “Me parece que la obra es muy actual, importante para nosotros como país, porque Sartre es un autor que pone en jaque muchas ideas, la principal es el estilo de justicia, el cual no caduca nunca.

Quizá el público no esté acostumbrado a la densidad de una obra y a la de una tragedia. Por eso va a haber gente que disfrute más la obra que otra, pero no caduca la importancia de esa búsqueda, de esa inquietud por la justicia.

A mí me pasa con mi personaje Orestes, que es como que le quema eso de cuestionarla. El dice: La justicia no es cosa de dioses, es cosa de hombres. No necesito un dios que venga a enseñármela”.

Verónica Córdoba


El lugar en la historia 

Sartre ubica el drama en Argos, como si Argos fuera la Francia de la ocupación nazi, con una Electra que se constituye en un paradigma de integridad moral, que se niega a negociar sus principios, a la manera de aquellos que eligen asumir una existencia auténtica, de aquellos seres que, como el filósofo francés, se proyectan en la búsqueda de un humanismo ateo, que ellos mismos representan. Ella no pacta con la corrupción, insiste en su deseo de justicia, libertad y felicidad, aunque ello la enfrente con el absurdo. 

Las Moscas 

Viernes de junio a las 21:30 en el Viejo Almacén El Obrero. Elenco: Soledad Oubiña, Germán Crivos, Claudia González y Fabián Andicoechea. Vestuario: Manuela Rodríguez Almeida. Escenografía: María Eugenia Cruz. Versión y Dirección: Claudio Cogo. Entrada general: $ 12 / Estudiantes y jubilados: $ 10.

  

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