ENTREVISTA CON PAULA ALMERARES
La soprano volverá a cantar en su ciudad después de dos años, cuando a partir de esta noche, a las 20.30, se presente Romeo y Julieta en el Teatro Argentino. La cantante cuenta cómo empezó su carrera y sus experiencias junto con famosos directores y tenores, como Kraus y Plácido Domingo
Cae el telón de la Ginastera y el público que colma la sala explota en aplausos, gritos, silbidos. Acaba de terminar la ópera Romeo y Julieta, y tanto las luces como la admiración del público se centran en la figura rubia que cautivó a todos con su voz. Se llama Paula Almerares, pero casi todos la llaman simplemente Paula.
La escena corresponde a dos años atrás, la última vez que la soprano se presentó en su ciudad, donde de vez en cuando regresa de alguna de sus vueltas por el mundo.
-¿Cómo es volver a La Plata?
-Para mí es volver a la raíz, siempre. Si bien tengo la oportunidad de cantar en el exterior, volver a La Plata es algo especial. Además, considero que acá se está pasando un muy buen momento, entonces me llena de placer que el público pueda disfrutar de los espectáculos. Y como artista, uno va madurando y repetir una obra permite arreglar muchas cosas y que salga mejor artísticamente, pulirla. En cada producción es una nueva Julieta.
“Si bien tengo la oportunidad de cantar en el exterior, volver es algo especial. Además, acá se está pasando un muy buen momento”
Este fin de semana será la segunda vez que en el Teatro Argentino Paula Almerares sea la Julieta de la ópera que tiene música de Gounod y libreto de Jules Barbier y Michel Carré, inspirados en la famosa tragedia de William Shakespeare. Pero la obra remonta a la cantante más atrás en el tiempo:
“Yo como artista debuté aquí con Romeo y Julieta -dice, y explica-. Fue en un concierto en el año 91 con dúos y aria de Romeo y Julieta en el Teatro Rocha. Y era justamente con Rubén Martínez, que ahora es mi marido”.
No sólo su marido, que es tenor, es un nexo familiar con la música para ella. Su abuelo materno, Enrique Baldassari compuso obras sinfónicas y de cámara y, como violinista, fue integrante de la primera Orquesta Estable del Teatro Argentino. Su madre, Leonor Baldassari, alcanzó el rango de Primera Bailarina en el Ballet Estable del Teatro Argentino. Su padre, Héctor Almerares, es violinista y miembro fundador del Cuarteto Almerares, uno de los principales grupos de cámara del país. Su hermana, Viviana Almerares, integra la Orquesta Estable del Teatro Argentino como violoncellista.
-Venís de una familia de músicos, ¿tu vocación vino ayudada por eso?
-Yo pienso que sí, si bien en mi casa ninguno es cantante. A mi madre le gustaba mucho escuchar a Victoria de los Angeles, o la Calas, supongo que vendrá por ahí; o por mis nonos, que eran italianos y cantaban. Pero no lo sé explicar mucho, yo primero estudié violín y después cambié al canto.
-¿Cómo comenzó tu carrera?
-Empecé en Bahía Blanca, a través de una audición con el Maestro Perusso, que me ofreció hacer un concierto allí. La primera vez que me subí a un escenario fue con orquesta, ni siquiera había cantado con un piano en un escenario. A partir de ahí empezó mi carrera que se fue yendo al Teatro Rocha, donde funcionaba el Argentino. Después, tuve oportunidad de ir al Teatro Colón. Luego de cantar en el Teatro Argentino y en el Colón (donde actuó junto al tenor Alfredo Kraus), ganó los concursos internacionales Belvedere (Viena, 1993) y Traviata 2000 de Pittsburgh (EEUU). Con ellos, empezó a girar por el mundo, cantó en los teatros más importantes de Nueva York, y en el viejo continente en Torino, Roma, Napoles, Verona, Marsella, Génova, Trieste, Palermo, Cagliari. Fue dirigida, entre otros, por Julius Rudel, Lorin Maazel, Zubin Metha, Sir Neville Marrimer, Romano Gandolfi, Nello Santi, Stanislaw Skrowaczewski, Donato Renzetti, Emmanuel Villaume, Bruno Campanella, y de aquí, Reinaldo Censabella, Mario Perusso, Enrique Ricci y Pedro Ignacio Calderón. Y además, cantó con Plácido Domingo en la reinauguración del Teatro Avenida.
“Es más fácil trabajar con los grandes, porque tienen una gran solidez en el escenario y sobre todo, humildad. Uno aprende y crece con ellos”
-Has cantado con tenores como Plácido Domingo y sido dirigida por los más famosos directores. ¿Cómo fueron esas experiencias?
-Es mucho más fácil trabajar con ellos. La gente que tiene mucho tiempo en escenarios, te ayuda. Además, los grandes, por lo menos los que me tocaron a mí, tienen una gran solidez en el escenario y sobre todo la humildad de los grandes. Uno aprende mucho y crece junto con esa figura. No es que uno quiera igualarse, pero la energía que emanan hace que se te suba la adrenalina de una manera que se siente como si estuviese a la par, se siente un empuje. Todavía recuerda maravillada lo que sucedió cuando cantó con Alfredo Kraus: “Terminamos de cantar y se abrió una parte del telón para salir a saludar, y él, en vez de venir conmigo me presentó y se fue para adentro”, cuenta. “Personas así no se encuentran mucho”.
En aquella presentación de Romeo y Julieta en La Plata, en 2004, uno de los que aplaudía su talento era Víctor Hugo Morales, reconocido relator de fútbol, conocedor y admirador de las manifestaciones artísticas: “Siempre siguió mi carrera -dice la cantante-, vio todos mis progresos y me ayudó mucho. Le estoy más que agradecida. El artista es muy sensible y necesita el apoyo psicológico, y tratándose de él, yo le agradezco infinitamente. Espero que venga esta vuelta, porque ya es una cábala”.
Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2006/08/11/pdf/s01-sup.pdf
La soprano volverá a cantar en su ciudad después de dos años, cuando a partir de esta noche, a las 20.30, se presente Romeo y Julieta en el Teatro Argentino. La cantante cuenta cómo empezó su carrera y sus experiencias junto con famosos directores y tenores, como Kraus y Plácido Domingo
Cae el telón de la Ginastera y el público que colma la sala explota en aplausos, gritos, silbidos. Acaba de terminar la ópera Romeo y Julieta, y tanto las luces como la admiración del público se centran en la figura rubia que cautivó a todos con su voz. Se llama Paula Almerares, pero casi todos la llaman simplemente Paula.
La escena corresponde a dos años atrás, la última vez que la soprano se presentó en su ciudad, donde de vez en cuando regresa de alguna de sus vueltas por el mundo.
-¿Cómo es volver a La Plata?
-Para mí es volver a la raíz, siempre. Si bien tengo la oportunidad de cantar en el exterior, volver a La Plata es algo especial. Además, considero que acá se está pasando un muy buen momento, entonces me llena de placer que el público pueda disfrutar de los espectáculos. Y como artista, uno va madurando y repetir una obra permite arreglar muchas cosas y que salga mejor artísticamente, pulirla. En cada producción es una nueva Julieta.
“Si bien tengo la oportunidad de cantar en el exterior, volver es algo especial. Además, acá se está pasando un muy buen momento”
Este fin de semana será la segunda vez que en el Teatro Argentino Paula Almerares sea la Julieta de la ópera que tiene música de Gounod y libreto de Jules Barbier y Michel Carré, inspirados en la famosa tragedia de William Shakespeare. Pero la obra remonta a la cantante más atrás en el tiempo:
“Yo como artista debuté aquí con Romeo y Julieta -dice, y explica-. Fue en un concierto en el año 91 con dúos y aria de Romeo y Julieta en el Teatro Rocha. Y era justamente con Rubén Martínez, que ahora es mi marido”.
No sólo su marido, que es tenor, es un nexo familiar con la música para ella. Su abuelo materno, Enrique Baldassari compuso obras sinfónicas y de cámara y, como violinista, fue integrante de la primera Orquesta Estable del Teatro Argentino. Su madre, Leonor Baldassari, alcanzó el rango de Primera Bailarina en el Ballet Estable del Teatro Argentino. Su padre, Héctor Almerares, es violinista y miembro fundador del Cuarteto Almerares, uno de los principales grupos de cámara del país. Su hermana, Viviana Almerares, integra la Orquesta Estable del Teatro Argentino como violoncellista.
-Venís de una familia de músicos, ¿tu vocación vino ayudada por eso?
-Yo pienso que sí, si bien en mi casa ninguno es cantante. A mi madre le gustaba mucho escuchar a Victoria de los Angeles, o la Calas, supongo que vendrá por ahí; o por mis nonos, que eran italianos y cantaban. Pero no lo sé explicar mucho, yo primero estudié violín y después cambié al canto.
-¿Cómo comenzó tu carrera?
-Empecé en Bahía Blanca, a través de una audición con el Maestro Perusso, que me ofreció hacer un concierto allí. La primera vez que me subí a un escenario fue con orquesta, ni siquiera había cantado con un piano en un escenario. A partir de ahí empezó mi carrera que se fue yendo al Teatro Rocha, donde funcionaba el Argentino. Después, tuve oportunidad de ir al Teatro Colón. Luego de cantar en el Teatro Argentino y en el Colón (donde actuó junto al tenor Alfredo Kraus), ganó los concursos internacionales Belvedere (Viena, 1993) y Traviata 2000 de Pittsburgh (EEUU). Con ellos, empezó a girar por el mundo, cantó en los teatros más importantes de Nueva York, y en el viejo continente en Torino, Roma, Napoles, Verona, Marsella, Génova, Trieste, Palermo, Cagliari. Fue dirigida, entre otros, por Julius Rudel, Lorin Maazel, Zubin Metha, Sir Neville Marrimer, Romano Gandolfi, Nello Santi, Stanislaw Skrowaczewski, Donato Renzetti, Emmanuel Villaume, Bruno Campanella, y de aquí, Reinaldo Censabella, Mario Perusso, Enrique Ricci y Pedro Ignacio Calderón. Y además, cantó con Plácido Domingo en la reinauguración del Teatro Avenida.
“Es más fácil trabajar con los grandes, porque tienen una gran solidez en el escenario y sobre todo, humildad. Uno aprende y crece con ellos”
-Has cantado con tenores como Plácido Domingo y sido dirigida por los más famosos directores. ¿Cómo fueron esas experiencias?
-Es mucho más fácil trabajar con ellos. La gente que tiene mucho tiempo en escenarios, te ayuda. Además, los grandes, por lo menos los que me tocaron a mí, tienen una gran solidez en el escenario y sobre todo la humildad de los grandes. Uno aprende mucho y crece junto con esa figura. No es que uno quiera igualarse, pero la energía que emanan hace que se te suba la adrenalina de una manera que se siente como si estuviese a la par, se siente un empuje. Todavía recuerda maravillada lo que sucedió cuando cantó con Alfredo Kraus: “Terminamos de cantar y se abrió una parte del telón para salir a saludar, y él, en vez de venir conmigo me presentó y se fue para adentro”, cuenta. “Personas así no se encuentran mucho”.
En aquella presentación de Romeo y Julieta en La Plata, en 2004, uno de los que aplaudía su talento era Víctor Hugo Morales, reconocido relator de fútbol, conocedor y admirador de las manifestaciones artísticas: “Siempre siguió mi carrera -dice la cantante-, vio todos mis progresos y me ayudó mucho. Le estoy más que agradecida. El artista es muy sensible y necesita el apoyo psicológico, y tratándose de él, yo le agradezco infinitamente. Espero que venga esta vuelta, porque ya es una cábala”.
Francisco Palazzo
Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2006/08/11/pdf/s01-sup.pdf
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