Miércoles 08 de octubre de 2003 | Publicado en edición impresa
Llega "El Polaquito", de Desanzo
Por Marcelo Stiletano | LA NACION
Cuenta Juan Carlos Desanzo que Abel Ayala, un chico de extracción muy humilde que nació en La Plata y que hoy vive en un hogar de Moreno, empezó a vivir en la calle el día en que cumplió 10 años. Fueron apenas dos semanas en la hostil geografía de Plaza Constitución, hasta que pudo conseguir un techo y la contención social y afectiva que hasta hoy le permite ir a la escuela y soñar con un futuro mejor.
También dice que descubrió a Fernando Roa en la escuela de la Fundación Felices Los Niños, muy cerca de donde vive, en una barriada modesta de Hurlingham. Más tarde pudo conocer a su extensa familia ("el padre es un hombre de trabajo que se ocupa todo el día de la tarea de aparador , el que se encarga de coser el calzado", explica el realizador) luego de intuir las dotes naturales del muchacho para la actuación.
Hace dos años, cuando Ayala tenía 13 y Fernando, 18, Desanzo culminó un agotador trabajo de casting al que le dedicó un año entero de su vida. Los había elegido para personificar, respectivamente, al Polaquito y al Vieja, dos de los tres protagonistas de su film más reciente, que se estrenará mañana en las salas locales después de haber iniciado con buen pie su carrera internacional.
Después de una carrera comercial con varios hitos de reconocimiento (films policiales como "El desquite" y "En retirada" y propuestas de perfil histórico como "Eva Perón") Desanzo no teme afirmar que con "El polaquito" se inicia una nueva etapa. Sobre todo porque decidió acometer un proyecto de bajísimo presupuesto, rodado en soporte digital con el único aporte de un crédito del Instituto de Cine y que sólo pudo ser transferido al formato de 35 mm cuando se logró el apoyo de productores españoles.
Inspirada en hechos reales en torno de la explotación de los chicos de la calle y narrada con lenguaje explícito e imágenes que por momentos impresionan por su crudeza casi documental, "El Polaquito" llega con el respaldo del premio a la mejor actriz logrado por Marina Glezer en el prestigioso Festival de Montreal y de una buena acogida del público en la muestra de San Sebastián, lo que, según Desanzo, le abrió al film las puertas de su estreno comercial en España, a más tardar en enero de 2004.
Glezer (hoy de 21 años) fue la única actriz profesional convocada para integrar el plantel estelar del film, debido a que la persona elegida en principio por Desanzo (una chica de la calle que vivía en la estación Sarandí del subte A) no pudo afrontar el compromiso por problemas de adicciones.
"La actuación de Marina -dice Desanzo- es sensacional, fuera de lo común, porque si bien es una chica que viene de un hogar con mucho amparo siempre fue muy callejera. Y tanto Fernando como Abel son dos excelentes actores. Me impresionó que no advertían la cámara y se movían con admirable naturalidad. Los tres se integraron de entrada y como ésta era una película de bajo presupuesto, en la que no se podía filmar mucho, los tres me ayudaron a sacar de entrada la mejor toma. Ni ellos ni yo lo sabíamos, pero los dos chicos son verdaderos actores".
Sentados frente al director, Roa y Ayala asienten en silencio y lo escuchan como a un padre. Luego, los tres dirán que así vivieron una relación que se extendió varios meses y que esperan proseguir más allá de "El Polaquito".
Como en el film, Ayala es más callado y busca el guiño cómplice con cada afirmación; Roa, en cambio, se muestra más expansivo y con facilidad de palabra. "Pasé dos semanas en Constitución y aprendí algunas cosas que tenían que ver con la calle, pero no viví la misma historia del Polaquito. Jamás robé, jamás tomé drogas. Pasó que un día me fui de mi casa y fui a parar a Constitución. Como no quería vivir en la calle busqué ayuda para conseguir un hogar y ahora estoy en Moreno. La paso muy bien, voy al colegio", explica Ayala.
Roa jamás pasó por esa experiencia: "Nunca, por suerte, estuve en la calle, pero mi familia pasó muchas necesidades. Tengo padres que se mataron laburando , de lo contrario estaría muy cerca de allí. Somos seis hermanos, más un chico de cuatro años por el que tratamos de conseguir la tutoría".
Ayala, Roa y Glezer transcurrieron seis meses de exigentes ensayos junto a Desanzo. "Todos los días los iba a buscar por la mañana y los dejaba en la casa por la noche. Cada día ensayábamos el guión completo, se lo sabían de memoria. Nunca faltaron, nunca llegaron tarde, nunca se enfermaron. Por eso la actuación tiene la frescura de estos chicos que cargan una gran experiencia de vida y, a la vez, la disciplina de quienes no improvisaron, porque sabían perfectamente todo lo que tenían para decir."
La idea de la película nació cuando Desanzo conoció una historia ocurrida en una "ranchada", lugar de encuentro de los chicos de la calle, cuando una chica se unió a un amplio grupo masculino. "A los nueve meses, inevitablemente, hubo un nacimiento. Y tres de los chicos, en forma espontánea, asumieron la paternidad. Más tarde tomé conocimiento de la triste historia del Polaquito y la película ya fue tomando forma", relata Desanzo.
Llamado de atención
Para Roa, el film puede funcionar como un llamado de atención. "Donde se empieza a generar la crisis es en los más chicos, que son explotados por algunos grandes cuando no tienen padre o madre. Como no tienen futuro, no se saben qué hacer de su vida al día siguiente. Que un chico se levante al otro día sin saber qué va a ser de él es algo que debe impresionar mucho al público de todo el mundo", detalla. Para Ayala, la carga denunciadora del film es intensa, pero prefiere coincidir con Desanzo en que la película "sobre todo es una gran historia de amor".
Los dos se sienten amigos entrañables: comparten la pasión por River y se consultan mutuamente en relación con un futuro que todavía no vislumbran del todo claro, pero que ambos viven con optimismo. Por lo pronto, mientras Roa ya apareció fugazmente en otro film ("El día que me amen", con Adrián Suar) y espera propuestas para trabajar en el cine y la TV, Ayala piensa en perfeccionar sus estudios teatrales.
"Esta película no me cambió la vida, pero me enseñó a ser responsable, a saber manejarme mejor en la vida. Aunque no mucho, creo que algo aprendí, sobre todo a observar y a escuchar más de lo que hablo", subraya el chico que encarna al Polaquito. Roa, en cambio, dice que sobre todo el film le permitió hacer nuevos amigos. "Sobre todo -dice-, haber conocido a Abel, creo que los dos crecimos mucho como personas."
En lo que ambos coinciden es en que la posibilidad de haber llegado al cine alteró un camino que, en muchos chicos de su edad, apunta hacia el fútbol o la música tropical. Ahora, tienen en claro que un destino probable pasa por la actuación. Dice Desanzo: "Cuando terminé el casting en el hogar de Moreno, Abel se acercó y me dijo: "Señor, aunque más no fuera, por favor, déme un papel de extra". Gracias a su talento y a su esfuerzo, consiguió mucho más".
En la estación Constitución
"El Polaquito" se filmó en la estación Constitución sin que la actividad habitual del lugar se alterara, ya que las cámaras no eran visibles. A tal punto que en una oportunidad, según relata Desanzo, un transeúnte quiso denunciar ante la policía al actor Roly Serrano, que en la película encarna a un mayor que explota a algunos chicos de la calle, en momentos en que representaba una escena en la que maltrata al personaje de Marina Glezer. "Teníamos tres millones de extras gratis -dice el director-: la gente que deambulaba por Constitución y no advertía que allí se hacía un rodaje. Gracias a eso, el film tiene una avasallante riqueza visual."
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/533795-llega-el-polaquito-de-desanzo
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