Después de mucho tiempo, la destacada dramaturga y directora regresa a La Plata con “Encierros (2x2+1)”, una obra integrada por tres historias que remiten a diferentes situaciones de las que cuesta salir
María Virginia Bruno
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Silvia Dietrich y Emiliano Díaz |
La dramaturga y directora teatral Susana Torres Molina regresa después de mucho tiempo a La Plata con “Encierros (2x2+1)”, una obra que tomó forma durante la pandemia. Protagonizada por sus “compinches” Silvia Dietrich y Emiliano Díaz, está integrada por tres piezas breves que escribió en diferentes momentos de su vida, tres historias marcadas por diferentes tipos de aislamientos.
“El hilo conductor de esta obra son distintos tipos de encierros que hablan de diferentes situaciones en donde hay algo de lo que cuesta salir, a veces por elección propia, a veces por una decisión de los demás y a veces porque tiene que ver con compartimientos pulsionales donde no se puede evitar un cierto recorrido”, anticipó Torres Molina, en diálogo con EL DIA.
Autora de obras como “Extraño juguete”, “A otra cosa mariposa”, “Esa extraña forma de pasión” y, entre muchas más, “Manifiesto vs manifiesto”, la escritora atravesaba el confinamiento con tiempo suficiente para escribir pero, curiosamente, “sin el deseo de hacerlo”, entregada al desconocimiento de una situación con la que de pronto pareció sentir un deja vu.
“La incertidumbre, en estas épocas, es como el oxígeno que respiramos pero en ese momento, esto de no poder salir, de tener que tener permiso para todo, era una situación que nunca habíamos vivido, muy inédita. Fue una sensación de mucha angustia y miedo, y de pronto me acordé de este texto (“Nada entre los dientes”) que hablaba de estar ahí encerrados, en ese lugar y no poder salir”, contó en relación a la obra a partir de la cual nació “Encierros (2x2+1)”.
“Nada entre los dientes”, escrito a finales de los 90, surgió en el marco de una consigna de un grupo de dramaturgia que invitaba a escribir un material que luego se incluiría en un libro que se llamó “Monólogos de dos continentes” (porque también participaron autores españoles). “Ahí a mí me surgió esta obra que podríamos decir es como una dramaturgia de anticipación porque en esa época, alguien que no saliera de su casa, que estuviera rodeado de pantallas, que ya no comiera comida sino pastillas, que no supiera dónde ir, que no tuviera nada que perder y que además ya no sabe si los recuerdos son de él o se los fabricaron... era toda una situación un poco apocalíptica y también de encierro, un texto que era bastante anticipado para esa época”.
Torres Molina convocó a uno de sus actores habituales, Emiliano Díaz, para proponerle la posibilidad de llevar esta historia (que ya había interpretado hacía tiempo) al streaming, el formato posible en ese momento, y el proyecto comenzó a crecer. Pero cuando otra de sus actrices frecuentes, Silvia Dietrich, se enteró de lo que tenían en manos, propuso enriquecerlo con “Hurlingham” que había protagonizado en 2019 como parte de un espectáculo de seis monólogos, y que de alguna manera también hablaba de un encierro; “el encierro tal vez no elegido que muchas veces padecen los niños y los ancianos que son por ahí los que tienen menos voz y voto en la toma de decisiones”, contó la autora.
“Hurlingham” también nació en el marco del grupo de dramaturgia a partir de una consigna particular: escribir sobre la valija que más pesa. “Me acordé mucho de esa situación de cuando llevamos a mi madre a un geriátrico, que ya tenía como noventa y pico de años y necesitaba mucha atención. Y en esa situación, llevándola y viendo el dormitorio con su valija me recordó cuando ella me puso pupila a los nueve años. La misma situación. La valija que más pesa, para mí, remitía a eso”, explicó Torres Molina.
Se trata, tal vez, de la obra más “autobiográfica” de la dramaturga que, admitió, “quizás si no hubiera existido esa consigna, que de alguna manera te estimulan y te ponen en marcha, nunca la hubiera escrito”.
La obra, que se estrenó en marzo en el porteño Teatro del Pueblo, se completa con “Le privé”, una adaptación para dos actores de una obra que Dietrich y Díaz ya habían hecho junto a otra actriz que se llamó “Privacidad” (2013), y que “tocaba también un tema de encierro en cuanto a la compulsión repetitiva, de repetir situaciones que encima uno sabe que va a hacer daño y que se va a hacer daño pero que no puede evitarlo, casi como una adicción”.
“Encierros (2x2+1)” llegará este domingo a las 18 a Espacio 44, una sala a la que regresará el domingo 8 de mayo por haber agotado las entradas para la primera presentación. Los tickets saldrán a la venta el lunes a través de Alternativa Teatral.
Torres Molina, que por su obra “Un domingo en familia” -que se vio en el Cervantes con puesta de Juan Pablo Gómez- recibió el premio Trinidad Guevara, está muy entusiasmada con este regreso a La Plata, una ciudad en la que tiene “muchos amigos”, en la que ha tomado varios talleres y a la que antes venía con más periodicidad.
Según admitió, esta vuelta, esperada y celebrada por sus colegas y público platense, fue posible por las características minimalistas del espectáculo donde, alrededor de un puñado de elementos escenográficos, dos actores interpretan un monólogo cada uno para encontrarse recién sobre en el final, bajo la atenta -y nerviosa- observación de su directora: ella.
-Como directora, ¿cuáles son tus intereses?
-Me gusta mucho inquietar en el teatro, inquietar en el buen sentido de la palabra: incomodar, tocar temas que son incómodos. Pero, además, lo que quiero es que la gente salga pensando algo, que algo le llegue, que les conmueva, que les provoque un pensamiento. Por supuesto que también la forma sea atractiva, interesante, que tenga ritmo, que no sea solemne, que plantee preguntas y nunca dé respuestas, que no parezca algo muy pedante y que obtura. Porque las respuestas obturan. Busco que abra y genere preguntas, que deje un poco inquietud.
-¿Sos de ir a todas las funciones?
-En general voy siempre a las funciones, más allá de que digo que voy a dejar de ir (risas). Me gusta porque vas afinando a medida que uno va mirando, va corrigiendo, se le ocurren cosas. Es un trabajo de capa sobre capa, es como la corrección cuando se escribe algo en la literatura, que uno vuelve, tacha una palabra, tacha una frase. En general siempre es más sacar que poner. Yo creo que siempre cuando uno estrena no está todo definido, sino que es un trabajo en proceso, como todo. Y en el teatro, que estás trabajando con seres vivos, que a su vez le pasan cosas, que en una función pueden estar con ánimos muy diferentes y con públicos diferentes, todo es nuevo. Entonces, es importante estar, ver e ir guiando de alguna manera porque como directora tenés la visión privilegiada de estar chequeando y observando todo.
-¿Qué te produce ver tus obras siendo dirigidas por otra persona?
-(risas) tocás un tema... Yo no voy a verlas, excepto que sea un estreno, como “Un domingo en familia”, en el Cervantes, ahí sí fui. Pero cuando son reestrenos de obras mías que dirigen otros grupos no voy. No voy porque sufro mucho. Más allá de que pueden estar muy bien y todo, pero como soy directora, y ya las dirigí, tengo una mirada tan poco inocente, objetiva, y termino pasándola mal. Entonces, yo lo digo, “yo no voy a ir, discúlpenme”, y lo entienden.
-¿Y cuándo dirigís tus propios textos también te pasa lo mismo?
-No es que la paso mal pero estoy muy atenta y si hay algo que sale mal no quedo indiferente. No es fácil estar solamente observando. Los ensayos son maravillosos porque ahí uno puede desplegar toda su creatividad pero una vez que ya está en la función, el director podría estar, no estar, da igual. Entonces, se queda ahí observando, anotando, registrando lo que está bien pero sobre todo lo que está mal para corregirlo y eso es una tarea que genera cierta tensión. Pero al mismo tiempo es fascinante porque es un trabajo en equipo y todo lo que se ve es algo se ha generado en conjunto. Es un arte que está todo siendo por primera vez, aunque se hagan los mismos movimientos y se digan los mismos textos. Es un arte vivo, efímero, porque eso tampoco nunca más se va a volver a repetir. Entonces es un proceso permanente, constante, totalmente vivo, impredecible e incierto.
Fuente: EL DIA
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