Tradicionalmente, el candombe es considerado como singular y masculino; pero con el correr del tiempo comenzó a encontrarse una grieta que permitió la participación femenina en la percusión más allá del baile. Las responsables de esa ruptura fueron las chicas de Iyá-Kerere-Leli Kelén, primera cuerda integrada sólo por mujeres, y otros colectivos que siguieron el impulso, como Mwanamke-mbe, de La Plata. Las directoras musicales de ambos grupos charlaron con Agencia NAN, contaron sus motivaciones y explicaron por qué mantienen la esperanza de no estar pregonando en el aire.
Por Adrián Pérez
Fotografía de Sofía Esteban
Buenos Aires, febrero 18 (Agencia NAN-2010).- "Mujer que quiere ser, mujer que se libera saliendo de la quietud, mujer que se estremece tocando un tambor". Tal es la presentación de Mwanamke-mbe (en swahili, "mano de mujer"), formación de tambores de La Plata ejecutados únicamente por chicas, que nació de la influencia del primer colectivo de percusión argentino compuesto por mujeres: Iyá-Kerere (en yorùbá, "madre pequeña")-Leli Kelén (en mapuche, "abrir los ojos"). Con el calendario marcado por la llegada del carnaval al Río de La Plata y de las siempre atractivas Llamadas uruguayas, Agencia NAN conversa con Maricel Abayú, fundadora de la cuerda platense, y con Agustina Martínez, creadora del cuerpo de tambores porteño, quienes se atrevieron a derribar un viejo prejuicio: que ellas sólo pueden ocupar el lugar del baile en el candombe. Entre otros temas, las directoras musicales hablan de sus motivaciones para abrirse camino en un género dominado por los hombres y por qué mantienen la esperanza de no estar pregonando en el desierto.
-- No es habitual ver un grupo de mujeres tocando tambores. ¿Por qué eligieron ese instrumento?
Agustina Martínez (Iyá-Kerere-Leli Kelén): -- Viajé a Uruguay cuando tenía 15 años; de casualidad llegué a las Llamadas de Montevideo y me pasó algo medio mágico. Fue como que me metí de lleno en el mundo de los tambores. Lo viví como un ritual que nunca antes había visto. Cuando regresé a Buenos Aires busqué a alguien que me enseñara el mundo del candombe y así fue como llegué a la Escuela Lonjas de San Telmo, donde comencé a tomar clases con Claudio Martirena, un uruguayo que vivió en el conventillo Mediomundo, en el barrio Sur de Montevideo, donde mamó la historia del candombe. Tuve la suerte de aprender con él y de participar en Lonjas de San Telmo. Aquí, sólo había hombres en las primeras comparsas; la mayoría de ellos, morenos y uruguayos. Con el tiempo comenzaron a abrirse a blancos y uruguayos, después a todos los hombres, pero meterse en ese ámbito era muy complicado para una mujer. Nadie te iba a prohibir tocar pero te miraban mal, te exigían una fuerza que, por lo general, las chicas no tienen. Si bien no sabemos si realmente fue así, circula una historia que ubica a la mujer como quien ejecutó por primera vez un tambor.
Maricel Abayú (Mwanamke-mbe): -- Yo conocí los tambores sin saber que se trataba de candombe. Eso fue en 2005, cuando escuché la cuerda de un amigo a quien le pregunté sobre la música que tocaba. Le dije que quería aprender y me invitó a un taller de percusión. Tomé clases y al mes empecé a tocar en Lonjas 932, una comparsa de candombe de Tolosa. Luego me fui a Ensenada, a tocar con Tambores Tintos; fue ahí donde aprendí a tocar candombe. Si bien en La Plata no hay exclusión, sí predominan los hombres. En realidad, eso fue y es algo histórico.
-- ¿El tambor tiene una energía masculina?
M.A.: -- Te demanda resistencia y esfuerzo. En ese sentido, la fuerza que nos exige me remite más a lo masculino.
A.M.: -- Por eso creo que es sorprendente encontrarse con un grupo de 30 ó 40 mujeres tocando los tambores, porque esa energía masculina termina convirtiéndose en algo súper femenino que transforma esa situación. Es muy fuerte para la gente que viene a nuestros toques y eso lo observamos en sus expresiones; nos damos cuenta de que al público le sorprende vernos. No tocamos mejor ni peor que los varones.
-- ¿Cómo fue el proceso que nació de ese “a ver qué pasa”?
A.M.: -- Fue una incógnita que comenzó a movilizarme cuando dejé de sentirme cómoda en los grupos en los que participaba. Fue entonces cuando pensé en armar algo nuevo, con la premisa que fuera de mujeres y la inquietud puesta en saber cómo iba a funcionar. Abrimos una convocatoria para todas las mujeres que quisieran hacer candombe, tanto para las que ya tocaban como para las que comenzaban de cero. Iniciamos un taller donde hubo todo un proceso de aprendizaje. Actualmente, Iyá-Kerere trasciende lo femenino porque se preocupa más en cómo armar los códigos de esta comparsa: cómo nos comunicamos, nos organizamos, funcionamos en comisiones. Decidimos todo horizontalmente, y eso nos une mucho.
-- ¿Cómo germinó la semilla en Mwanamke-mbe?
M.A.: -- En mi caso, tenía la necesidad de conectarme con la energía femenina. La comparsa donde estaba (Tambores Tintos) me daba un montón de cosas pero no eso. Quería saber qué pasaba siendo todas mujeres y tocando los tambores. Aunque debo reconocer que me costó un montón irme porque los Tintos eran todo para mí. Pero la verdad es que necesitaba otra cosa. Al tiempo fui a ver a las chicas (de Iyá-Kerere) a Tolosa y me pasó algo fuerte: la energía que transmitieron en ese toque me impactó. Y pensé: "No voy a viajar hasta Buenos Aires para tocar porque vivo en La Plata". Y decidí armar algo acá. Fueron tres meses de dudas y miedos porque eran muchas cosas nuevas. Había que armar un grupo, dirigirlo, transmitir lo que sabía, buscar la forma de transmitirlo. Entonces, un día tomé la decisión y hablé con la comparsa para contarles. Después llegó la convocatoria por mail. El primer día llovía a cántaros, pero vinieron quince chicas; ya nos conocíamos con ocho de ellas. Fue ahí cuando pensé: "Esto es un camino de ida". Empezamos de a poquito. Recuerdo que éramos quince personas para tres tambores que nos habían prestado unos amigos; ninguna de las chicas tenía tambor, algunas recién comenzaban. Cuando les pregunté por qué habían venido, todas hablaron de lo difícil que era empezar de cero en otros grupos. No es fácil tocar candombe.
-- ¿Por qué?
M.A.: -- Porque es mágico. Podés explicarlo desde teoría o ritmos pero necesariamente tenés que captarlo desde otro lugar. Al menos, a mí me pasa eso. En lo personal, no me costó aprenderlo desde lo rítmico. Sí me costó esa cosa de la magia necesaria para ensamblar todos los tambores. Hay un momento en el que la cabeza te hace click. Entonces, por más que te expliquen o te canten, sólo vas a entender el ritmo si lo sentís. Es un proceso que lleva un montón de tiempo y que vas sintiendo a medida que vas tocando.
A.M.: -- Es como que hay que poner en palabras, llevar a un proceso racional algo que no aprendiste desde lo racional. A mí nadie me explicó los pasos. Me dijeron esto es así y tuve que copiar. Creo que el candombe, por lo general, se aprende de ese modo.
-- ¿Qué diferencias y similitudes encuentran entre la escena platense y porteña?
A.M.: -- En Buenos Aires, hay “cabezas” más tradicionalistas. Por ahí, en La Plata hay una movida de gente que aprendió, estudia y toca con mucho respeto pero esos grupos tradicionalistas consideran que allá se toca desde otro lado; no tanto desde la negritud, no tanto desde los esclavos que desembarcaron en San Telmo. El candombe tiene toda una tradición de resistencia que lleva al movimiento a cargar con eso, como un peso, y se cierren un montón de puertas.
-- Precisamente, en diciembre recordabas --durante la 1º Llamada de Candombe Independiente de San Telmo-- a Marta Gularte y Rosa Luna como uruguayas que vivieron en los conventillos y militaron por la libertad, los derechos de los negros y las mujeres.
A.M: -- El candombe es, claramente, una cultura de resistencia desde la negritud, desde aquellos esclavos a quienes se les prohibieron los tambores y que siguieron tocando en el Río de La Plata. Y desde los uruguayos que, como sus antepasados, continuaron haciéndolo durante la dictadura. Hoy, más allá de que el candombe fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, seguimos resistiendo, porque hay vecinos a los que el ruido les molesta y llaman a la policía, que nos persigue en la calle para levantarnos contravenciones. Estoy convencida de que, al alzar los tambores, también nos colgamos esa rica historia de lucha.
M.A.: -- Aunque en La Plata la policía nos obligue a apagar el fuego con el que templamos los parches, nosotras vamos a seguir yendo a la plaza donde nos reunimos todos los domingos.
-- Volvamos sobre la cuestión de género. Hace un instante decían que la mujer ocupó un lugar marginal --y lo sigue teniendo-- para ciertos sectores tradicionalistas.
A.M.: -- Hay un preconcepto que quedó cómodo para muchos: los hombres tocando y las mujeres bailando. En Uruguay, tenés personajes típicos: está el gramillero, que es hombre, es el viejo que lleva las medicinas; la mamá vieja, que es el ama de llaves. Otro personaje es el escobero, también, hombre. Las comparsas uruguayas tienen 150 personas bailando; acá tenemos tan sólo de 20 para arriba. Pero siempre, en casi todos los casos, el cuerpo de baile está compuesto mayormente por mujeres. En cambio, en el cuerpo de tocadores son todos varones. La idea está fija. También pasa que si un hombre baila y no toca el tambor, es como difícil de digerir. Asignar roles termina siendo una cuestión cultural y social desde el preconcepto: la mujer tiene que cocinar y el hombre salir a trabajar, cuando en realidad hay hombres que cocinan bárbaro y está buenísimo que así sea. Desde el surgimiento de La Melaza, muchas más mujeres empezaron a tocar el tambor en Uruguay. Acá pasó lo mismo con Iyá-Kerere, y si bien no vinieron con nosotras por cuestiones de distancias o tiempos creo que, en los últimos años, se incrementó el número de mujeres haciendo candombe, y se multiplica porque somos conscientes de que se puede hacer buen candombe y disfrutarlo mucho (N. del R.: La Melaza surge con un objetivo claro, definido: hacer escuchar sus tambores --y su candombe-- el 8 de marzo de 2005, durante las actividades por el Día Internacional de la Mujer).
--¿Qué provoca más dolor? ¿El preconcepto tradicionalista (por no decir machista) que proviene de un género al que ustedes abrazan o las manos al golpear las lonjas?
A.M.: -- En realidad, los golpes de tambor no duelen tanto (risas). Sí se forman cayos en los dedos pero cuando estás tocando no pensás en eso.
M.A.: -- Cuando imaginé formar una cuerda de mujeres no pensé en el feminismo. Más que nadapensé en que pasaba con la energía femenina en el candombe. Yo toqué en una comparsa donde éramos dos mujeres fijas y el toque era súper fuerte, al palo, pero en realidad quería conectarme con otra cosa. Lo que hay en Mwanamke-mbe es un amor que excede todo lo demás. En algunas oportunidades hemos tocado mal, pero no nos bajoneamos por eso. Porque es tal el amor que le tenemos al tambor que seguimos laburando para tocar cada vez mejor.
-- ¿Qué más rescatan de la experiencia de haber formado una cuerda de mujeres?
A.M.: -- Una cosa más maternal, que viene del tacto, de tener menos prejuicio al momento de abrazar al otro. En cambio, si dos hombres se abrazan es como que "eso es medio 'raro'". Podemos estar todas juntas una hora y hablar sobre cosas muy profundas que nos sirven para el crecimiento del grupo. Tejer lazos profundos que trasciendan al tambor hace que, mientras estás tocando, todas estemos súper conectadas, con la música y con la persona que tenés a tu lado.
M.A.: -- Una sensibilidad especial. El candombe genera algo maravilloso en las personas porque podes encontrarte, socializar, compartir y disfrutar cosas malas y buenas. Desde el afecto pasan otras cosas. Conozco comparsas donde se toca o se baila para afuera, para mostrarse, pero nosotras no tocamos para demostrarle nada a nadie; lo que hacemos, lo hacemos para nosotras.
-- ¿Dónde y cuándo pueden verlas tocar?
M.A.: -- Los domingos, desde las 17, en la Plaza España de 7 y 66, en La Plata.
A.M.: -- Los sábados, a las 18, en Pinzón y Antonio Zolezzi, en la Boca.
* Para celebrar sus tres años de formación, y con motivo del Día Internacional de la Mujer, Iyá-Kerere invita a todos y todas, pero especialmente a las mujeres candomberas --tamborileras y bailarinas--, a desfilar el 8 de marzo, desde las 19, en Pinzón al 700 (La Boca). Y para festejar el Bicentenario, Mwanamke-mbe convoca a una gran Llamada, en la semana del 25 de mayo, en el Galpón y Centro Cultural de Tolosa.
Iyá-Kerere: http://myspace.com/comparsaiyakerere
Mwanamke-mbe: http://mwanamkembe.multiply.com/
La Melaza: http://lamelaza.com/
Galpón de Tolosa: http://galpondetolosa.blogspot.com/
Fuente: http://agencianan.blogspot.com/2010/02/con-tacto-de-mujer.html
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