A los 77 años falleció Leopoldo "Polo" Lofeudo, el impulsor y director del grupo de teatro del hospital. Preparaba "El Loco Ataka", su obra más desafiante y concluyente
Durante el caluroso verano de 2009, Polo ultimó los detalles para una puesta en un teatro de la localidad de Verónica. Lofeudo había nacido en La Plata, en el barrio del Seminario, de 25 y 66.
Fue músico, actor y buscavidas. Se inició en el año 1948 en la compañía Hispano-Argentina dirigida por Luis Angel Hanglone.
De aquellas épocas de giras, recordaba con afecto a Rubén Alippi, los estudios en la Escuela de Arte Dramático con Pedro Aleandro, las actuaciones en La Protectora, los viajes en tren.
Añoraba el primer disco grabado con aquél trío de guitarristas, en el estudio Lasquibar, en diagonal 74 y 115, "una linda tarde de octubre de 1948". Polo cantaba, la primera guitarra era del "Negro" Ruiz, el acompañamiento lo hacía Leopoldo Roussy, junto a otro virtuoso de la música de Melchor Romero, Ademar Southwell.
Grabaron "Farolito de Papel" y el vals "Ausencia". Cuando llegó la Revolución Libertadora, en 1955, perdió su empleo público.
Las cosas empezaron a salirle mal. En 1961 emigró a Comodoro Rivadavia. Viajó "colado" hasta el sur. Allá llegó a trabajar en Radio Nacional. Comenzó con la experiencia de los radioteatros. Luego escapó a Río Gallegos y fue compañero del padre de Néstor Kirchner, con quien tomaba mate y compartía las películas que proyectaba en el cine local. Sus últimos días en el sur no fueron buenos. Hasta vivió en un gallinero que le acondicionó un amigo, para pasar unos días. Hizo changas en el puerto.
En 1966 nació su hija, y con ella se volvió a La Plata. El comienzo de los setenta lo encontró por distintos barrios, con diferentes actividades. "No la pasé bien", recordaba.
Hasta que en 1977 consiguió ser designado en el hospital de Melchor Romero. Gran parte de los recuerdos, quedaron en el pasado. Un incendio le arrebató su casa y perdió fotos, recortes periodísticos. No volvió a encontrarse con el disco grabado en Lasquibar.
Su renacimiento en el arte, se produjo en 1983. En el hospital, encontró a su sobrino, el conocido actor Juan Palomino, enfermero de sala. Le insistió con volver a la actuación y comenzó un camino que sería fortalecido con el tiempo. Palomino le devolvió la confianza para vivir en el teatro. A todos le contaba su agradecimiento.
Durante veinticinco años Polo puso muchas obras en escena, con el trabajo de los pacientes psiquiátricos, y un gran aporte a la rehabilitación. Obtuvo tres veces el principal premio que otorga la Municipalidad de La Plata a las compañías teatrales: el Pepino 88.
Llevó grupos de pacientes actores a Chascomús, Magdalena, el Teatro Coliseo Podestá, y "otros templos" como solía decir. Se convirtió en sujeto de muchos artículos periodísticos.
Grabó programas con Moria Casán y hasta una pequeña actuación con Gastón Pauls como invitado.
En el 2009, después de seis años, Polo iba a regresar a los escenarios con "El Loco Ataka". Una obra diferente que canaliza “el grito osado del transgresor" y hace una "pincelada sobre la historia de nuestro país y cada uno de nosotros, habla desde la impotencia y hace pensar". "Hay un viejo en la obra. Ese viejo debo ser yo. Después de todo, está simbolizada mi vida, la forma en que viví yo". Así contaba Polo algo del argumento.
"Esta vez, el teatro será abierto. En el escenario habrá un listado de actores. A medida que se suceden las escenas, se levantan y componen la historia. Van a estar sentados a la vista de la gente. Me ahorra estar subordinado a una cronología de tiempo".
Decía que la idea la había tomado de Vittorio Gassman. "Lo hizo Gassman en 1953, en el Teatro Argentino. Había puesto un tul, estaban todos los actores detrás, esperando la escena. Dieciocho veces se levantó el telón para saludar a Gassman".
En su memoria Polo guardaba el recuerdo del encuentro con el genial actor italiano, en el bar El Parlamento, de 7 y 51. "Entró con una capa y un bastón".
Lofeudo falleció el 22 de febrero. Su obra quedará como estandarte, porque como le gustaba decir: "Vivimos en una sociedad caníbal, donde imperan los duros. No hay lugar para los soñadores. Sin embargo, imagínense un mundo sin ellos: sería atroz, no existiría la belleza, la poesía, la música...".
Foto: http://www.tallerteatroaromaacielo.blogspot.com/
Fuente: http://www.hakorn.com.ar/recordando-al-viejo-polo_1662.aspx
Durante el caluroso verano de 2009, Polo ultimó los detalles para una puesta en un teatro de la localidad de Verónica. Lofeudo había nacido en La Plata, en el barrio del Seminario, de 25 y 66.
Fue músico, actor y buscavidas. Se inició en el año 1948 en la compañía Hispano-Argentina dirigida por Luis Angel Hanglone.
De aquellas épocas de giras, recordaba con afecto a Rubén Alippi, los estudios en la Escuela de Arte Dramático con Pedro Aleandro, las actuaciones en La Protectora, los viajes en tren.
Añoraba el primer disco grabado con aquél trío de guitarristas, en el estudio Lasquibar, en diagonal 74 y 115, "una linda tarde de octubre de 1948". Polo cantaba, la primera guitarra era del "Negro" Ruiz, el acompañamiento lo hacía Leopoldo Roussy, junto a otro virtuoso de la música de Melchor Romero, Ademar Southwell.
Grabaron "Farolito de Papel" y el vals "Ausencia". Cuando llegó la Revolución Libertadora, en 1955, perdió su empleo público.
Las cosas empezaron a salirle mal. En 1961 emigró a Comodoro Rivadavia. Viajó "colado" hasta el sur. Allá llegó a trabajar en Radio Nacional. Comenzó con la experiencia de los radioteatros. Luego escapó a Río Gallegos y fue compañero del padre de Néstor Kirchner, con quien tomaba mate y compartía las películas que proyectaba en el cine local. Sus últimos días en el sur no fueron buenos. Hasta vivió en un gallinero que le acondicionó un amigo, para pasar unos días. Hizo changas en el puerto.
En 1966 nació su hija, y con ella se volvió a La Plata. El comienzo de los setenta lo encontró por distintos barrios, con diferentes actividades. "No la pasé bien", recordaba.
Hasta que en 1977 consiguió ser designado en el hospital de Melchor Romero. Gran parte de los recuerdos, quedaron en el pasado. Un incendio le arrebató su casa y perdió fotos, recortes periodísticos. No volvió a encontrarse con el disco grabado en Lasquibar.
Su renacimiento en el arte, se produjo en 1983. En el hospital, encontró a su sobrino, el conocido actor Juan Palomino, enfermero de sala. Le insistió con volver a la actuación y comenzó un camino que sería fortalecido con el tiempo. Palomino le devolvió la confianza para vivir en el teatro. A todos le contaba su agradecimiento.
Durante veinticinco años Polo puso muchas obras en escena, con el trabajo de los pacientes psiquiátricos, y un gran aporte a la rehabilitación. Obtuvo tres veces el principal premio que otorga la Municipalidad de La Plata a las compañías teatrales: el Pepino 88.
Llevó grupos de pacientes actores a Chascomús, Magdalena, el Teatro Coliseo Podestá, y "otros templos" como solía decir. Se convirtió en sujeto de muchos artículos periodísticos.
Grabó programas con Moria Casán y hasta una pequeña actuación con Gastón Pauls como invitado.
En el 2009, después de seis años, Polo iba a regresar a los escenarios con "El Loco Ataka". Una obra diferente que canaliza “el grito osado del transgresor" y hace una "pincelada sobre la historia de nuestro país y cada uno de nosotros, habla desde la impotencia y hace pensar". "Hay un viejo en la obra. Ese viejo debo ser yo. Después de todo, está simbolizada mi vida, la forma en que viví yo". Así contaba Polo algo del argumento.
"Esta vez, el teatro será abierto. En el escenario habrá un listado de actores. A medida que se suceden las escenas, se levantan y componen la historia. Van a estar sentados a la vista de la gente. Me ahorra estar subordinado a una cronología de tiempo".
Decía que la idea la había tomado de Vittorio Gassman. "Lo hizo Gassman en 1953, en el Teatro Argentino. Había puesto un tul, estaban todos los actores detrás, esperando la escena. Dieciocho veces se levantó el telón para saludar a Gassman".
En su memoria Polo guardaba el recuerdo del encuentro con el genial actor italiano, en el bar El Parlamento, de 7 y 51. "Entró con una capa y un bastón".
Lofeudo falleció el 22 de febrero. Su obra quedará como estandarte, porque como le gustaba decir: "Vivimos en una sociedad caníbal, donde imperan los duros. No hay lugar para los soñadores. Sin embargo, imagínense un mundo sin ellos: sería atroz, no existiría la belleza, la poesía, la música...".
Foto: http://www.tallerteatroaromaacielo.blogspot.com/
Fuente: http://www.hakorn.com.ar/recordando-al-viejo-polo_1662.aspx
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