Un complejo impresionante: consta de 60.000 metros cuadrados cubiertos Es el teatro más amplio y mejor equipado del país; curiosamente, no está en la Capital sino en La Plata
Miércoles 10 de enero de 2001 | Publicado en edición impresa LA NACION
En el país no hay antecedentes ni construcción alguna que se le parezca por su formato, dimensiones y objetivos. Sobre una manzana entera de dos calles y dos avenidas centrales de la ciudad, la figura de un octaedro encierra 60.000 metros cuadrados cubiertos, destinados al Centro de las Artes del Espectáculo Teatro Argentino de La Plata, la más nueva de las realizaciones culturales argentinas de largo alcance.
Imaginado hace 23 años, cuando se incendió la vieja sala operística platense de estilo dieciochesco, los planes de reconstrucción sobrevivieron a las diversas administraciones provinciales, con retoques, añadidos, reducciones, abandonos y rescates. Piedra a piedra, el Argentino levantó muros para imponer su presencia. El año último, la inmensa y armoniosamente diseñada mole de hormigón y cristal recibió su bautismo con una serie de espectáculos musicales que se sucedió hasta los últimos días de 2000. En su ingreso a la actividad, fue saludado por todos como un símbolo de la tenaz resistencia contra la insensibilidad y la inacción.
Gigante silencioso
La Nación recorrió tres de los pisos y tres subsuelos en funcionamiento del moderno edificio y accedió a aquellos aún en obras cuyos ruidos no se percibían en las áreas ya habilitadas. Aunque se sepa, es sorprendente comprobar el aislamiento sonoro de cada sitio, que permite trabajar en los talleres sin que trascienda ni un rumor, desplazar por el escenario enormes estructuras y poner en movimiento una gran maquinaria sin que sea advertido por el público de las salas, o realizar tareas de construcción en pisos superiores sin que se filtren sus vibraciones.
Cada alfombra, cada revestimiento, cada tabique o amoblamiento está pensado en el Argentino en función de un sitio destinado al espectáculo, donde nada debe contaminar el sonido propio de ese objetivo.
Cuando todo esté terminado, la gente -que hoy ya puede acceder a tres salas para la producción de óperas, ballets, conciertos sinfónicos y corales, música de cámara, recitales de solistas y teatro de prosa, además de los foyers, salones de exposiciones y el enorme estacionamiento cubierto- también podrá llegar al microcine, estudios para los circuitos de TV y radio, instalaciones para música electrónica y efectos especiales, biblioteca, discoteca, cintoteca y hemeroteca, servicio médico, bares en cada piso, restaurante para 300 personas, una gran terraza-mirador y las áreas administrativas.
Primeras correcciones A pesar de la rotunda modernidad del actual Argentino, el proyecto arquitectónico debió resignar concesiones a lo tradicional, sobre todo por razones tecnológicas vinculadas con la acústica. Esto se advierte en la gran sala con capacidad para 2200 espectadores, cuya construcción responde al modelo "herradura" que, si bien tiene enormes ventajas para la difusión sónica, también tiene algunas desventajas visuales. Un par de meses atrás, la dirección técnica del teatro, después de estudiar estos problemas de funcionamiento con espectadores, comenzó a operar un plan de modificación que seguramente terminará (antes de comenzar la temporada próxima) en la reubicación o supresión de alguna fila de plateas. En cuanto a la parte trasera de los palcos laterales, de donde no siempre se puede ver la totalidad de la escena, el público será advertido por adelantado de estas deficiencias y las localidades afectadas por ellas tendrán, como en todos los grandes teatros, su precio reducido con relación al resto.
Juan Carlos Greco (que fuera director técnico del Colón durante la anterior administración de Sergio Renán, y ahora está en el mismo papel dentro del equipo del Argentino, encabezado por Pedro Pablo García Caffi) comentó a La Nación : "Este es un proceso con una transición inevitable, y así lo vivieron todas las grandes salas del mundo. Ninguna se salvó. No es lo mismo una sala vacía que una sala con público. Hay que encontrar la propia personalidad de una sala, con sus zonas más o menos críticas acústicamente que necesitan un proceso de ajuste, afinación, estudios de compensaciones. Tampoco es lo mismo usar la sala y el escenario para una ópera que para el concierto de una orquesta. Y todo vale igualmente para los problemas visuales".
-Parecería que para una sala lírica, la arquitectura no ha logrado superar el añejo modelo "herradura".
-Pero a pesar de su comprobada eficiencia acústica, ese modelo sufrió retoques paulatinos y actualizadores. Nosotros mismos hemos dado por tierra con la imagen clasista de la sala porque -entre otras cosas- no hay butacas privilegiadas o más confortables en la platea que en las bandejas. Las 2200 butacas de la sala Alberto Ginastera son idénticas, de la primera a la última y, como ustedes pudieron comprobar, son notablemente cómodas y acogedoras.
El precio del examen
Sin embargo, el Argentino no es simplemente una sala, sino un complejo de tres que deben estar preparadas para funcionar simultáneamente sin que la actividad de una interfiera con la otra. Mientras tanto, en las salas del ensayo de los subsuelos, la orquesta, el ballet, el coro o los maestros internos con los cantantes, trabajarán en su permanente entrenamiento. Y en los modernos y amplios camarines se vivirá la tensión de la salida a escena o el aflojamiento del regreso.
-¿Cómo fue la experiencia interna de la breve temporada inicial?
-No sé si el público lo advirtió, pero pagamos el precio del examen. Todo costó un esfuerzo multiplicado. El teatro se abrió con una minitemporada con una parte del porcentaje de la obra en construcción. Por ejemplo, ocupamos un escenario que no está terminado, cuyo funcionamiento era de un 25 por ciento y todas las producciones estuvieron pensadas en función de ese porcentaje. Ahora termina la temporada y de nuevo el escenario entra en obra programada para llegar a marzo con una operatividad de casi el ciento por ciento.
-¿Qué incluye ese 75 por ciento que falta?
-Está vinculado, sobre todo, con las instalaciones para el montaje escénico, los microcomandos que operan todo el funcionamiento, los cambios, las variables y los posibles inconvenientes cibernéticos que deben prevenirse anticipadamente. Hablamos de un escenario que tiene 18 metros de boca, 17 de profundidad y tiene muy buenos laterales, que amplían la operatividad. Además, todo el escenario se abre y baja a siete metros de profundidad, donde se trabaja cómodamente con todo lo que entró allí para ser reemplazado. Es decir que abajo desarman lo que entra y arman nuevamente para que suba. Por otra parte, como tiene muy buenos hombros, el escenario se amplía desde la desembocadura hacia adentro.
-¿El público notará la diferencia a partir de marzo?
-El público, los artistas, los críticos y nosotros en nuestro desgaste. Todo funcionará más aceitado y la impresión será de mayor agilidad y amplitud. Pero nosotros, que empezamos desde cero y seguimos con poco, nos acostumbramos a no prometer, sino a dar lo que podemos. Y a partir de marzo podremos mucho más. Y también las exigencias serán mayores.
-¿Qué otras cosas faltarían como servicios, además del restaurante?
-Por ejemplo, bancos cómodos para sentarse en los foyers. No hay que olvidarse que hay mucho público que viene del interior de la provincia con los chárters que este año pusimos en funcionamiento. Trece de ellos, por función, vienen de Buenos Aires. La gente necesita descanso con confort. Por ahora, en cada piso hay una barra para comer algo ligero, pero también habrá un sitio para cenar después del espectáculo. Y el charter esperará.
"Habrá una temporada de aproximadamente diez títulos, cinco de ópera, cinco de ballet. Y también ciclos de conciertos sinfónicos y recitales que anunciaremos oportunamente, cuando estemos seguros de que no tenemos que dar marcha atrás o hacer postergaciones."
-Estas postergaciones ya dejaron de ser un pecado en la actividad musical.
-Es cierto. Nosotros sabemos que nos falta por hacer mucho más de lo que hicimos, desde poner a punto todo lo que tiene que ver con el escenario, que es la ventana hacia el público, afinar la sala en todo sentido, con una "escucha" agradable, natural y propia, gracias al balanceo y el equilibrio entre el material absorbente y el material reflejante. En un sitio donde hay 2200 personas sentadas, con la expectativa de que todo sea impecable.
-¿Lo será?
-Aquí hay mucha gente dispuesta a conseguirlo.
Jorge Aráoz Badí
Objetivo: distinguirse del Colón
En el curso de la conversación que La Nación mantuvo la semana última en el Teatro Argentino se hizo muy notoria la voluntad de desprenderse de la imagen del Colón como único referente.
"El Argentino siempre fue conocido como un segundo Colón. Ese papel de suplente o complemento de la gran sala operística de Buenos Aires marcó su trayectoria, su tipo de repertorio y hasta la conciencia de los platenses", dijo Juan Carlos Greco.
-¿Es posible liberarse de esa dependencia?
-Es indispensable. Ya empezamos a trazar las coordenadas. El objetivo es transformar al Argentino en otro polo de atracción cultural, capaz de ofrecer a la gente propuestas distintas, nuevas y de óptima calidad. No se trata de desprenderse de la gran tradición, pero tampoco de ser sus guardianes en La Plata.
-Eso descarta la competencia.
-Por supuesto. No puede haber competencia alguna. Somos el complejo de espectáculos más joven del país, con una personalidad artística propia que se definirá paulatinamente. Embarcarnos en una competencia o aceptar un papel de suplentes sería reducir al mínimo nuestro papel.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=47979