Jueves 30 de setiembre de 1999 | Publicado en edición impresa LA NACION
Vinieron de Austria, Chile, Alemania, España y Bélgica.Son cinco de los 60 programadores o directores de festivales de teatro que llegaron al Festival Internacional de Buenos Aires que culminó el domingo. Gente experimentada. De esos que buena parte del año se la pasan de un avión a otro para detectar lo que se genera en los escenarios más diversos del mundo. En medio de esa rueda mágica y misteriosa, el encuentro escénico porteño se convirtió en un paso obligado para ellos. Y como gente experimentada que son, dan su veredicto sobre el festival que reunió a grandes personalidades de la escena mundial.
Hortensia Volckers es argentina, pero desde hace muchos años vive en Austria. Allí es uno de los tres directores del Festival de Viena, un encuentro dedicado al teatro de experimentación, la danza, la performance y las artes plásticas. Según su opinión, el encuentro local se realizó "de una forma increíblemente profesional. De la primera edición a la actual ha crecido muchísimo. Está en camino de convertirse en un gran festival internacional. Desde el punto de vista de la programación, es coherente y se está haciendo cargo de un déficit de obras no vistas en Buenos Aires".
Almuth Frieche pertenece a la Sociedad de Teatro Latinoamericano, entidad encargada de promover en Alemania lo que se produce en esta región continental. "Estoy impresionada por la organización, la acogida y el nivel de espectáculos que vi", afirma a su turno esta simpática alemana que habla perfectamente español.
Al momento de hacer una evaluación sobre el aspecto organizativo, el resto de sus colegas no se queda atrás. Es más, parecen del equipo de prensa del festival. Pero, bromas aparte, el encuentro generó una buena cuota de euforia entre el resto de los programadores. "En los países de lengua alemana estamos luchando para que la gente concurra al teatro. Acá eso no sucede. En Buenos Aires hay necesidad de teatro. Para nosotros, ver a gente joven matándose por conseguir una entrada es algo sumamente gratificante", acota la austríaca-argentina. Para Carlos Laredo, representante del Festival de Otoño de Madrid, "las segundas ediciones son siempre difíciles. Sin embargo, la de Buenos Aires estuvo muy bien hecha".
Uno de los objetivos de estos gestores culturales fue conocer la producción de teatro y danza local. Es el caso de la belga Myriam de Clopper, directora del Festival de Singel. Ella descubrió el teatro de Ricardo Bartis en los recientes festivales de Berlín y Aviñón, y se fue de Buenos Aires con la idea de invitarlo a su festival.
En general, los programadores internacionales anduvieron a contramano de lo que sucedía con el público local, cuya meta principal fue presenciar los montajes extranjeros. En definitiva, para un europeo un montaje de Peter Brook no es gran novedad. Y de las piezas locales que presenciaron surgen claramente algunas favoritas, como el trabajo de Ricardo Bartis con "El pecado que no se puede nombrar".
La directora del Festival de Viena encuentra que hay dos tendencias en la escena porteña. "Una -sostiene-, remite a la década del ochenta con un universo onírico, casi surrealista, muy bien montado; es el caso de "Cinco puertas" o "El experimento Damanthal". La otra, con exponentes como Rafael Spregelburd o Federico León que, estéticamente, plantean una forma de realismo con buenos momentos de ruptura. En Berlín vi varios trabajos argentinos que funcionaron muy bien. Eso generó que varios programadores quisieran venir." A su turno, la representante de Bruselas aporta sus impresiones sobre su primera visita a Buenos Aires:"Estoy muy impresionada porque, a pesar de la falta de medios e infraestructura, hay una generación que pisa muy fuerte y que merece ser apoyada y respetada. En teatro me llamó la atención que los que hacen las puestas sean los que las escriben. Por otra parte, en esos textos se adivina una tradición freudiana en el gusto por lo onírico".
El español repara en los espacios. "Tienen un sabor muy potente -apunta-. Toda esa gente trabaja mucho con el corazón y con una energía muy fresca." "He visto dos o tres cosas que me gustaron mucho -agrega Abel Carrizo Muñoz, director del Festival de Nuevas Tendencias de Chile-, como "Cinco puertas", "Todos contentos" y las coreografías del grupo Nucleodanza." Opiniones coincidentes y divergentes. De todo en la viña del teatro nacional visto por estos extranjeros. De todos modos, el chileno hace eje en un aspecto que juzga fundamental: "En los teatristas locales hay mucho rigor y una enorme pasión. Dos aspectos que no se encuentran en muchas ciudades del mundo".
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=155457