viernes, 10 de septiembre de 1999

Trisha Brown, sello de la vanguardia

Viernes 10 de septiembre de 1999 | Publicado en edición impresa

Una luminaria para el Festival Internacional: el 25 se estrenará "Solos"

Trisha Brown

Trisha Brown nunca vino aquí. Ni aun ahora, porque será Kathleen Fisher, bailarina de su compañía, quien interpretará su solo "If you couldn´t see me" en el Festival Internacional de Buenos Aires. Será la primera vez que el público argentino verá una obra de esta coreógrafa, una de las figuras más renovadoras de la danza norteamericana y, por ende, de la mundial.

A los 62 años, con su voz suave, cálida, casi tímida por lo susurrante, continúa en esa investigación sin cuartel que la convirtió en punta de lanza del movimiento posmodernista de las décadas de los 60 y 70.

Ni mito ni leyenda: Brown es el pivote que rompió esquemas cuando esta corriente florecía en la Judson Memorial Church neoyorquina, ámbito para que lo experimental diera un giro de 180 grados en la danza. Sus obras hicieron escisiones radicales con el pasado y alientan a la apertura hacia el futuro.

Según etapas, fue abriendo distintas puertas, todas para que se desvanecieran límites y convencionalismos. En este sentido, como eslabón primordial de una cadena entre lo anterior y el porvenir, Trisha contribuyó a que la danza tuviera más elementos y a impulsar a las siguientes generaciones a seguir los vericuetos de su imaginación sin ponerle fronteras a la creatividad.
"Siempre tuve miedos"

En su trayectoria, todos fueron desafíos. Sin embargo, calma y natural, dice en diálogo telefónico con La Nación que todavía tiene miedos: "Siempre los tuve. Inclusive con la obra que presentaré allá. Tenía mucho miedo de hacer una pieza que me mostrara constantemente de espaldas al público. Temía que la reacción de los espectadores fuera, literalmante, que deseaba darles la espalda, ignorarlos. Fue difícil para mí, porque mi sistema de comunicación está en la parte del frente del cuerpo".

Explica que "actuando, miro hacia la oscuridad del escenario, no a la platea, en tanto que la gente ve otras cosas, nuevas interpretaciones de quien soy y, finalmente, tienen una nueva perspectiva del cuerpo y del movimiento. Resultó interesante trabajar de esta manera, con la música de Robert Rauschenberg". Al nombrarlo, pregunta cordialmente: "¿Lo conoce?" Claro que sí: Rauschenberg es uno de los más importantes compositores de la música contemporánea norteamericana y muchas de sus obras fueron inspiración para popes de la vanguardia, como Merce Cunningham, con quien Trisha estudió, luego de aprender las técnicas de Martha Graham y José Limon.

El compositor Louis Horst, muy anexado a Graham, fue su primer maestro de composición, pero John Cage (cuyas partituras se alían a casi todo el repertorio de Cunningham) fue quien le abrió otra visión.
Sempiterna cuestionadora

"En el principio, con Horst comencé un método tradicional de danza. Era muy estricto como profesor y se ajustaba a formas musicales demasiado clásicas; yo quería algo más contemporáneo. Insistía en la existencia de una estructura coreográfica racional e incorporé cómo hacer una creación artesanal. Pero tres años después, cuando asistí a una conferencia de Cage, mis conceptos variaron. Desde entonces me he convertido en una investigadora, en el mal sentido de la palabra. No ceso de preguntarme cuál es el gesto apropiado; no hago lo que hace otra gente. Sólo me pregunto qué es o qué debería ser. No es la coreografía la que hace la danza; la danza tiene un lenguaje; habla por sí misma. Es ahí donde interactúan la coreografía, la música, las artes visuales. Por ejemplo, no hay muchas personas que vean lo que hay de literario en ella, u otras cosas. Todo esto es lo que trato que la gente perciba."

Entre techos y balsas

Desde sus inicios, Brown ha trabajado en espacios no convencionales, montando obras en balsas sobre lagos; en terrazas, como ocurrió en "Roof", en la que dispersó a los bailarines en distintos techos de edificios de Nueva York; en enormes tubos colgando de cuerdas de una construcción, donde sus intérpretes se vestían y desvestían, o, como en "Walking down the side of the bulding", en la que el elenco se deslizaba desde lo alto hasta la vereda sobre la fachada de una casa de siete pisos. Dice trabajar en ciclos: "Llegué a diez, cada cual enfocado en algo diferente. Siempre estoy explorando terrenos desconocidos y creando un nuevo vocabulario".

Hizo obras en las que impulsaba al público a gritar; otras, en las que de la inmovilidad absoluta, similar a la rigidez mortuoria, pasó a las más violentas explosiones de energía. Hubo varias piezas en las que la repetición acumulativa de una misma estructura era la base, desde la primera, que duraba cuatro minutos, hasta otra que bailó en silencio durante 55 minutos. "Me importaba conservar la claridad e independencia de cada movimiento, en tanto que en la repetición los módulos van fundiéndose hasta llegar a la unidad".

Un concepto que refleja sus ideas es el de la improvisación estructurada. "Me interesa el movimiento puro, ni funcional, ni pantomima. Si se apagan las luces y se da vueltas en redondo, eso no será más que una catarsis, una terapia. Pero si se inventa una estructura, si se elige utilizar X, Y o Z de cierta manera; si se quiere ir sólo hacia adelante, permanecer en silencio, realizar 196 gestos antes de tocar la pared del fondo, entonces esa improvisación tendrá límites tangibles".

Al lado de los grandes

A sus trabajos con Cage, Laurie Anderson y otras personalidades, hay que agregar su labor, como coreógrafa e intérprete, de "Carmen", dirigida por Lina Wertmüller. Recientemente creó "M.O", sobre "Musical Offering", de Bach, que "tiene patrones de movimiento que visualizan a través de la danza las figuras musicales de la partitura, como cánones y fugas, en movimientos de gran dinámica".

En 1998 presentó en el Teatro de la Monnaie, de Bruselas, su puesta de la ópera "Orfeo", de Monteverdi. Este año lo hizo en Nueva York. También recientemente estrenó "Five part Weather Invention", con música del jazzero Dave Douglas.

"Seguir buscando es mi premisa. Siempre traté de hacer obras de construcción sólida, abstractas, sin que reflejen un pensamiento. Cunningham y Cage demostraron que podían trabajar separadamente y que, sin tener un hilo que los relacione, los dos lenguajes, el musical y el coreográfico, se juntan. En el medio de esto hay un área con muchas posibilidades interesantes que no han sido exploradas. Es lo que ahora estoy tratando de hacer". .

Silvia Gsell

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/152927-trisha-brown-sello-de-la-vanguardia

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