domingo, 26 de septiembre de 1999

La magia más clásica

Domingo 26 de septiembre de 1999 | Publicado en edición impresa

Eleonora e Iñaki, pareja de excepción para dar vida a esta ejemplar "Giselle". Foto: Patricia Di Pietro

Espectáculo coreográfico. "Giselle", música de Adam, coreografía de Gustavo Mollajoli según el original de Coralli/Perrot-Petipa. Con Eleonora Cassano, Iñaki Urlezaga, Silvina Perillo y el Ballet del Teatro Argentino de La Plata dirigido por Raquel Rossetti. Director de la Orquesta Estable del Teatro Argentino:Carlos Calleja. Luna Park.

Nuestra opinión: excelente.

n clásico del calibre de "Giselle" es siempre un desafío tanto para los protagonistas como para el cuerpo de baile. Sobre todo, si se trata de una pareja, Eleonora Cassano e Iñaki Urlezaga, que baila junta por primera vez y que, en el caso de ella, debuta haciendo los dos actos (hace tiempo hizo sólo el segundo).

La puesta en sí fue un reto, ya que aquí también tiene importante desempeño el cuerpo de baile, sobre todo, el femenino. La mezcla de artistas de nivel internacional, con Silvina Perillo, solista del Teatro Colón, y el Ballet del Teatro Argentino de La Plata resultó un boom .

Eleonora se jugó en un papel temido y codiciado. Ultimamente no había interpretado obras integrales clásicas, y ésta es de esas que marcan una carrera. Es la cumbre para desarrollar las facetas de la expresión y todo el caudal técnico. El estilo romántico impone naturalidad al difícil e intrincado tecnicismo; nada hay de divismo ni de pirotecnia, sólo estética, sensibilidad y danza muy sólida, en la que no debe notarse el esfuerzo.

El personaje que da título a la pieza se desglosa en dos según actos. Radiante, impetuosa, perfecta en la variación de puntas, Cassano hace enorme impacto en la escena de la locura del primer acto. Es una artista que ha madurado para llegar a las fibras más íntimas que contiene en su corazón.

Ahora las expone como nunca, hurgando en todos los matices. Aunque dramática, no es exagerada en la tragedia. Impresiona porque hace creíble la repentina demencia de Giselle, a partir de la desesperación de ser engañada por su enamorado. Sus ojos miran al vacío, brillosos de lágrimas, en tanto que suavemente realiza aquellos pasos que le recuerdan los instantes felices junto a Albrecht. Pero sus manos tiemblan, su cara está lívida, su angustia no es actuada. En este fragmento, como en cada cuadro del primer acto, está soberbia.

Leve como pluma

Luego pasará al segundo en el que, como un espíritu, salva a su amado de la muerte. Más que fantasmal, su idea de esta parte es exhibir dulzura y tenue tristeza. Incluso, hay una soslayada pasión. Etérea y diáfana, sus variaciones, de alto vuelo técnico, tienen una endemoniada lentitud como para que, si hay alguna falla, se note de inmediato. Su técnica supera cualquier riesgo y, asimismo, tiene emotividad. El inmenso sentimiento de Giselle perdona la traición y Cassano lo demuestra con creces, desde que aparece saliendo de su tumba hasta que se une, en volátiles pas de deux, con Albrecht.

Iñaki Urlezaga, el platense que ocupa el rango de primer bailarín del Royal Ballet de Londres, es un artista consumado. Con sus 23 años ha pulido su técnica hasta llegar a la maestría en ciertos fragmentos, como los interminables entechat six del segundo acto.

El desarrollo que hace de su personaje, interpretativamente hablando, es excepcional. De los primeros momentos, cuando transforma sus modales de noble en los de un campesino, en una versión fresca y fogosa de Albrecht, hasta el segundo acto, cuando recobra el porte majestuoso a la par que traduce profundo dolor y arrepentimiento, es un ideal.

Artista consumado

Por otro lado, la potencia de sus solos y coda, la perfección en las preparaciones, terminaciones; la excelencia de sus cuantiosos giros y la línea que adhiere espontáneamente al estilo lo convierten en un prototipo del papel. Sin exhibicionismos, su escuela, puramente inglesa, tiene virtuosismo, elegancia y naturalidad. Fabuloso partenaire, Iñaki ha crecido a pasos agigantados. Más que una estrella, hay que decir que es un gran artista que desnuda su interior con serena entrega.

Brillante, dominando el meollo de su personaje, Silvina Perillo encarna a la reina de las willis con supremacía. Esta bailarina interpretó en el Colón tanto a la tierna y bondadosa Giselle como a la maléfica Myrtha. En esta ocasión, se superó a sí misma confiriendo energía, frialdad y pasmosa técnica a este personaje, con el nivel de una primera figura.

Ejemplar fue la labor del cuerpo de baile femenino en el acto blanco, con una homogeneidad y certeza en el estilo que denota el conocimiento y la disciplina aplicada por la directora delBallet del TeatroArgentino,Raquel Rossetti. En el Pas de Paysans, fue luminosa la interpretación de Caroline Queiroz y Christian Pérez en el Pas de Paysans.La versión, de Gustavo Mollajoli, repuesta minuciosamente, se luce al máximo.

Silvia Gsell

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/154952-la-magia-mas-clasica

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