El reconocido intérprete visitó la redacción de Hoy, donde habló
sobre el arte, la vida y Yepeto, la obra de teatro que mañana lo
traerá a La Plata, ciudad donde comenzó su formación actoral
El reconocido actor Manuel Callau (Gasoleros, Mujeres Asesinas,Lo que el tiempo nos dejó)
visita la redacción de Hoy, vestido con remera deportiva, pantalón verde
y zapatillas al tono. “¿Hay mate?”, se inquieta, antes de sentarse y comenzar a recordar, por impulso propio, los momentos que lo unen a La Plata:
“Viví épocas
gloriosas del comedor universitario durante los ‘70; recuerdo que la policía entraba con los caballos y los cocineros los
corrían tirándoles ollas de sopa. En esta
ciudad estudié teatro hasta el ’73, cuando
me tuve que ir porque empezaron las
amenazas”. Pero mañana regresará una
vez más para interpretar Yepeto –junto a
Abahí Gadda y Francisco González Gil-,
la comedia dramática de Roberto Tito
Cossa, que ahora dirige Jorge Graciosi.
En diálogo con este medio, Callau habla
sobre la obra, el arte y su compromiso
como actor, con causas como el siniestro
de Once.
Yepeto
En esta obra que mañana, desde las
21.30, subirá a escena en el Teatro La
Nonna (47, esq. 3), el intérprete se pone en
la piel de un escritor y docente maduro,
enamorado de una joven estudiante de literatura, que a su vez es novia de un joven
deportista.
-¿Qué agrega esta versión, a la original, de Tito Cossa?
Lo novedoso es el protagonismo de la
mujer; porque en la primera versión ella
era mucho más pasiva, objeto de lucha
entre los personajes masculinos. Pero en
ésta, la mujer opera en esa realidad, no es
transformada por los otros. Además, ésta
interpretación tiene mucho más humor,
mezclado con el drama y eso es algo identitario del Río de La Plata.
Su personaje, también es netamente
rioplatense: “es un enamorado de la vida,
un tipo al que le gusta todo lo que sea vital,
que se apasiona por todo –la bebida, la escritura, las mujeres-, y también por la defensa de causas que nos hacen mejores
personas”.Arte comprometido
-En ese sentido, se emparenta con
usted, que es un actor que defiende esas
causas…
Yo pertenezco a una generación que
entendía que su destino era cambiar el
mundo, aspirábamos a la transformación
de este sistema que aún hoy no le puede
resolver los problemas al hombre. Es imprescindible reelaborar nuevos paradigmas, porque no puede ser que los presidentes se elijan como una mayonesa y
digan que van a hacer una cosa y después
se den el tupé de decir “si yo hubiese dicho
lo que iba a hacer, no me votaban”. Y el
arte no puede sustraerse a esto que ocurre; el arte implica una transformación y
si intentamos concitar la atención del público, cuando el pueblo tiene sus dificultades debemos aparecer, tenemos una
responsabilidad muy grande con la comunidad a la que pertenecemos.
-Y esa responsabilidad usted la ha
hecho palpable en causas como la de
Once, a la que acompañó desde un primer momento…
Yo aspiro a entrar en armonía con la
comunidad a la que pertenezco. Entonces,
tenés que ser muy insensible para no
estar del lado de la gente cuando sufre;
cómo no voy a estar cerca de la gente inundada de La Plata; cómo no voy a estar
al lado de la gente de la tragedia evitable
que pudo ser Once o Castelar. Hay que
comprometerse, nos tenemos que hacer
escuchar, porque sino nos convertimos
en rebaño y yo no sirvo para eso.
Algo más que un actor
Además de la actuación, Manuel Callau ejerce como docente en su Escuela de Teatro ‘El descubridor’ (CABA);
acaba de dirigir la obra Marx en el Soho, en la que el actor
platense Carlos Weber encarna la figura del filósofo alemán
durante su vejez y dotándolo de rasgos desconocidos.
También, es uno de los protagonistas, junto a Ana María
Picchio, del filme Cuando yo te vuelva a ver (2013), en el
que el cineasta Rodolfo Durán propone una reflexión sobre
el amor a partir del reencuentro entre dos personas maduras.
A su vez, Callau confió que está “tomando cursos de timonel, entre estas cosas va mi vida”, detalla, y añade que,
por el momento, su trabajo se abocará al teatro y al cine,
“porque de la televisión no me llaman, debe ser que estoy
envejeciendo”, bromea.
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