Martes 04 | Junio 2013
No te vistas de amarillo en la Sala Discépolo
"El enfermo imaginario" de Molière contraataca. Esta vez en una versión del director y actor platense Carlos Moreno, que mantiene intacta la magia de la comedia.
Por Clarisa Fernández
La palabra farsa proviene del latín farcire, que quiere decir “rellenar”. Se le puso ese nombre a las obras de comedia que se representaban en los intervalos de los grandes dramas, que eran los géneros más legitimados en la Edad Media. Afortunadamente hoy, cuatro siglos después, la risa no es un tema menor y la comedia tiene un lugar valorado en el repertorio teatral nacional. ¿Qué mejor que reírse de las propias miserias y dar rienda suelta a la exageración y al ridículo? Basta de pompas, de protocolos y ceremoniales: llegó la hora de cortar con el drama y especular con la realidad, darla vueltas patas para arriba, crear situaciones y personajes dantescos que desestructuren y nos permitan reírnos de lo prohibido y lo sagrado.
Eso pensó el grandioso Molière (Jean-Baptiste Poquelin), cuando a mitad del siglo XVII se burlaba de todo lo que le causaba gracia a través del teatro. Cansado de la religiosidad y de las buenas costumbres, atravesó su época construyendo relatos inapropiados que le valieron desprecios e idolatrías. El Rey Luis XIV lo quiso y lo odió, fue echado, censurado, homenajeado y privilegiado. A pesar de estos vaivenes Molière siguió dando sus funciones en privado y llevó su política hasta el final, ese final que clavó una estaca en la historia del teatro universal: El enfermo imaginario.
Corría el año 1673 y Molière estaba postrado en una cama arriba del escenario, actuando de enfermo, en la que sería, literalmente, su última función. Hacía de enfermo y lo estaba de verdad. En esa cuarta función de El enfermo imaginario sufrió un ataque en plena actuación: murió en su casa rato después. Paradójicamente, Molière se burlaba de los caprichos y manías de un hombre rico que se hacía el enfermo para tener el mundo a sus pies, y cuya paranoia e hipocondría llegó al extremo de querer casar a su hija con un médico sólo para tener un doctor (con plata) en la familia.
Carlos Moreno, director, actor y docente teatral platense, retomó al personaje molieresco y lo puso en el escenario de la Sala Discépolo de la Comedia de la Provincia. A Moreno trayectoria no le falta: dirigió en teatro a grandes como Darín, Fanego, Calvo, Mirás, Bidonde, Picchio y Garzón (entre otros). Actuó en varias obras de teatro, en televisión y como docente creó su propio estudio junto a Lito Cruz.
No es la primera vez que Moreno trabaja con Molière y con El enfermo imaginario: ya había actuado y dirigido Don Juan, otra obra del francés. En El enfermo… la historia mantiene su tono hilarante, lo que se evidencia con la constante risa de los espectadores. Argán, el enfermo interpretado por Emilio Rupérez, es tan ridículamente hipocondríaco y caprichoso que vuelve inevitable la carcajada. La criada Antoñita (Carolina Painceira) se lleva todos los premios: frontal, cuasi heroína, ignorante en “lo culto” pero sagaz en la vida. La esposa infiel y ambiciosa (Alejandra Bignasco) quiere que Argán se muera para disfrutar su fortuna con el notario (Marcelo Allegro), y apoya los planes del insaciable Doctor Purgón (Diego Aroza), que sólo quiere llenar al enfermo de enemas que le generan repetidas flatulencias. Una mención aparte merece el candidato médico que Argán quiere encajarle a su hija (Oscar Ferreyra) y el padre de éste (Javier Guereña). Juntos conforman la farsa por excelencia, representan la postura pomposa que vive en su cuadrado de prejuicios y arneses ridículos que les impiden ser ellos mismos para representar un rol dentro de otro rol. Angélica, la hija buenuda (María Laura Albariño) y su amado Cleanto (Luciano Guglielmino), completan el mapa burlesco.
La escenografía de Daniel Feijóo permite un movimiento dinámico y vivo a la puesta, resaltando el ritmo habitual de las comedias clásicas. Entradas y salidas, espiadas y traiciones crean un mejunje difícil de combatir. La clásica advertencia de “no vestirse de amarillo sobre un escenario porque es mala suerte” tiene su origen en la anécdota medieval: Molière estaba vestido de amarillo cuando sufrió el ataque. Pero este magistral dramaturgo francés dejó algo más que supersticiones: un vasto número de obras de teatro que se interpretan una y otra vez, porque su vigencia nunca se extingue.
EQUIPO DE EL ENFERMO IMAGINARIO
Puesta en escena y dirección general: Carlos Moreno- Elenco: Emilio Rupérez, Javier Guereña, Carolina Painceira, Alejandra Bignasco, Fabio Prado González, Oscar Ferreyra, Diego Aroza, Luciano Guglielmino, María Laura Albariño, Marcelo Allegro, Magdalena Salotti- Escenografía: Daniel Feijóo- Vestuario: Alejandra Espector – Iluminación: Gastón Díaz – Musicalización: Carlos Moreno – Asistencia de dirección: Carolina Otero.
Comedia de la Provincia de Buenos Aires. Sala Armando Discépolo (calle 12 entre 62 y 63)
Funciones: viernes y sábados 21 hs- domingos 20 hs.
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