ENTREVISTAS / Belén Blanco acaba de estrenar un filme que se rodó en París donde interpreta un personaje tan sórdido como intenso. Relativiza su fama de “chica rara” y cuenta cómo resuelve las escenas de sexo.
04.02.2013 | 23.11
Por Denise Tempone
Lejos, lejísimos de “Amelie”, a meses, a años luz de “Antes del atardecer” y a millas de distancia de “Los soñadores”, París puede ser desesperante. A Belén Blanco (35) le divirtió indagar en las sombras de la ciudad de la luz y aceptó el proceso de desalmar París, de desangelarlo y volverlo hostil. Guiada por el director Sergio Mazza y actuando junto al francés Antoine Raux, Belén se carga al hombro una historia sobre existencias dañadas, sobre pérdidas, y también sobre ser una “sudaca” en Europa.
En el filme, ella encarna a una mujer que acaba de pasar por un aborto y llega dispuesta a armar una vida nueva, a renacer de sus cenizas, si es que su tristeza y su soledad se lo permiten. Allí se encuentra con un hombre, Jérôme, que acaba de perder a su hijo. Aunque la comunicación y la empatía entre ambos es nula, nace una extraña relación como intento de sortear sus respectivos trances. Y en el medio está París, desprovista de todo glamour y destello.
Lejos de semejante opresión cinematográfica, acá, en Buenos Aires, Belén sonríe relajada mientras toma una gaseosa en plena tarde, en un bar de Nuñez, cerca de su casa. “Con estas cejas es difícil que haga de Maru Botana”, bromea cuando se le pregunta por la densidad del personaje. Su mirada es tan intensa como la del ser que encarna, pero nada en ella parece muy grave, pesado o, como suelen decirle a su pesar, oscuro. “Que tenga esta apariencia no significa un carácter o un comportamiento determinado, no significa un estado de animo. Tal vez es una energía pero no sé…”, reflexiona intrigada. “Hay una cosa de los personajes que uno elije pero el personaje también lo elije a uno. Cuando yo elijo algo es porque lo veo interesante, no lo pienso en términos de oscuro o lumínico. Ser actor es eso, explorar todos los matices”, reflexiona.
-¿Qué viste de interesante en María, tu personaje en “Graba”?
-Su necesidad de amar y su imposibilidad al mismo tiempo. Ella está destruida y necesita un contacto pero ese contacto no implica un encuentro. Tiene un acercamiento con Jérôme, dueño de la casa en la que alquila un cuarto, pero es un acercamiento estéril, o no. No lo sabemos. Cada uno interpretará qué sacan ellos de ese vínculo. No es una película convencional, cerrada, procesada. Exige que el espectador termine de darle un sentido.
-¿Sentís que vos sabés exactamente lo que le pasó a tu personaje? ¿Sos la clase de actriz que sabe todo sobre lo que está haciendo?
-Yo siento que en este caso sí. Sé qué le pasaba a María. De hecho, hicimos un ejercicio muy divertido con el director para entrar y salir de ella en cuestión de segundos y una serie de rituales para empezar a sentirla.
-Por ejemplo…
-No hablar con nadie durante días. Me aislé mucho. No disfruté para nada la vida social de París (risas)
-En la película hay escenas de sexo muy fuertes fuertes, con desnudos frontales y una exposición completa y cruda ¿Por qué aceptaste hacerlas?
-Justamente porque en esos encuentros es donde más se percibe la soledad de ambos, la frialdad. Hay algo duro, mecánico, animal, utilitarista en la manera en que ellos tienen sexo. No creo que eso necesariamente esté mal o sea inútil, solo es el modo en que ellos se encuentran. No es el sexo católico del amor, la familia y la procreación, es otra cosa. Creo que en un punto los dos se perciben como objetos, como palos, como bastones, que van a usar para intentar salir de ese mal lugar en el que están. No sé si buscan amor, ni siquiera creo que ella pueda considerar buscar amor. Ella está muy resuelta en lo que va a hacer de su vida.
-La historia es sexo, es París, son desconocidos, pero no hay nada sexy ni romántico en eso…
-(Risas) Exacto. Eso es lo que más me interesó de la película. No sé, se suponen muchas cosas, se supone que uno tiene que ir enamorado a París, yo nunca estuve enamorada en París y cuando estoy enamorada, me da lo mismo París o Devoto (risas). Me gusta que la película ponga el acento en ese tipo de sexo, que existe, que es hasta cierto punto intrascendente pero que es la manera en que ellos buscan para sentir algo, porque están muertos por dentro. En ese sentido escapa a todo cliché, y que sea en París es aún mejor.
-¿Cómo se filman semejante escenas?
-Lógicamente no se pueden ensayar y la tensión es más fuerte cuando se trata de un desconocido. Trabajamos muy poco con el actor antes de rodar. A veces filmábamos sin parar, doce horas de sexo. Había cosas inevitables, como la transpiración, por ejemplo, que es muy invasiva. Eso lo sentís y no sabes como llevarlo, aunque hagas mil chistes en todos los idiomas.
-En la película se toca el tema del aborto ¿Cuál es tu posición al respecto?
-Estoy absolutamente a favor. Me parece que debería ser legal y accesible. De hecho, me he sumado a campañas públicas apoyando la causa. Me sorprende que aún haya gente que no esté a favor o que use los famosos “depende”.
-¿Cómo te llevás con la política?
-Yo tengo mi postura política pero me parece que no hace falta ser partidista. Desde el rol del actor, el trabajo social es muy importante y uno lo puede hacer a través de su arte. No puede ser que no pueda hablar de cine sin decir mi postura partidaria. Hay cosas de este gobierno que me parece que están muy buenas y que son muy valientes de parte de Cristina. En proporción es más lo que me gusta que lo que no me gusta pero eso no me define cien por cien, por eso evito el tema.
-Estuviste trabajando en España ¿Cómo viviste la crisis europea? ¿Fue comparable a la nuestra en el 2001?
-Sí, creo que es una crisis comparable a la nuestra. Yo no puedo hablar porque no soy española pero creo que están mal, están muy mal. Ahora se nota más. Como argentina yo lo viví diferente, tal vez porque ya tenía experiencia en eso. Pero yo noto una diferencia fundamental entre la sociedad española y la nuestra y es que nosotros estamos como más metidos con los temas de la política, tenemos más opiniones, hay más discusión, más debate. Tal vez a ellos también les provoque eso. Ojalá.
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