domingo, 21 de mayo de 2006

Una limeña en La Plata

La obra de Sciammarella, en la estimable versión que está presentando el Teatro Argentino

Domingo 21 de mayo de 2006 | Publicado en edición impresa LA NACION

Comedia "Marianita limeña", de Valdo Sciammarella.
Texto: Francisco Javier. Con Laura Penchi, Patricia González, Virginia Correa Dupuy, Carlos Natale y Rubén Martínez, entre otros. Régisseur: Carlos Palacio. Escenografía: Víctor De Pilla. Vestuario: Alicia Gumá. Iluminación: Juan Carlos Greco. Ballet "El amor brujo", de Manuel de Falla. Coreografía de Esperanza Duch y la voz de Gabriela Cipriani Zec. Orquesta y Ballet Estables. Directora: Cristina Delmagro. Director musical: Carlos Calleja. Teatro Argentino de La Plata.

Nuestra opinión: muy bueno

"Marianita limeña", de Sciammarella, se afianzó entre las obras líricas nacionales más representadas al formar parte de un espectáculo mixto con el ballet "El amor brujo", de Manuel de Falla, que conformó la segunda manifestación de la temporada del Argentino de La Plata. Teniendo en cuenta el estreno de 1957 en el Alvear y que le valió el Premio Nacional 1958, su inclusión en el Festival de Bruselas en 1958, la exhumación en el histórico escenario del viejo Argentino y las versiones en el Teatro Colón y en el San Martín, se trata de un titulo afortunado. El motivo básico, ser una obra musical valiosa, hábilmente construida por un compositor de sólida formación e innegable capacidad creativa como para lograr muy inspirados momentos. En el caso de "Marianita", pudo plasmar muy bien la atmósfera hispánica de la historia colonial de América.

Un sistema armónico de rica variedad con fidelidad constante a no dejar de lado la riqueza de los timbres orquestales y la utilización de las voces solistas como instrumentos que se agregan al carácter concertado de la partitura, constituyen las características más destacadas de la creación de Sciammarella, cuya audición provoca gran placer. Del mismo modo, como ocurre en otras obras de su catálogo, se escucha la alternancia de lo dramático con lo risueño siempre en una cuidadosa concordancia musical con la significación de las palabras del libreto.

La versión ofrecida por Carlos Calleja desde el podio fue respetuosa en las dinámicas y en la traducción de la atmósfera musical de un modo global, esta última lograda a partir de un muy buen rendimiento de la orquesta del Argentino y del serio trabajo previo. Allí se advirtió la mano de un buen equipo de maestros internos, de la mano de Eduviges Picone, aunque las voces de los cantantes no rindieron desde el punto de vista del volumen en la forma esperada. En cambio, los cantantes lograron delicadeza y musicalidad en todos los conjuntos.

La escenografía, vestuario e iluminación fueron muy acertadas y la régie de Palacios buscó movilidad de los personajes, pero se inclinó por remarcar con mayor fuerza detalles indigenistas que el clima castizo y colonial de la época, en especial cuando se está en el convento de Santa Clara en la época virreinal, criterio que no perjudicó el objetivo de crear un espectáculo de mayor enjundia del que en realidad conlleva una obra camerística como "Marianita". El público brindó un sostenido aplauso.

Un amor sin espectro

En la segunda parte se vio el muy alto rendimiento del Ballet Estable que tiene a Cristina Delmagro como su directora. De otro modo, no hubiese sido posible lograr un conjunto tan homogéneo y plástico como el que se vio con esta versión de la obra de De Falla. Atractiva la puesta de María José Besozzi, buena la coreografía de Esperanza Duch, a pesar del error de crear un espectro, a cargo del bailarín Gustavo Marchioni, despojado de la irrealidad imaginada por la falta de iluminación espectral.

Entonces, por más que Carolina Queiroz y Christian Pérez con María Fernanda Bianchi bailaran con idoneidad los personajes centrales, la obra lució por la versión orquestal de Calleja y por la estampa visual del colorido conjunto, y no por el logro acabado del sombrío sortilegio ni por el estilo y garbo del baile andaluz. La voz de Gabriela Cipriani Zec se escuchó distante. De todos modos el Argentino avanza por un camino positivo, porque se palpó la bondad de un trabajo serio, sensación que se reflejó en la alegría y orgullo que emanó del público platense.

Juan Carlos Montero
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=807789

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