"El suicidio. Apócrifo 1", de Daniel Veronese y Ana Alvarado, en colaboración con los actores. Con Guillermo Arengo, Alejandra Ceriani, Laura Valencia, Julieta Vallina y Fernando Llosa. Escenografía y objetos: Alejandro Bracchi y Carolina Ruy. Vestuario: Roxana Barcena. Iluminación: Alejandro Le Roux. Dirección: El Periférico de Objetos (Ana Alvarado, Daniel Veronese y Emilio García Wehbi). Funciones los viernes y sábados, a las 21, en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034).
Nuestra opinión: bueno
Nuevo espectáculo de El Periférico de Objetos, uno de los grupos más sólidos de la escena local y el de mayor proyección internacional. El décimo montaje de su larga trayectoria se llama "El suicidio. Apócrifo 1", una obra de Daniel Veronese y Ana Alvarado, en colaboración con los actores.
La pieza indaga en el momento en que una mujer decide terminar con su vida. El hecho dispara hacia otras reflexiones sobre el suicidio en sí mismo, sobre el teatro y sobre la situación de nuestro vapuleado país. Justamente, cuando estrenaron este espectáculo en el festival Teatro del Mundo, de Alemania, y Aviñón, de Francia, el paralelismo entre la crisis actual y esta obra fue uno de los aspectos que más claramente señalaron las elogiosas críticas extranjeras.
Analizando el mismo espectáculo con ojos locales, esa asociación no es tan clara (o, probablemente, un tanto forzada). Es cierto también que el trabajo posee una dramaturgia confusa que intenta abarcar al mismo tiempo demasiados temas y niveles de relato. Hasta el grupo utiliza un video que, por su ubicación tan distante a la platea como por lo que intenta contar, aporta poco. Aun así, en algunas escenas (básicamente en la centrada en el tema del suicidio) la puesta posee una contundencia demoledora.
Porque realmente aplasta esa delicada línea que maneja el grupo entre una conferencia sobre los móviles del suicidio y la ficción de una mujer que ingiere ocho pastillas para sentir en su propio cuerpo la sensación de estar acabando con su vida. Conmueve ver a esos intérpretes en ese borde de actuación plagado de emociones contenidas, contrariadas y que se potencian entre sí. Perturba ver a los cuatro actores en ese constante juego de actuación y no actuación.
Si a lo largo de los 13 años de trayectoria la marca de este grupo fundado y dirigido por Ana Alvarado, Daniel Veronese y Emilio García Wehbi es la manipulación de objetos, aquí casi no hay objetos. A lo sumo, los objetos manipulados son los cuatros actores (Guillermo Arengo, Alejandra Ceriani, Laura Valencia y Julieta Vallina, todos estupendos).
Son ellos los que no sólo disponen de sus cuerpos en una extenuante entrega, sino que laten a lo largo de esta experiencia teatral. Son ellos los que moviéndose frenéticamente con la música de Saint Germain o Fat Boy Slim (excelente selección musical), o exponiendo con una extraña frialdad datos biológicos, históricos o fotográficos sobre distintos suicidios, instalan un hecho teatral fragmentario, de constantes climas y quiebres.
Por momentos, los actores habitan la escena como si fueran conejitos de indias que siguen las consignas casi caprichosas de un "especialista" (sobrio trabajo de Fernando Llosa) que, parapetado detrás de un vidrio, expone a estas criaturas a sensaciones ubicadas en ese borde entre la vida y la muerte. Una delicada línea roja sin golpes bajos, sin sangre, sin heridas abiertas. A lo sumo, en el escenario está la impresión de la muerte, sus gestos, sus íntimas muecas, la última foto antes del último latido en un trabajo con una intensidad dramática e interpretativa muy alejada de la actuación tradicional. De hecho, los cuatro actores salen y entran de las diversas situaciones con notable facilidad, hasta se distancian del drama apelando a un humor negro que es otro de los signos del grupo.
Quizá por estos motivos (seguramente hay más) el trabajo desconcierta, deja al espectador malparado sin saber exactamente qué está ocurriendo en términos lineales. Quizá no importe. El desconcierto debe ser la primera reacción que se tiene ante la contundencia de alguien que quiere acabar con su vida. "El suicidio" no tiene la contundencia que tuvieron otros espectáculos del grupo. De todos modos, es una cita inquietante.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=441826
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