viernes, 25 de abril de 1997

La dramaturgia aplaudió su ley

Ecos: la gente del ambiente se movilizó para respaldar la insistencia en la ley del sector, que había sido vetada por el Presidente.

Viernes 25 de abril de 1997 | Publicado en edición impresa

Nuevamente la ovación llenó las instalaciones del Parlamento argentino cuando tanto diputados como senadores aprobaron la insistencia a los artículos observados por el Poder Ejecutivo, que se referían exclusivamente a los recursos económicos del flamante Instituto Nacional del Teatro, y convirtieron definitivamente al proyecto en ley.

Allí estaban, en las galerías y en la calle, como nunca, los actores, directores, autores, escenógrafos, productores, estudiantes. La lista es extensa, pero no sería exagerado decir que estuvieron todos y los que no, porque no estaban en la ciudad.

"Nosotros somos así -dijo Alejandra Boero-. Cuantas más vallas nos ponen, más nos fortalecemos".

El Poder Ejecutivo había observado los incisos "e" y "f" del artículo 19 y el artículo 27 de la ley 24.800.

El primero de los incisos, el más cuestionado por las asociaciones televisivas y radiales, señalaba que un 8 por ciento de las recaudaciones del Comfer iban a ser transferidos automáticamente al instituto.

Por aprobación de los diputados, el tema de las observaciones fue tratado en tablas en la última sesión. Allí volvió a repetirse el respaldo de los legisladores. Sus palabras reiteraban el profundo análisis que se había realizado sobre el proyecto, negando cualquier posibilidad de improvisación o de reparos anticonstitucionales.

Los discursos de los diferentes bloques insistían con el proyecto original que se pueden sintetizar en el de la diputada justicialista Irma Roy. Con cierta emoción, ratificó sus raíces artísticas y señaló la necesidad de sacar al teatro argentino del oscurantismo medieval en el que está sumergido. "Con mucho dolor _expresó_ tengo que decirle no al Presidente y sí a la Ley del Teatro".

Esta respuesta provocó la ovación de las galerías; manifestación que se reiteró cuando por casi unanimidad los diputados insistieron en mantener los artículos cuestionados.

Mientras tanto en la avenidad Rivadavia, se seguían sumando los representantes del quehacer teatral, que se hacían escuchar al son de los bombos, reclamando la sanción de la ley.

No habían terminado las expresiones efusivas cuando los visitantes fueron advertidos de que, por una deferencia especial, la Cámara de Senadores había decidido incluir en la orden del día el tratamiento de las observaciones.

Con alegría, pero también con respeto y orden, la gente de teatro se movilizó de una a otra galería, acompañados en esta oportunidad por varios diputados: Fernando Solanas, Irma Roy, Ramón Jiménez, María del Carmen Banzas de Moreau, Irma Parentella, Martha Mercader.

Volvieron a repetirse las instancias de orden y los discursos hasta que llegó el momento de la votación, en este caso nominativa. Cada uno de los senadores, al mencionarse su nombre respondieron "afirmativo", sancionando de esta manera la Ley 24.800, conocida como Ley del Teatro.

Más allá de la euforia y de la satisfacción por haber alcanzado un instrumento legal por el que se venía luchando desde hace medio siglo, muchos de los actores se sintieron emocionados por haber presenciado por primera vez una actividad legistativa que denunciaba tanta emoción y solidaridad en los discursos.

"No sé si ya estoy viejo _expresó Onofre Lovero_ pero esto me emocionó mucho". Y con esta sensación, los actores fueron haciendo mutis de una escena que nunca habían interpretado hasta hoy.

Susana Freire

Un hecho casi inédito

Si los registros me moriosos son correctos, y los datos consignados también, el pronunciamiento legislativo , insistiendo en la sanción de la ley de Teatro es inédito en la era menemista.

En diversas momentos y materias se han vetado proyectos.El mecanismo constitucional frente a este hecho es claro.

Si el otro poder, en este caso el Legislativo, mantiene su decisión de sancionar una ley, deberá votarla nuevamente, pero esta vez no podrá insistir con la mayoría simple. Deberá contar con los dos tercios de los presentes (Artículo 81 de la nueva Constitución Nacional).

El artículo 83 es todavía más específico:"Desechado en el todo o en parte un proyecto por el P oder Ejecutivo, vuelve con sus objeciones a la Cámara de su origen; ésta lo discute de nuevo, y si lo confirma por mayoría de dos tercios de voto, pasa otra vez a la Cámara de Revisión. Si ambas Cámaras lo sancionan por igual mayoría, el proyecto es ley y pasa al Poder Ejecutivo para su promulgación...".

Las votaciones deben ser nominales en ambas Cámaras. Y sólo corresponde votar, en estos casos, por sí o por no.

"Tanto los nombres y fundamentos de los sufragantes , como las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa" .

A partir de ahora, ya no hay veto posible .El Ejecutivo deberá limitarse a reglamentar y aplicar la nueva norma.

En este caso singular de la Ley de Teatro, anteanoche se produjo casi un milagro legislativo. Lo impensable (coincidencia entre justicialistas, radicales, frepasistas,y otros partidos representativos, se dio esta vez con una contundencia insoslayable.

Que tiene dos resultados inmediatos. Uno, de protección y fomento de la actividad teatral, de acuerdo con la ley, ahora sí sancionada. Y otro, que el Poder Legislativo, en esta ocasión al menos, afirmó como no lo había hecho antes, que su independencia y su voluntad puede tener igual peso que los otros poderes en nuestra organización republicana.

Raúl Ivancovich

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=67761

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