La diva argentina vuelve tras 20 años a encarnar a la gran cantante italiana sobre escena. Nostalgia, la necesidad de frescura y el reencuentro con amigos, las razones del regreso
Pedro Garay
6 de Abril de 2025
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Enena Roger se viste de diva y dramatiza las canciones de Mina |
Elena Roger ha conquistado el mundo entero cantando Piaf, encarnando a Evita y como parte del Proyecto Piazzolla junto a Escalandrum. Pero, como canta el Zorzal, siempre se vuelve al primer amor: en los albores de su carrera, hace más de 20 años, Elena Roger se asoció a Valeria Ambrosio para poner en escena “Mina… che cosa sei?!?”, homenaje musical a la gran Mina Mazzini que llevó de regreso a escena el año pasado y que ahora se encuentra girando por el país.
¿Por qué volver, veinte años más tarde? “Venía trabajando en el drama. ‘Evita’, ‘Piaf’, ‘Passion’, y necesitaba un poco de frescura”, dice. Entonces, recordó el desparpajo de aquel espectáculo, “mi primer show de autogestión”, el desparpajo de los amigos con los que llevó adelante el tributo a la popular cantante italiana, y el desparpajo de la protagonista, Mina Mazzini, su voz inolvidable, juguetona, dramática, infinita.
Roger recuerda en diálogo con EL DIA la génesis del espectáculo en 2004, hace dos décadas. “Yo tenía la necesidad de ser protagonista de un espectáculo, y Valeria Ambrosio tenía la necesidad de dirigir. Nosotras nos conocíamos hace muchos años, y fue ella quien me presentó la música de Mina Mazzini. Y me había hecho fanática de sus canciones”, explica. Un día, a Elena le surgió la posibilidad de hacer una fecha en el British Arts Center: llamó a Ambrosio para que la dirija, y “empezamos a armar un espectáculo alrededor de Mina: yo quería escenificarlo, sentía que pararme con un micrófono y una orquesta atrás no iba a poder sostenerlo, me gustaba escenificarlo”.
Se llamaban, se pasaban pedacitos de canciones, iban hilando una obra. “Fue un momento de creación divino”, recuerda. “Una travesura, como le gusta decir a Valeria”, a la que luego se sumaron Diego Reinhold y Gaby Goldman en la dirección musical. Todos están presentes en esta reposición, que se presentará en el Coliseo Podestá de La Plata el viernes 11 y sábado 12 de abril: “Volver a encontrarnos con todos después de todos esos años es un poco recordarnos quiénes éramos. Recordar esa inocencia, honrar esa inocencia, esa amistad, ese divertirnos sin importar qué pasaba, porque en realidad no lo hacíamos por nada”.
La “travesura” que atraviesa momentos de drama, comedia y romance es un tributo a Mina, a “su voz increíble, su repertorio tan particular, su historia muy especial”: personalidad preeminente de la música pop italiana, apodada la Tigresa de Cremona, es considerada una de las más grandes intérpretes musicales del siglo XX. Se retiró joven, en la cúspide de su éxito, pero detrás dejó un tendal de éxitos como “Se piange, se ridi”, “Parole, parole” o “Un anno d’amore”. Es una más en la galería de mujeres poderosas que Roger ha encarnado en el teatro musical, un lugar que parece quedarle cómodo, aunque ella explica que no hay tanta alternativa: “Los papeles protagónicos femeninos, al llevar adelante una obra, son fuertes: yo quería hacer un protagónico, y entonces necesariamente iba a ser una protagonista fuerte. Como Carmen, como Aída. Quizás Madame Butterfly es un personaje sin ese carácter”.
- En el regreso a Mina, ¿hay nostalgia? ¿Hay un regreso a ese lugar donde uno fue feliz?
- Un poco sí. Hay algo en la juventud, una inconsciencia… Pero también en ese momento teníamos que demostrar quiénes éramos: era ese momento de la vida donde queríamos decirle al mundo que podíamos hacer esto, y esperábamos que el mundo nos dijera si le gusta. En eso, había una carga muy fuerte. Ahora, subimos al escenario y nos reímos y la pasamos bien. No estoy esperando que alguien venga y me diga “qué bueno esto”. Ya no estoy en esa búsqueda, ya pasé por eso: hago esto porque tengo ganas de hacerlo. Por supuesto que quiero que venga la gente, pero no necesito que me digan que está bien.
- ¿Y cambia algo en la puesta, veinte años después?
- No, en realidad no. Hay una maduración en nuestra interpretación, una está más llena de contenido. Eso puede ser. Pero nos sale todo lo que hacíamos. Yo pensaba: “¿Me podré poner los zapatos de taco alto y subir y bajar escaleras como loca?” Y sí, puedo, aún.
- Mina fue un impulso grande en tu carrera. ¿Qué significa Mina para vos?
- Mina, para mi, es todo. Yo empecé cantando ópera, pero cuando empecé a cantar música popular, de chica, escuchaba mucho a Barbra Streisand, para entender cómo era la colocación de las notas más agudas, para no llevarlas a lo lírico. Cuando Valeria me introdujo a Mina, era una cosa… Tiene un rango impresionante, hay algunas cosas que todavía no me salen, hay una canción donde ella sostenía una nota durante muchísimos compases, y yo lo practicaba, tomaba muchísimo aire… y no me salía. Entonces, desde lo sonoro, me encanta. Pero es un todo: ella canta todos los estilos que se te ocurran, cualquier idioma, cualquier temática. Tiene cosas geniales, están los temas más livianos, pero tiene canciones ridículas sobre estar aburrida en casa, divagues, está totalmente loca, y son temazos… Todas esas vueltas que tiene el repertorio de ella, no le conozco a otra cantante que haya tenido la inteligencia y luminosidad para abrir un abanico tan grande en la interpretación.
- Hablás de las canciones. Las canciones están en italiano, y la obra habla a través de las canciones, pero no hay traducción.
- Bueno, si vos entendés italiano, todo se enriquece. Pero muchas veces fui a Inglaterra, sabiendo poco inglés, y he visto Shakespeare: no entendía una sola palabra, sin embargo no podía creer lo que estaba viendo, me sentía totalmente involucrada. Esto sucede con “Mina”: vos vas a ver la obra y ves un hecho artístico, visualmente hermoso, y todo el tiempo suceden cosas, no es que cantamos sentados. Entonces, todo el tiempo el público puede adivinar lo que sucede: hay una invitación a que el espectador no venga a entender, sino que se libre a emocionarse. Y hay algo que tiene que ver con los idiomas: al no poder entender, conectamos más allá del intelecto, del lenguaje. Hay un entendimiento superior, se crea la mística, el ritual del teatro, de todas maneras: la gente que no entiende nadie se termina emocionando. Ahora, además de todo, yo tenía muchas ganas de cantar en italiano.
Los papás de Valeria son italianos, también mi abuela: yo me crié en un ambiente italiano, de parte de mi mamá era una “tanada” grande como una casa, todavía tengo contacto con la familia que vive en Le Marche. La italianidad está, por eso también conectamos con Valeria.
Fuente: EL DIA