Con la “tranquilidad” que le da la “distancia” de no estar en el centro de la escena, estrena como coreógrafo la nueva versión de “Romeo y Julieta” con la que el Ballet Estable del Argentino vuelve a la Ginastera después de seis años
María Virginia Bruno
24 de Junio de 2023
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Iñaki Urlezaga vuelve al Argentino |
Iñaki Urlezaga, reconocido bailarín que supo levantar la bandera platense en los escenarios más importantes del mundo, firma la nueva coreografía de “Romeo y Julieta” de Sergei Prokofiev con la que el Ballet Estable del Teatro Argentino volverá al escenario después de seis años, una circunstancia que, según consideró en diálogo con EL DIA, es más significante que el estreno en sí porque “un bailarín sin escenario es un ser humano sin oxígeno, no vive”.
El artista, retirado de la parte interpretativa de la danza desde hace cinco años, mostrará sin distracciones y con mayor “tranquilidad” su faceta como coreógrafo, algo en lo que sin embargo hacía tiempo que venía incursionando pero siempre con él en el centro de la escena.
Según explicó, eligió abordar la pieza a partir de una “línea coreográfica neoclásica”, con escenas continúas que le permitieron “poder representar de la manera más fiel la tragedia de los amantes más famosos de Verona”.
Con funciones desde el miércoles en la Sala Ginastera, intervendrán el Ballet Estable que dirige Leandro Ferreira Morais y la Orquesta Estable, conducida en esta oportunidad por Diego Censabella. También participarán como primeros bailarines invitados Wilma Giglio y Ryan Tomash, del Royal Danish Ballet (Ballet Real de Dinamarca), y Emmanuel Vázquez, argentino pero miembro del Ballet Municipal de Santiago de Chile. Las entradas se deben reservar de manera online.
En diálogo con este diario, Urlezaga se refirió a este nuevo proyecto y los que están por venir, y repasó cómo ha sido su vida desde que se ha bajado de las puntas.
-La última vez que hablamos, en 2018, anunciabas tu retiro. ¿Cómo te cambió la vida desde entonces?
-Radicalmente. Si te tengo que ser honesto te digo radicalmente porque bajarse del escenario es bajarse de muchas cosas, no solamente del escenario en sí. Entonces te diría que es como que hasta me estoy terminando de acomodar porque fueron muchos años. Pensá que me jubilé a los 42 y yo bailé desde los tres, o sea que es toda una vida.
-¿Qué es lo que más extrañas de la parte interpretativa?
-Lo que más se extraña siempre es el escenario, la posibilidad de bailar, cosas que son realmente lindas para todo artista. Yo tuve una carrera hermosa, entonces, se extraña la posibilidad de bailar cosas que te gustan, y la sensación del cuerpo ni hablar. Nada se compara a eso. Después de dejar de bailar hay como un duelo, nada más va a ser lo mismo, hay un antes y un después, lógicamente. Pero uno sabe que después se va acomodando, como todo en la vida.
-¿Y el ego? ¿Fue un golpe muy grande para el ego el retiro del escenario?
-No, eso no porque yo me fui adaptando. Yo sabía que eso iba a ser así porque también uno charlaba con colegas, uno lo iba viendo. Y como mi carrera fue tan larga, fueron 39 años de danza, me fui preparando psicológicamente porque sabía que algo tan grande como el retiro, si me tocaba vivirlo de manera abrupta, iba a ser mucho peor todavía.
-Volvés al Argentino como coreógrafo de “Romeo y Julieta”, título con el que el Ballet Estable vuelve a pisar la Ginastera. ¿Cómo recibiste esta convocatoria?
-Es muy emocionante volver. Es una obra muy bella y es muy estimulante trabajar con los bailarines después de tantos años de parate. Se vive como una especie de celebración porque implica no sólo hacer algo nuevo, algo que siempre disfrutan los artistas, sino fundamentalmente por el hecho de hacer algo que no se hacía en mucho tiempo y eso es mucho más simbólico que un estreno.
-¿Cómo encontraste al Ballet volviendo al ruedo después de tanto tiempo?
-Había una forma de trabajar no tan exigida, porque habían hechos cosas en la Piazzolla, y no es lo mismo. Pero estaban con muchas ganas de salir del pozo donde estaban porque un bailarín sin escenario es un ser humano sin oxígeno, no vive. Uno no vive en una sala de ensayo si no está en contacto con su público.
- Hace tiempo que coreografías pero ahora lo hacés exclusivamente, sin la interpretación. ¿Cómo vivís esta etapa?
-Lo que siento ahora es una mayor tranquilidad porque no tengo ese desdoblamiento casi esquizofrénico que solía tener, de estar imaginando lo que estoy coreografiando, porque muchas veces lo hacía sobre mi persona y no me podía ni siquiera mirar en el espejo. Lo que esto me da es la tranquilidad de tener una distancia, de verlo desde afuera, y eso me da como una ecuanimidad mucho más grande y concreta, porque estoy objetivando lo que estoy montando. A veces cuando lo montaba sobre mi partenaire o sobre mí mismo tenía siempre como un deseo de que la intuición no me fallara e ir en la dirección correcta porque nunca me podía despegar porque estaba arriba del escenario.
¿Qué me podés contar sobre tu coreografía de “Romeo y Julieta”?
-“Romeo y Julieta” es una obra muy teatral, naturalmente, ya de por sí cuenta una historia muy humana, muy real, que son pasos de danza al servicio de la actuación. En general, yo siempre traté de abordarla desde el mismo plano: “no se muevan como bailarines muévanse como actores, como artistas”; porque toda la obra está referida como si fuera un cuento, una obra de teatro que tiene música, lógicamente, y además coreografía pero que está al servicio de la historia. No es una obra que tiene mímicas o que tiene situaciones donde hay un divertimento y donde forma parte de un relleno visual que completa la obra. Toda la obra tiene un porqué, tiene un para qué y tiene el libreto detrás que va narrando a través de los cuerpos de los bailarines.
-Con esta producción vuelven las colaboraciones con artistas extranjeros al Argentino, ¿cómo fue la experiencia?
-Muy positiva en todos los aspectos. Primero, para el público; segundo, para mí como coreógrafo, y también para la compañía porque es un intercambio cultural. Yo siempre digo que la gente que viene de afuera trae nuevos lenguajes, nuevas herramientas, nuevas posibilidades de repensar la danza y eso siempre es positivo para el artista porque es comunicación, es amplitud.
-¿Qué ha significado “Romeo y Julieta” en tu carrera?
-Es un ballet que yo adoro, una historia que siempre me gustó hacer. El de Romeo, es un rol que puede verse en cualquier parte del globo terráqueo porque es alguien romántico que sueña por un ideal. Pero mis experiencias siempre han sido muy positivas a la hora de hacer cualquier producción. De hecho, fue el rol que elegí para jubilarme.
-¿Por qué le recomendarías a la gente que no es habitué del ballet que se de la oportunidad de ir a ver esta producción?
-Porque es una obra muy humana, entre filosófica y shakesperiana, que te permite replantearte la vida, sobre todo hoy en día con el rol preponderante que está teniendo la mujer frente al patriarcado. Julieta es alguien que se rebela, justamente, a ese hombre, a ese padre autoritario e inquisidor que no le permite vivir su destino y ella elige desafiarlo. Es una pieza que pone sobre el escenario a los desafíos humanos pero también sirve para interpelar a la sociedad sobre en qué mundo se vivía antes, hacia dónde vamos y cómo queremos ir.
-Después de “Romeo y Julieta”, ¿cómo sigue el año para vos?
-Viajo a Montevideo, voy a hacer otro estreno, unos tangos de Piazzolla, algo totalmente opuesto a esto, minimalista, y que tiene que ver con lo urbano y con lo actual. Luego me voy para Europa y tal vez en diciembre regrese para hacer “Cascanueces”, que cierra la temporada. Así que estaré yendo y viniendo del otro lado del charco.
Fuente: EL DIA
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