sábado, 19 de noviembre de 2022

El Teatro Argentino, la joya artística y cultural de la Ciudad

LA CIUDAD | UN LUGAR PARA INSPIRARSE Y CULTIVARSE

La inauguración del nuevo edificio ha sido uno de los hechos más significativos para La Plata en lo que va de su segundo centenario

UNA VISTA AÉREA DEL TEATRO ARGENTINO EN OBRA / EL DIA

El 18 de octubre de 1977 las llamas devoraron el espectacular Teatro Argentino provocando una herida artística y espiritual para nuestra ciudad casi imposible de asimilar y que, para los más grandes, 45 años después no termina de cicatrizar totalmente.

La decisión del gobierno militar de demoler el magnífico complejo inaugurado el 19 de noviembre de 1890, poseedor de una acústica ponderada en todo el mundo, fue muy cuestionada en el país y en el exterior, como también lo fueron varios de los proyectos arquitectónicos que se manejaron para construir el nuevo Teatro Argentino.

Desde ese momento, siempre estuvo claro que los platenses debían hacerse la idea de que la incomparable pérdida era definitiva y que debía mirarse el futuro del Argentino con la mejor predisposición posible.

Apresuradamente tras el incendio, el gobierno militar de la provincia de Buenos Aires decidió demoler lo que había quedado del elegante edificio en contra de las opiniones de especialistas, que coincidían en la factibilidad de poder reconstruirlo. Pocos meses después se anunció la intención oficial de construir un nuevo edificio para el Teatro, y se creó un ente a tal efecto, pero las dilaciones burocráticas se sucedían.

Recién a comienzos de 1979 se convocó a un concurso nacional e internacional de proyectos; se presentaron 71 propuestas arquitectónicas por parte de profesionales de nuestro país, Estados Unidos, Japón, Francia, Italia y Alemania, entre otras naciones.

EL PROYECTO GANADOR

El 14 de agosto de ese mismo año se adjudicó el concurso al proyecto presentado por los arquitectos Tomás Oscar García, Enrique Bares, Roberto Germani, Inés Rubio, Alberto Sbarra y Carlos Ucar, quienes diseñaron un complejo de una superficie cubierta de 60.000 metros cuadrados, con espacios polifuncionales para exposiciones y otros eventos, salas independientes, áreas de ensayo, camarines y talleres de escenografía, vestuario, utilería y cocheras subterráneas; todo el complejo rodeado por una plaza seca.

Particularmente, se preveía una sala para ópera, conciertos, música de cámara y recitales, un microcine (actualmente Sala Astor Piazzolla) y otra para teatro de prosa o comedia; además de una biblioteca musical especializada, discoteca, hemeroteca, cintoteca (registro de cintas grabadas) y sala de conferencias, pero estos últimos espacios finalmente no vieron la luz.


La obra de la enorme estructura básica de hormigón se llevó a cabo entre 1980 y 1984, con varias paralizaciones debidas a distintos factores como los afloramientos de la napa de agua subterránea y hasta el hallazgo de los restos óseos de un gliptodonte durante la profunda excavación de los cimientos.

SEDE PROVISORIA

Una vez que se terminó la estructura de la edificación, ya en democracia, las obras se paralizaron por falta de presupuesto, además de la existencia de dudas oficiales con respecto a la viabilidad de proseguir con lo ya construido, frente a la posibilidad de encarar una idea nueva para el Teatro Argentino.

Mientras tanto, los integrantes de las diferentes compañías estables del Teatro se presentaban en distintos escenarios de nuestra ciudad y del interior provincial.

En 1987 el gobierno provincial había alquilado el Cine Rocha, que llevaba un tiempo cerrado, para desarrollar en esa sala la mayor parte de las actividades artísticas del Teatro Argentino, pasando a ser su sede provisoria.

Como la paralización de la obra en la tradicional manzana del Teatro persistía, se comenzaron a evidenciar ciertos deterioros en algunos sectores de la estructura.

PROSECUCIÓN DE LA OBRA

Durante la década siguiente, finalmente, se tomó la decisión de finalizar la construcción del Teatro Argentino en base a la estructura ya levantada.

Para ello, el gobierno provincial dispuso los fondos suficientes para reparar los sectores deteriorados primero, y luego encarar un nuevo tabicado de los espacios interiores en todas las plantas del edificio, definiendo nuevos espacios con criterios artísticos y arquitectónicos diferentes a los pautados originariamente en el proyecto, lo que, como era de esperarse, dio lugar a fuertes polémicas.

Se dispuso así la ampliación de algunos espacios destinados a exposiciones, brindándoles una mayor funcionalidad; también se concretó un rediseño de los accesos al complejo, y una importante obra de readecuación de los huecos de los ascensores, reforzándolos con materiales que impidieran que las vibraciones del funcionamiento de éstos interfirieran con la sonoridad de las salas.

LA SALA PRINCIPAL

La sala principal “Alberto Ginastera” posee la característica tradicional de estilo italiano, en forma de herradura, y entre plateas y los tres niveles de palcos y galerías está en condiciones de albergar a 2.000 espectadores.

Se trata de una muy ponderada sala teatral en donde se han llevado a cabo diversas temporadas líricas, espectáculos coreográficos, conciertos sinfónicos y populares, e inclusive, hasta algunos actos políticos partidarios que causaron fuertes críticas.

“La maquinaria escénica permite ofrecer obras de difícil montaje, con plataformas móviles y un sistema computarizado de iluminación. Presidiendo la sala se alza una imponente araña de bronce de tres toneladas y cuatrocientas lámparas de 25.000 vatios, cuyo diseño, de líneas modernas, está inspirado en la que pertenecía al antiguo edificio”, se detalla en las características del principal coliseo de la capital bonaerense.

INAUGURACIONES

Recién el 12 de octubre de 1999 se inauguró provisoriamente la sala lírica “Alberto Ginastera” con el ballet “Tango en Gris” del coreógrafo argentino Oscar Araiz y música de Atilio Stampone.

En el complemento se presentó un concierto lírico en el que se interpretaron fragmentos de óperas de los compositores Giuseppe Verdi, Charles Gounod, Umberto Giordano y Gaetano Donizetti.

La función había generado una enorme expectativa en la Ciudad, agotándose las localidades varias semanas antes.

Unos meses después, el 22 de mayo de 2000, quedó inaugurada la Sala Astor Piazzolla con un concierto de música de cámara, que volvió a agotar las entradas teniendo además una crítica sumamente favorable.

Pero la denominada “inauguración oficial”, recreando de algún modo parte del esplendor que le dio fama mundial al hermoso edificio original del Argentino, se produjo el 31 de octubre de 2000 con una función de gala con la ópera “Tosca” de Giacomo Puccini.

La primera producción operística del nuevo Teatro Argentino tuvo una acogida muy ponderada entre el público presente y de parte de la prensa especializada.

Una fuerte emoción sobrevoló la colmada sala durante toda la función; incluso muchos platenses no pudieron y seguramente tampoco quisieron controlar alguna que otra lágrima teñida de recuerdos.

En esa función inaugural actuaron la soprano venezolana Inés Salazar en el papel de Tosca; el tenor mexicano Alfredo Portilla como Cavaradossi y el barítono norteamericano David Pittman Jennings. La dirección musical estuvo a cargo de Javier Logioia Orbe; la régie, escenografía, vestuario e iluminación estuvieron a cargo del maestro italiano Beni Montresor, la dirección del coro de Vittorio Sicuri, el diseño de luces de José Luis Fiorruccio y la dirección del Coro de Niños de Oscar Escalada.

Esa misma representación tuvo lugar el 2 y 4 de noviembre, mientras que el 5 del mismo mes hubo una puesta en escena de la misma ópera con artistas argentinos.

De esa forma, el Teatro Argentino de La Plata volvió a ponerse en marcha en su camino de arte y cultura con un nuevo edificio que ocupa la misma manzana del esplendoroso complejo artístico y cultural que se inaugurara en 1890 y que por mucho tiempo más seguirá flotando nostalgiosamente como un fantasma bueno y de recuerdos imborrables.

“EL ALMA DEL VIEJO TEATRO”

Y precisamente esa misma visión fue la que llevó al prestigioso y querido médico platense, vecino del Teatro, Rodolfo Consentino, a plasmar una expresión artística que recordase al extinto teatro y que al mismo tiempo reflejase su proyección hacia el futuro en su nuevo “ropaje”.

El Dr. Consentino, también escultor y escritor, logró en su momento que se le cedieran algunos hierros retorcidos de la demolición, los que llevó hasta el taller que poseía en su casaquinta de City Bell, con la colaboración de varios médicos jóvenes que eran discípulos suyos.

Allí, entre 1982 y 1983 forjó una escultura a la que denominó “El alma del viejo teatro”, y la ofreció al gobierno provincial en donación para ser instalada en algún sitio de la manzana del Teatro.

La obra tiene poco menos de seis metros de alto, cinco toneladas de peso y base de hormigón.

Inexplicables trabas burocráticas imposibilitaron durante décadas que la escultura fuese instalada; Consentino no lo llegó a ver, pero finalmente, recién el 11 de diciembre del año pasado, en el sector de la plaza seca sobre la calle 9, la obra llegó a destino para quedarse durante una ceremonia realmente emotiva.

Sede provisoria
En 1987 el gobierno provincial había alquilado el Cine Rocha, que llevaba un tiempo cerrado, para desarrollar en esa sala la mayor parte de las actividades artísticas del Teatro Argentino, pasando a ser su sede provisoria.

Repercusión
La primera producción operística del nuevo Teatro Argentino tuvo una acogida muy ponderada entre el público presente y de parte de la prensa especializada.

Inauguración
El 12 de octubre de 1999 se inauguró provisoriamente la sala lírica “Alberto Ginastera” con el ballet “Tango en Gris” del coreógrafo argentino Oscar Araiz y música de Atilio Stampone.

Fuente: Diario El Dia de La Plata

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