Siete intérpretes invitan a un recorrido performático por un paraíso ficcional escondido en un pulmón de manzana
A veces incómoda, a veces provocadora, pero también estimulante y poéticamente bella en imágenes, palabras y cuerpos volviéndose escena en rincones impensados, es apenas una mirada de lo que podría generar “No estoy triste, estoy llorando”, el experimento escénico que toma una casa en un pulmón de manzana y la vuelve un todo y mil partes buscando atravesar pieles y despertar emociones, cualesquiera sean.
Interpretada por Canela Corno, Marta De La Gente, Trinidad Falco, Teresa Marino, Lucía Morales Ríos, Rocío Russo Morantes y Melina Staudt, se trata de una aventura performática que saca a los espectadores de la butaca y los invita a recorrer los recovecos surreales de una casa que huele a vida a casa paso.
A lo largo de 50 minutos, el público podrá ir eligiendo donde posar la atención de una acción que va mutando mientras el drama toma el dormitorio, la sala de estar, el patio y la cocina; aunque también transforma pasillos, escaleras y hasta una terraza que remite a playa.
Fundiéndose entre los espectadores, rozando y provocándolos, itinerando, así se mueven las criaturas rotas que habitan este paraíso ficcional enredado de historias.
La semilla de “No estoy triste, estoy llorando” se sembró en un laboratorio escénico coordinado por Rosario Alfaro que tenía como fin construir gérmenes escénicos propios. Aunque el taller era para potenciar el trabajo individual, las actrices coincidieron en su búsqueda y a gusto como grupo crearon un colectivo que fueron enriqueciendo por fuera de ese espacio, con coucheos y ensayos extras.
“Cuando se terminó el taller, habíamos logrado una autogestión de ensayos que no quisimos frenar y comenzamos a ensayar con el deseo siempre por delante y todas las curiosidades que nos generaba entramarnos”, contaron las intérpretes, entusiasmadas con la creación de un dispositivo que les permitiera jugar “con la urgencia de abrirlo, sin esperar a que esté concluido”, entendiendo que en cada apertura, es decir, en cada encuentro con una mirada ajena, ellas se iban creando también, en un acto simbiótico.
Por esto, las actrices definen a su bestia como un “experimento escénico”, una maquinaria que les sirve para poner a prueba sus hipótesis creativas y ver qué pasa cuando se enciende; una experiencia que desafía al público a dejar los preconceptos teatrales de lado, esa convencionalidad tan arraigada que a veces blinda estímulos emocionales. “Vemos clichés que nos frenan y nos preguntamos, eso hace que el proceso sea muy genuino, muy nuestro y eso es hermoso”, admiten.
El ser “huérfanas” de comando, lanzarse al vacío sin un texto ni una dirección, fue algo que en un principio sintieron incómdo pero que fue deviniendo luego en una fortaleza, en tanto, “vamos encontrando un crecimiento horizontal que nos empodera”, aseguran.
Las intérpretes comparten miradas, poéticas y voces diferentes que resuenan con eco en esta laberíntica casa amiga de los gatos y de las plantas.
“No estoy triste, estoy llorando” tendrá nuevas funciones mañana a las 21 y el sábado a las 16.20 y a las 21. Las entradas se adquieren por Alternativa Teatral y una vez confirmadas se les envía un mail con la dirección de la casa donde sucede la magia.
Fuente: EL DIA
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