Domingo, 22 de junio de 2008
Por FACUNDO BAÑEZ
Es curioso, pero parecen no encajar los números del calendario cuando se repasa la historia de Jazmín García Sathicq, una de las dramaturgas más jóvenes y destacadas que tiene el país. Con apenas 28 años, esta chica recibida en la Escuela de Teatro de La Plata tiene escritas cerca de 15 obras, de las cuales más de 10 ya fueron estrenadas en distintos escenarios de aquí y de allá.
Pero no es lo único: también se encarga de dirigirlas y producirlas. Becada por el Centro de Investigación Teatral para estudiar en Italia en mayo de 2001, ahora tiene en cartel su última creación: Habla de mar aire de vida, que puede verse todos los sábados a la 21 en el centro cultural "Estudio de las artes", de diagonal 74 y 3. Y algo más: también suele actuar en obras de otros autores, y desde hace casi cinco años está al frente de su propio taller de creación teatral, donde imparte clases a más de diez alumnos todas las semanas.
Todo lo que hago me apasiona por igual -cuenta-. Nunca dudé sobre mi vocación y ya de chica sabía que era lo que quería hacer. Y el escribir, dirigir, actuar y enseñar son cosas que las hago por una sola razón: me encantan. No me imagino en otro ámbito que no sea el teatro".
En el caso de Jazmín García Sathicq el universo que se explora y se descubre es el del lenguaje. O en todo caso: la imposibilidad a veces recurrente de ese lenguaje por serle fiel al pensamiento que lo origina.
"Es un universo existencialista -explica-. Me gusta hablar de la identidad, de los sueños, del deseo. Y el lenguaje o las formas estéticas que utilizo varía según la obra, según la historia que quiera contar. A veces ese relato surge desde lo sensitivo: una imagen, un olor, un sonido. Todo ayuda para dar pie al comienzo de un texto. Y ese texto después puede adoptar las formas teatrales que requiera la historia. No creo en los encasillamientos. A la hora de escribir uno tiene que ser libre".
"El aroma del tiempo perdido", "Rompiendo el silencio" o "Los pétalos que te recubren", son algunos de los tantos textos teatrales escritos por Jazmín a lo largo de su reciente pero extensa trayectoria. Hija de escritora, alumna de profesores como Renzo Casali, Irina Casali y Francesca Bonelli, entre otros, esta dramaturga de sonrisa limpia sabe que su pasión también se fue forjando a base de influencia familiar e infancia rodeada de artistas.
"Me crié en ese mundo y la influencia está presente -dice-. Ahora no concibo otra manera de encarar mi vida que no sea escribiendo o pensando historias para llevar al teatro. Y lo genial es que esa pasión es inagotable. Yo sigo sintiendo la misma adrenalina y la misma emoción que cuando recién empecé en esto. Es más: antes de cada estreno sigo levantando fiebre como el primer día...".
A la hora de reparar en la mirada de los otros, Jazmín reconoce que a veces existen ciertos prejuicios cuando la gente se topa con una dramaturga joven. "Me ha pasado de percibir cierta desconfianza cuando le digo a alguien que la autora de la obra que van a ver soy yo -cuenta sonriente-. Una vez, antes de un estreno, una señora me dijo: '¿pero vos la escribiste, nena...? Y yo fui clara: primero vea y después critique. Por suerte a esa señora le encantó y hasta la volví a ver en otro estreno tiempo después. En esto no importa la edad. Importa lo que se tiene para decir y, sobre todo, cómo se dice".
Fuente: http://www.eldia.com.ar/edis/20080622/informaciongeneral9.htm
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