miércoles, 11 de septiembre de 2002

Admirable presentación de Carlos López Puccio


OPERA CRITICA / ALCESTE EN EL TEATRO ARGENTINO

El famoso músico e integrante del popular grupo Les Luthiers dirigió una memorable versión de Alceste, de Gluck. Las funciones continuarán los próximos viernes y domingo

Por Carlos Sacanell
Especial para Hoy

“Escribí la música de Alceste con la resolución de luchar contra los abusos de la música italiana, la vanidad de sus cantantes y la complacencia de sus compositores”. Así se dirige Gluck a Leopoldo II, Emperador de Austria, dedicándole la partitura de su obra y explicando los principios que la rigieron desde su concepción.

Gluck fue, en sus primeras composiciones, un partidario del estilo italiano, mucho más ornamentado, y compuesto especialmente para el lucimiento de los virtuosos cantantes de ópera de aquellos días, y poniendo un acento en la importancia de la música por sobre la poesía o el texto de la obra.

Hasta 1762, Gluck escribió ópera en ese estilo, que era el de sus contemporáneos, pero con el tiempo se fue mostrando en desacuerdo con un tipo de obra tan superficial y tan densamente ornamentado. Su búsqueda consistió en rescatar el propósito original de la ópera: expresar claramente sentimientos y emociones por medio de la música.

Alrededor de 1760, entró en contacto con el libretista italiano Ranieri de Calzabigi, que escribió un libreto para una ópera que coincidió perfectamente con las ideas del compositor. El resultado de esa unión fue Orfeo y Eurídice, la más grandiosa de sus óperas escritas. También de esa colaboración surgió Alceste, estrenada en 1767.

Las presentaciones de la sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino están de acuerdo con la versión francesa, con texto traducido por F. Le Blanc du Rollet, estrenada en 1776 en París. La primera cuestión sobresaliente fue la puesta en escena y el vestuario, ambos de oscuros tonos, dando una lúgubre imagen para la apertura del telón, imagen que tiene mucho que ver con el momento en que comienza la acción, con Admeto -rey de Feres y amante esposo de Alceste- enfermo y en su lecho de muerte.

Podría decirse que el único punto flojo de la escenografía tuvo que ver con la dudosa puesta del tercer acto, totalmente despojado de decorado, dejando ver los fondos del teatro y equipos de iluminación, y coronada por la caída de una de las estatuas en el momento de abrir el telón.

Otro pobre aporte lo tuvieron los subtítulos de la traducción simultánea, no siempre presente, y que hasta por momentos brilló por su ausencia durante prolongados diálogos. Pero éstas fueron sólo pequeñas manchas que no llegaron a nublar una gran noche en lo que a música se refiere, ya que la batuta de Carlos López Puccio comandó con gran seguridad y extremada sutileza a una orquesta perfectamente aceitada.

Esto se vio claramente en los momentos instrumentales de apertura de los actos, como así también en los fragmentos de danza, acompañados con una fineza digna de mención. También destacable fue la participación del continuista Federico Ciancio en el clavicémbalo.

Dentro de las voces, cabe destacar la increíble sensibilidad del tenor Gustavo López Manzitti, en el papel de Admeto, quien ya ha demostrado en diversas ocasiones su gran capacidad musical. También Virginia Correa Dupuy, como Alceste, debe ser recordada por una gran ejecución, en una puesta en la que tal vez ninguno de los protagonistas sobresale demasiado.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2002/09/11/pdf/18.pdf

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